BRASIL 2014

De los directores técnicos a los rectores

Julián De Zubiría destaca el papel central de los entrenadores de Colombia y Costa Rica en el Mundial y los compara con el papel que deberían tener los líderes de las instituciones educativas.

Julián De Zubiría*
2 de julio de 2014
El liderazgo de Pékerman y Pinto frente a sus selecciones es una lección para los rectores.


Más que en ningún otro mundial de fútbol, en Brasil del 2014 ha sido decisivo el papel de los directores técnicos. Con un equipo modesto (al menos sobre el papel), Jorge Luis Pinto puso a Costa Rica en cuartos de final. Ahora se enfrentará a Holanda, pero todo lo que haga ya es ganancia: ha llegado más lejos de lo que cualquiera hubiera pronosticado. Nadie daba un peso cuando se supo que estaría en el mismo grupo con tres campeones mundiales: Uruguay, Inglaterra e Italia. Con seguridad estos equipos daban por seguros los tres puntos contra la ‘débil’ Costa Rica.

Sin embargo fue uno de los primeros clasificados a la siguiente fase luego de vencer al aguerrido Uruguay y a la renombrada Italia. En octavos, dio cuenta de Grecia, ganadora de la Eurocopa del 2004. En la última clasificación de la FIFA, Costa Rica apareció en el puesto 28 mientras que todos sus rivales estaban ubicados entre los diez primeros. El valor sumado de los salarios de todo su equipo es inferior al de uno solo de los jugadores de Italia: Balottelli (4,5 millones de Euros por año). Estadística que realmente poco importó.

El papel central en este resultado lo tiene un técnico estudioso, aguerrido, disciplinado y exigente Jorge Luis Pinto. Lo apodan “explosivo” por su temperamento fuerte y algo autoritario, pero es indiscutible que el estudio minucioso de su rival hizo ver a Uruguay sin la garra característica. Debilitó y neutralizó a la campeona de los recientes mundiales de fútbol de 1982 y del 2006 haciendo que sus delanteros incurrieran en 11 fueras de lugar. Su salario anual es diez veces inferior al del técnico Cesare Prandelli de Italia y quinces veces menor al de Roy Hodgson de Inglaterra. Pero eso, tampoco importó.

Con una personalidad mucho más pausada y reflexiva, José Pékerman es uno de los responsables del excelente nivel mostrado por Colombia. Prácticamente con los mismos jugadores logró ubicar a Colombia en el tercer puesto de la FIFA en julio del 2013, cuando dos años atrás y bajo la dirección del ‘Bolillo’ Gómez, estuvimos ubicados en el puesto 54 (junio de 2011): Generó la confianza, disciplina, el trabajo en equipo y la cohesión que había sido tan esquiva con los Técnicos anteriores. Paradójicamente la ausencia de Falcao fortaleció el trabajo y el compromiso colectivo y generó nuevos liderazgos.

¿Qué tiene que ver esto con educación? Contrario a lo sucedido en el actual mundial de fútbol, en el sector hemos subvalorado el papel de los rectores en el desarrollo de los sistemas educativos. Necesitamos desarrollar sus competencias metacognitivas para favorecer la planeación estratégica, la evaluación constante de procesos, la verificación del logro de las metas establecidas y la reelaboración de éstas.

Su rol se trastocó por completo y por ello hoy son expertos en procesos legales pues tienen que atender las demandas y tutelas que a diario se les presentan, así como los frecuentes procesos de investigación y seguimiento de la Contraloría.

Para complejizar el problema, difícilmente hay un directivo educativo en Colombia que disponga de verdadera autonomía: no pueden seleccionar ni a comienzo ni a fin de año a estudiantes, docentes o padres de familia, creen que no tienen la capacidad para modificar el currículo, carecen de instrumentos y herramientas para evaluar y estimular a los mejores docentes, estudiantes o procesos. Y tampoco pueden hacer intervenciones para mejorar el clima en el aula y en la institución.

Los rectores no asisten a las reuniones de profesores ya que suelen permanecer encerrados en sus oficinas resolviendo problemas legales y administrativos. Sin ellos es impensable fortalecer los Proyectos Educativos Institucionales. Sin ellos es casi imposible cualificar el clima institucional. Sin ellos es impensable aprehender de la experiencia previa, revisar los logros y retroalimentar los procesos. Y sin todo lo anterior, es imposible mejorar la calidad de la educación en Colombia.

