EDUCACIÓN
¿En qué hemos avanzado y qué nos falta para mejorar la calidad de los docentes en el país?
El estudio “La profesión docente en Colombia: normatividad, formación, selección y evaluación”, publicado por la Universidad de los Andes, aborda cómo funciona y en qué falla el eje central del sistema educativo: los maestros. Este tema será discutido por los expertos en la próxima Cumbre Líderes por la Educación.
No es una revelación decirlo: los profesores son el componente escolar con mayor influencia en el aprendizaje. Mejorar su calidad eleva también los estándares del proceso educativo. Está más que comprobada la relación entre tener un buen maestro, asistir a una mejor universidad y devengar mayores ingresos laborales en el futuro. Pero, mejorar las condiciones legales, sociales y formativas de la labor docente en Colombia es más fácil decirlo que hacerlo.
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Aunque el gobierno ha avanzado a pasos lentos hacia la profesionalización y el aseguramiento de la calidad de los profesores del país, todavía hay grandes déficits en el ámbito de formación y homogenización de las condiciones de calidad de los encargados de educar a los niños, especialmente en las regiones más necesitadas. Un insumo fundamental para entender este retador panorama es el documento de trabajo “La profesión docente en Colombia: normatividad, formación, selección y evaluación”, publicado por la Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo de la Universidad de los Andes.
De los profesores del país 14,5 % son provisionales en cargos definitivos.
Este realiza un diagnóstico del estado de la profesión, enfocándose en cinco aspectos: la normatividad que rige la carrera docente, la configuración de su fuerza laboral a lo largo del territorio nacional, la formación inicial de los maestros, los procesos de selección y evaluación y la formación en servicio.
Radiografía del sector
La mayoría de docentes en el país tiene más de 45 años de edad (el 59%), pero una proporción importante, el 28%, está entre los 35 y los 45 años. Solo el 14% tiene menos de 35. En cuanto al género, el 65% de la fuerza docente del país está compuesta por mujeres, principalmente en primaria, donde la relación es de tres profesoras por cada hombre; en secundaria y media la relación es de uno a uno.
Los profesores del sector público están divididos en dos estatutos, el viejo (2277), que cobija a todos los maestros que ingresaron al magisterio antes de septiembre de 2002, y el nuevo (1278), que empezó a regir de ahí en adelante. Esto ha conducido a que el 54,6% de los docentes del país estén bajo el estatuto 2277 y solo el 28,6% bajo el 1278, según cifras de 2014. El restante, que equivale al 16,8%, son profesores provisionales.
El número de maestros de primaria sin educación universitaria es: 3 veces mayor en los municipios con altas tasas de desplazamiento forzado.
Desde 2002 los maestros del sector público son elegidos por la calificación que obtienen en el concurso docente. A veces hay vacantes definitivas sin llenar por ausencia de candidatos elegibles, en ese caso, las plazas son ocupadas por nombramientos provisionales. En Colombia, hay un altísimo número de profesores provisionales en puestos permanentes. En total, solo 2,2% de los docentes son provisionales en cargos temporales (por licencias o incapacidades médicas), mientras 14,5% son provisionales en cargos definitivos.
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Lo grave de esto es que, como señala el documento, “la proporción de docentes provisionales está asociada negativamente con el aprendizaje de los estudiantes medido por las pruebas Saber 11”. Por si fuera poco, la proporción de docentes provisionales es más grande en los municipios con mayor índice de necesidades básicas insatisfechas (19,5% para primaria y 23,7% para secundaria y media) y en los que han vivido el desplazamiento (20,5% para primaria y 26,4% para secundaria y media).
“La profesión docente en Colombia: normatividad, formación, selección y evaluación”.
Este fenómeno se suma al hecho de que los docentes en estas zonas están menos preparados. El número de maestros de primaria sin educación universitaria es tres veces mayor en los municipios con altas tasas de desplazamiento forzado.
La carrera docente
Todo esto da cuenta de un sistema desigual, con dos puntos mucho más graves: primero, la concentración de la oferta de licenciaturas en ciudades capitales, municipios con más de 100.000 habitantes y en la Región Andina; y, segundo, el bajo rendimiento de estas en las pruebas Saber Pro. Sus egresados están por debajo del promedio de otras carreras en lectura crítica, inglés y razonamiento cuantitativo, y solo los superan leve- mente en comunicación escrita. Aunque esto puede tener que ver con que, por lo general, los estudiantes con peores pruebas Saber 11 tienden a ingresar a las licenciaturas.
La excepción son las escuelas normales superiores, donde por el contrario muestran muy buenos resultados en las pruebas de Estado. En promedio, logran una desviación de 0,15 puntos en las pruebas Saber 11 por encima de los demás estudiantes del sector público, demostrando la importancia en la formación de la fuerza docente del país. Una vez graduados, los aspirantes a profesores en el sector público deben pasar el concurso docente, que incluye un examen “de papel y lápiz”.
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Es de anotar el espíritu meritocrático de este concurso, aunque, según el documento, tiene dos falencias: que la evaluación “no permite verificar las capacidades de la persona como docente” y que el periodo de prueba en el que entran los seleccionados cuando están en su puesto es muy corto, de solo cuatro meses. Los profesores nombrados tienen además que realizar otras dos pruebas: una evaluación de desempeño anual, en la que el supervisor califica las competencias funcionales y comportamentales del docente, y una evaluación de competencias. Este es un requisito para ascender en el escalafón e incluye un video de una clase (que vale el 80%), una autoevaluación (10%), una encuesta a los estudiantes (5%) y el promedio de las últimas dos evaluaciones de desempeño (5%). En cuanto a la educación posgradual, solo el 30% de todos los docentes del país tiene estos títulos.
Solo el 30% de todos los docentes del país tiene títulos de posgrado.
Para mejorar este indicador, el gobierno ha avanzado en los últimos dos años en dos estrategias: financiación de maestrías, con las Becas para la Excelencia, y formación situada, con el programa Todos a Aprender. Ambos han demostrado buenos resultados, pero, como señala el informe, no basta para ampliar la cobertura de la oferta posgradual (que también está concentrada en la región central) sino que hay que mejorar la calidad de los programas.
En este sentido, los autores del documento señalan que el país ha demostrado en los últimos años que es posible articular cambios en el corto y mediano plazo para profesionalizar su labor y mejorar la calidad de los docentes. Aunque todavía falta mucho. Es necesario seguir desarrollando procesos que le faciliten a los docentes los conocimientos, habilidades y herramientas que requieren.
Este será uno de los temas a tratar en la Cumbre Líderes por la Educación 2018, el evento más esperado del sector. Se llevará a cabo en Bogotá el próximo 19 y 20 de septiembre.
Encuentre más información sobre la cumbre.
El artículo hace parte de la edición 35 de la revista Semana Educación. Si quiere informarse sobre lo que pasa en educación en el país y en el exterior, suscríbase ya llamando a los teléfonos (1) 607 3010 en Bogotá o en la línea gratuita ?018000-911100.
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