PAZ

Los efectos políticos de los Nobel de Paz

A propósito del Nobel que ganó Juan Manuel Santos, ¿hasta qué punto sirve este reconocimiento para consolidar la paz? Semana Educación analiza este y otros que fueron polémicos.

7 de octubre de 2016

A pesar del nefasto panorama político que se empezó a vivir esta semana por cuenta de los resultados del plebiscito para refrendar el acuerdo entre el Gobierno y las Farc, el presidente Juan Manuel Santos ganó el premio Nobel de la Paz 2016. El Comité Nobel de Noruega se lo entregó por sus “decididos esfuerzos” por llevar la paz a su país tras 52 años de conflicto armado.

“El hecho de que la mayoría de los votantes dijera no al acuerdo de paz no significa necesariamente que el proceso de paz esté muerto. El plebiscito no fue un voto por o contra la paz”, dijo el Comité Nobel tras su fallo.

Semana Educación analiza cómo este reconocimiento y otros entregados en el pasado efectivamente sirvieron o no para la consecución de la paz.

Juan Manuel Santos, 2016

Las redes sociales son un hervidero desde que se conoció el anuncio del comité noruego de otorgar al presidentede Colombia el Nobel de la Paz. El galardón es un reconocimiento a sus esfuerzos por lograr una salida negociada de la guerra, declararon los miembros de la academia.

Muchos se preguntan el porqué de esta decisión, que llega después de la derrota del Sí en el plebiscito del 2 de octubre y de la no refrendación del acuerdo de paz por parte de los colombianos.

Otros, en cambio, celebraron el reconocimiento a Santos como un espaldarazo de la comunidad internacional para que el país ponga fin a un conflicto armado que se perpetúa desde hace 52 años.

El mismo día que se dio a conocer la noticia, las Farc y el equipo negociador del gobierno difundieron un comunicado en el que, desde la mesa de negociación de La Habana, reiteraron su compromiso de alcanzar un acuerdo que encaje más en las necesidades de los colombianos. Y, lo más importante, anunciaron el mantenimiento del cese al fuego bilateral más allá del 31 de octubre, fecha límite que había anunciado Santos de manera unilateral esta semana tras la victoria del No.

Coincidencia o no, es un avance para garantizar que los fusiles sigan en silencio por un tiempo indefinido.

Unión Europea, 2012

La Unión Europea (UE) recibió el Nobel de la Paz por “su contribución durante seis décadas al avance de la paz y la reconciliación, la democracia, y los derechos humanos en Europa”, en plena crisis económica y en un momento en el que sus políticas de inmigración empezaban a radicalizarse.

Los tres Nobel Desmond Tutu, Mairead Maguire y Adolfo Pérez Esquivel firmaron una carta conjunta tras concoerse el fallo en el que expresaron su desacuerdo con la medida. “La Unión Europea no busca realizar el orden global desmilitarizado de paz”, escribieron, y tacharon el premio como “ilegal”.

Cuatro años después, la UE está inmersa en una grave crisis que ataca de lleno al proyecto europeo. No sólo por la salida de Reino Unido del grupo de los 28, tras la victoria del Brexit, sino por el auge de políticas proteccionistas y radicales contra la libre circulación de ciudadanos dentro del espacio Schengen y la llegada de inmigrantes de fuera de la eurozona.

La postura actual de la Unión en relación con los refugiados sirios que alcanzan las costas europeas, especialmente tras el acuerdo con Turquía para frenar la afluencia de inmigrantes, también ha puesto en entredicho la pertinencia de ese Nobel.

Barack Obama, 2009

En 2009, el Comité Noruego volvió a ser el centro de todas las críticas por nombrar al actual presidente de Estados Unidos, Nobel de la paz.“Sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la colaboración entre los pueblos” fueron las razones para otorgarle el reconocimiento.

Obama se había destacado como mandatario por su campaña del “Yes we can”, con la que dio esperanza a todo un pueblo en temas tan trascendentales como el cierre de Guantánamo, un proyecto de sanidad pública para todos los estadounidenses y la retirada de las tropas norteamericanas de Irak.

Para los defensores de esta concesión, el presidente, primer afroamericano en llegar a la Casa Blanca, simbolizó el cambio y la apuesta por unas relaciones internacionales basadas en la diplomacia y no en el intervencionismo en soberanías extranjeras, como su antecesor Geroge Bush.

En contraste, otros criticaron que el comité noruego le diera el premio por una paz que no era real y por unos supuestos políticos que la administración Obama todavía no había alcanzado y que, seis años después, todavía son una quimera. Por ejemplo, la clausura de Guantánamo.

Durante su gestión sí se lograron grandes avances para la política exterior y nacional, como el desbloqueo de las relaciones con Cuba o el acuerdo nuclear con Irán para frenar el rearme de ambas potenicas. Sin embargo, también hay que recordar que en 2009 Obama reforzó la presencia militar estadounidenses en Afganistán, en 2011 dio orden de bombardear Libia contra el régimen de Gadafi y en 2014 redobló sus tropas en Irak para luchar contra el radicalismo yihadista.

Yasir Arafafat, Simon Peres e Isaac Rabin, 1994

Los entonces presidentes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), ministro de Exteriores de Israel y primer ministro israelí, respectivamente, recibieron el galardón en conjunto por su “contribución histórica al proceso de paz entre Israel y Palestina, sustituyendo la guerra y el odio por la cooperación”.

La crítica llegó desde el anuncio del fallo. Y es que, a pesar de la voluntad de ambas partes de llegar a puntos de encuentro para acabar con la escalada de violencia, todavía se mantenía el conflicto entre palestinos e israelíes.

El asesinato de Rabin en 1995 por un israelí ultranacionalista supuso el inicio del fin de las negociaciones y el fracaso de los acuerdos de paz en años posteriores.

También se cuestionó al comité noruego por otorgarle el premio a Arafat. De hecho, uno de sus miembros, Kaare Kristiansen, dimitió antes del anuncio por este motivo. Del presidente de la OLP dijo que “no se podía recompensar con el Nobel su pasado teñido de violencia, terrorismo y sangre”.

En pleno 2016, este conflicto sigue tan vigente como entonces.