Origami cuenta con 14 jardines, 12 de ellos en Bogotá | Cuarentena afecta desarrollo de niños pequeños | Educación Colombia coronavirus | Foto: SEMANA

EDUCACIÓN

"Aislados, los niños pequeños van a crecer muy asustados con la vida": experta

Isabel Segovia, directora de Jardines Origami y gestora de la política De Cero a Siempre, asegura que de no reabrir los jardines, no solo muchos quebrarían, sino que se afectaría irreversiblemente el desarrollo de una generación de niños.

28 de junio de 2020

SEMANA: ¿Se deben reabrir los jardines en agosto a pesar de la evidente preocupación de muchos padres?

ISABEL SEGOVIA (I.S.): La situación de los niños no puede seguir como está. Cuando los papás dicen que no van a mandar a los niños, normalmente son papás que están en una buena situación económica, que los hijos tienen la virtualidad resuelta, tienen viviendas amplias, pero hay realidades distintas y familias que necesitan retomar esta nueva normalidad. Los más chiquitos tienen que empezar a salir de casa, relacionarse con sus compañeros, con sus profes y tener espacios de recreación. Eso es crucial para su desarrollo. 

SEMANA: ¿Cuál es la situación de los jardines infantiles?

I.S.:En el caso de Origami, que somos una organización grande y con respaldo, apenas hemos sobrevivido, pero esa no es la realidad de todos los jardines. Sé que hay muchos que desde ya dicen que no llegan a agosto. Otros no saben cómo seguir adelante si les toca hacer las adecuaciones para cumplir los protocolos de bioseguridad. Muchos jardines de trayectoria están en riesgo. 

SEMANA: ¿Y los beneficios del Ministerio de Educación?

I.S.: La ayuda no fue ninguna otra que los apoyos que recibió cualquier empresa, si es que los jardines clasificaban. Además, llegaron tarde. Muchos jardines quedaron ahogados desde abril.

SEMANA: ¿Qué afectación puede generar que los niños sigan sin ir al jardín?

I.S.: Antes de los 6 años se hacen todas las conexiones neurosensoriales, el proceso de desarrollo cognitivo nace ahí. En esa etapa, esas conexiones se hacen con el aprendizaje mediante el sentir y el movimiento. Ahí está el primer problema. Los niños deben moverse todo el tiempo. El hecho de que sean inquietos no es casualidad, pues así es como ellos comienzan a hacer esas conexiones y empiezan a tener un desarrollo equilbrado. Tocar la arena, la pintura, la plastilina; ensuciarse...Todo eso estimula esas conexiones. Y lo más importante es lo emocional, la socialización que tienen en el jardín. Es allí donde se desarrollan esos valores de empatía, respeto, solidaridad. Ese desarrollo no se da si un niño está aislado o solo con adultos.

SEMANA: ¿Qué les diría a los papás que insisten en no enviar a sus hijos al jardín?

I.S.: La cura está siendo peor que la enfermedad. Los niños van a crecer muy asustados con la vida. Esto les impedirá desarrollarse como cualquier niño en otro momento. Tendrán miedo de saltar, de ensuciarse, de convivir con los demás. Aunque en el momento no se noten los efectos, las decisiones que tomemos ahora impactarán el desarrollo y el rendimiento de nuestros hijos. Este pánico, esta energía de todos los padres, se debería invertir para exigirles a las instituciones que cumplan con los protocolos de seguridad para dar una educación de calidad a nuestros niños en medio de esta nueva normalidad.

SEMANA:  En el momento el debate se centra en la reapertura de colegios, pero parece más urgente la de los jardines. ¿Es así?

I.S.: Una realidad es que los niños de la primera infancia deben volver ya por la importancia que tiene la socialización y otras actividades que realizan con los docentes y compañeros en su desarrollo. En la adolescencia, en el bachillerato, los estudiantes están más maduros y, si bien también son muy importantes las relaciones sociales en ese momento de la vida, al estar más maduros tienen más facilidades, más herramientas y alternativas para suplir la socialización, cosa que los más pequeños no tienen.

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SEMANA: ¿Cómo se adaptaron los jardines a la virtualidad?

I.S.: Fue un reto grande que llegó de un momento a otro. Ha sido un proceso de aprendizaje. En nuestro caso, reaccionamos rápido con la virtualidad. En marzo hubo mucho ensayo, pero atendimos a los papas lo mejor que pudimos. En abril montamos un programa virtual para seguir el proceso educativo, pero el reto más grande es seguir ese proceso con los bebés y los más pequeños, pues si bien la virtualidad puede ser un complemento, en el desarrollo del proceso pedagógico uno va perdiendo el interés de los más pequeños al no estar el profesor. Desde los tres años pudimos adaptar mejor los programas y culminar el semestre en todos los jardines. Creo que los papás que se quedaron están satisfechos, porque -realmente hay que decirlo- en el proceso y durante la pandemia se fueron varios papás. Sé que otros jardines han tenido más dificultades en este proceso. 

SEMANA: ¿Qué tantos padres se han retirado y qué tanto ha caído el pago de matrículas?

I.S.: Hay papás que desde muy temprano tuvieron problemas económicos. Por es razón, desde muy temprano cambiamos forma de pago. Sabíamos que lo que venía era difícil y muchos papás no iban a poder hacer el pago completo. A diferencia de los colegios, en los jardines los padres no se sienten obligados a cumplir con el contrato del año, mientras que en el colegio el miedo a perder el año o el cupo los mantiene. Propusimos que pagando con la pensión de abril no pagaban mayo y seguíamos en la virtualidad. Buscamos alternativas para no interrumpir el proceso de los niños. Eso nos ayudó a retener gente. Vimos qué papás había en situacion crítica. Algunos siguieron becados, pero por diferentes razones algunos -incluso becados- no volvieron. El tema de fondo es que la gente se ha ido desconectando. De los 1.100 niños que tenemos en los 14 jardines, hemos ido perdiendo, en promedio, 100 niños por mes desde que empezó la cuarentena.

SEMANA: ¿Qué hacer de cara a los próximos meses?

I.S.: Se deben buscar alternativas. En nuestro caso, inventamos otra oferta semipresencial para que no estén ahogados con el encierro, lo cual -como he dicho- es gravísimo para el desarrollo de un niño. Hemos planteado un programa que se llama ‘Origami en casa‘, donde los docentes van a la casa de los niños 8 horas por semana, con todas las medidas de bioseguridad. Los recogemos y dejamos en casa para evitar cualquier riesgo. Esto ha sido un éxito absoluto porque se nos olvida que los papás también están agobiados con el trabajo en casa y no es tarea fácil educar a los más pequeños. Como organización, estamos convencidos de que se debe retomar la presencialidad y, como sector educativo, creemos que debemos trabajar en conjunto para cumplir con los protocolos y que los niños tengan derecho a una educación de calidad.