EDUCACIÓN
Lo que debe aprender Colombia de otros países en materia educativa
Muchos países han adelantado reformas integrales de su sistema educativo con excelentes resultados. De cara a una necesaria reforma de su sistema, Colombia podría aprender una cosa o dos de estos ejemplos internacionales.
Vietnam
La sorpresa vietnamita
No fue sino hasta que salieron los resultados de las pruebas Pisa de 2012 que el mundo entero se enteró del boom educativo vietnamita: en su primera participación, quedó en el doceavo puesto en lectura y matemáticas, 17 puntos por encima del promedio de los países primermundistas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde). Y eso que era uno de los países con peores condiciones socioeconómicas de todos los participantes.
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¿Cómo lo hizo? En la década de los noventa, con la renovación económica (Doi Moi) –que abrió el país comunista a la economía de mercado–, el gobierno vietnamita realizó una exhaustiva reforma al sector educativo. Hasta entonces, la precaria financiación del sector era el principal problema. La solución fue apoyarse en el sector privado, con la apertura de jardines, colegios y universidades público-privadas. Por otro lado, se modernizó el currículo nacional, abarcando menos áreas según las necesidades del mercado laboral y, en 1996, se homogeneizaron los libros de texto, para asegurar condiciones de calidad más equitativas.
Gracias a esta reforma, más de 1,7 millones de niños entraron al sistema escolar en menos de cinco años, la deserción disminuyó de 12,7 % en 1990 a 6,58 en 1999, y la repetición cayó de 10,6 % a 6,18 % en el mismo periodo. La posterior inclusión en 2010 del modelo pedagógico colombiano Escuela Nueva en más de 2600 colegios vietnamitas tuvo “significativos impactos positivos” en la calidad educativa, según un estudio del Banco Mundial.
Hong Kong
Participación colectiva
Esta región de China es la ejemplificación perfecta de un hallazgo del estudio “Cómo continúan mejorando los sistemas educativos con mejor desempeño”. Según la consultora McKinsey & Company, “todas las reformas educativas exitosas comparten un grupo de prácticas comunes según la etapa de desarrollo en la que se encuentra el país [...] Al principio, se enfocan en reducir las brechas educativas y asegurar unos estándares básicos. Luego, cuando los resultados mejoran, el enfoque cambia hacia mejorar las prácticas pedagógicas”.
En la década de los ochenta, la isla comenzó una serie de reformas inspiradas en las recomendaciones de la Comisión Educativa de Expertos (1984-1996). Esta primera “ola” de reformas tuvo un carácter más centralista, con pautas nacionales para estandarizar la calidad educativa. Consistieron en intervenciones gubernamentales sobre las instituciones educativas: cambio del idioma de enseñanza (la mayoría de escuelas pasaron del inglés al chino), mejoras pedagógicas y formación docente.
En los años noventa, el Ministerio de Educación comenzó una segunda “ola” enfocada en la descentralización. Se estableció un proyecto para que las escuelas desarrollaran su propio currículo basados en lineamientos nacionales. En 1997, la Comisión Educativa recomendó implementar la autonomía administrativa en todas las escuelas públicas. Finalmente, en 2005, una enmienda a la ley general de educación creó los Comités Incorporados Administrativos, una especie de junta directiva que se encarga de dirigir los colegios con la participación de directivos escolares, padres de familia, profesores y alumnos.
Estonia
La ‘revolución E’
El renacimiento de Estonia, tras la independencia de la Unión Soviética en 1991, no fue un proceso fácil. El sistema educativo, por ejemplo, estaba completamente dominado por la ideología comunista. Buena parte de los cursos universitarios y las clases de colegio se dictaban en ruso y el currículo estaba enfocado en desarrollar una identidad soviética. Por eso, en 1992 una de las primeras decisiones del nuevo gobierno democrático consistió en una reforma intensiva del sector educativo.
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Se estableció el estonio como lengua oficial de enseñanza (aunque se permitió el uso del ruso en varios colegios que preferían este idioma) y se hizo especial énfasis en eliminar la ideología soviética del sistema educativo. Por otro lado, en 1996 se creó un currículo nacional basado en competencias y se estableció un sistema descentralizado. Pero la enmienda más interesante trató sobre el uso de tecnologías de la información (TIC). El gobierno se comprometió a garantizar el acceso a los equipos para todos los estudiantes y, en 1997, estableció un programa para llevar internet a todas las escuelas, modernizar los computadores, instalar salas de sistemas en cada escuela, capacitar a los maestros en su uso e incentivar la creación de software original con fines educativos.
Gracias a eso hoy el país es un líder en tecnología. En los salones de clase, niños de 10 años desarrollan sus propios videojuegos. Desde 2012, la programación informática hace parte del currículo y se enseña a partir de la corta edad de 7 años.
Polonia
Un salto gigante
Del sistema educativo polaco no se habla mucho, y no por falta de méritos. Polonia es el cuarto país con más estudiantes universitarios en Europa, detrás de Reino Unido, Alemania y Francia. En las pruebas Pisa de 2015, tuvo un rendimiento medio-excelente en lectura, matemáticas y ciencias, por encima del promedio de la Ocde y de países como Noruega, Francia y Estados Unidos.
Pero ese no fue siempre el caso. Igual que en Estonia, el sistema educativo estaba rezagado después de años de control comunista. En 1999, diez años después de la caída del régimen comunista, el gobierno de Varsovia implementó algunas reformas educativas enfocadas en tres aspectos: la reestructuración del sistema educativo, la consolidación de métodos de rendición de cuentas y la creación de un nuevo currículo.
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El anterior sistema educativo polaco, como el de otros países de Europa Central, tenía un fuerte foco en la educación vocacional. Quizás demasiado. Desde los 14 años, los estudiantes elegían el tipo de campo laboral que querían en las escuelas medias vocacionales. Como en otros países de pasado socialista, la mayoría de jóvenes eran empujados hacia la educación técnica con el objetivo de capacitar a la fuerza laboral industrial. La reforma alargó esta decisión un año más, para cuando los estudiantes cumplen los 15 años, y priorizó los conocimientos más transversales, como lectura, escritura y aritmética, sobre los temas técnicos.
Este artículo hace parte de la edición 33 de la revista Semana Educación. Si quiere informarse sobre lo que pasa en educación en el país y en el exterior, suscríbase ya llamando a los teléfonos (1) 607 3010 en Bogotá o en la línea gratuita 01 8000 51 41 41.