Pékerman no llevó a Farid Mondragón para que tapara en el mundial de Brasil, sino para que ayudara a cohesionar al equipo. Cuando salió al campo en el minuto 84 en el partido contra Japón muchos lloramos.

Pero Mondragón ya había jugado previamente el partido que le correspondía: darle confianza, apoyo y cohesión al equipo. Por eso sufrimos tanto con esos 6 minutos adicionales que le dio el técnico. Al hacerlo, había aprehendido una gran lección del equipo colombiano que jugó en Estados Unidos en 1994: con excelentes jugadores no pudimos pasar a la segunda fase porque la cohesión del equipo era débil, persistían las tensiones entre los jugadores, Maturana no lograba establecer la disciplina necesaria y los líderes disociadores seguían deteriorando el clima de trabajo del equipo ante la mirada impotente del técnico.

Para complejizar, las tensiones venían desde dentro y desde fuera, ya que las mafias, antes de asesinar a Andrés Escobar, ya habían amenazado a Maturana para que no alineara a Barrabás Gómez, el hermano del ‘Bolillo’.

Ese era el clima de la grandiosa selección que había derrotado a Argentina 5 a 0 en su propio estadio. Por eso no pudimos ganarle ni a Estados Unidos ni a Rumania y salimos por la puerta de atrás a pesar de tener una de las mejores selecciones del momento.

No basta con tener buenos jugadores, como tampoco lograremos mejorar la calidad de la educación básica si exclusivamente nos concentramos en seleccionar y evaluar bien a los docentes, dejando de lado a los rectores.

En sentido contrario, podemos destacar que los más encumbrados directores técnicos no lograron orientar a sus respectivas selecciones hacia el triunfo a pesar de los altísimos salarios que devengan: de los seis directores técnicos mejor pagos del mundial, solo dos lograron llevar a su equipo a los octavos de final (Scolari de Brasil y Löw dirigiendo de Alemania).

Así mismo, contando con los mejores jugadores en el mundial de Suráfrica, el equipo dirigido por Diego Maradona fue humillado por Alemania en cuartos de final en su último partido como director técnico de la “albiceleste”. ¡Solo a los argentinos se les ocurre poner a alguien tan inestable, poco estudioso, inmaduro y de bajo de liderazgo en la dirección técnica de un equipo nacional!

Los estudios latinoamericanos ubican el clima institucional como la variable más importante de la calidad educativa. Según el estudio Latin American Laboratory for Assessment of the Quality of Education (LLECE, por sus siglas en inglés) los colegios con mejor clima institucional obtienen para quinto de primaria en Matemáticas 115 puntos más en las pruebas de Matemáticas y 92 puntos en las de Lenguaje.

Esta es una de las explicaciones a los excepcionales resultados de la educación cubana: el excelente clima que se vive en las instituciones y en el aula de clase. Apoyo, colaboración y trabajo en equipo son las constantes entre estudiantes, docentes, padres y directivos. No es ni por los salarios de los docentes, ni por la tecnología, ni por la infraestructura o el alto gasto en educación, ni por el PIB per cápita de sus habitantes.

Así mismo, los estudios de calidad en América Latina ubican al rector como la segunda variable de la cual dependen los resultados de una institución educativa. Lo esencial que encuentran es que los directivos estén concentrados en lo pedagógico y no en lo administrativo. Es lógico que sea así ya que para formar mejores seres humanos, necesitamos tener al frente de la institución un líder pedagógico más que un buen administrador.

En el fútbol, es indiscutible que hay jugadores desequilibrantes como Neymar, Robben, James o Messi, pero aun así, estos jugadores no desarrollarían todo su potencial si no contaran con técnicos que captaran sus fortalezas y debilidades, que les brindaran la confianza necesaria y que lograran integrar a estos cracks a un sistema de juego colectivo y flexible.

Si queremos mejorar la calidad de la educación en Colombia, hay que convertir a los rectores en verdaderos líderes pedagógicos. H ay que empoderarlos como líderes y gestores de un mejor clima institucional. Así mismo, tendremos que transformar sus sistemas de formación y dotarlos de herramientas para garantizar evaluaciones formativas de docentes que retroalimenten el proceso educativo, en el mismo espíritu de la Ley General de Educación.

Esto no será posible mientras no superemos el sesgo administrativo y gerencial que se apoderó de la educación básica colombiana durante la década anterior y que tanto daño le ha hecho a la calidad de la educación en Colombia.

* Director y fundador del Instituto Alberto Merani (correo@institutomenarini.edu.co)