Pedagogía
Experiencias pedagógicas que fracasaron, ¿por qué?
Varios docentes, en su intento por marcar la diferencia en el salón de clases, le contaron a Semana Educación sus iniciativas que lamentablemente no salieron bien. ¿Qué sucedió?
Ser profesor no es una tarea fácil. Los docentes se enfrentan diariamente a constantes retos como preparar una clase, hacer evaluaciones e incluso inventar algún método para que los estudiantes no se aburran cuando los contenidos son difíciles de aprender. Algunos de los maestros del país le contaron a Semana Educación cuáles han sido sus más grandes problemas cuando intentaron cambiar la metodología de sus clases. Muchos de ellos aseguraron que, aunque conocen muchas experiencias exitosas, para ellos el problema con las políticas de las instituciones, la falta de herramientas tecnológicas, el elevado número de niños por salón, son algunas de sus restricciones para no cambiar el modelo educativo con el que no están de acuerdo, pero con el que tienen que trabajar.
“Mero Whiplash”
Inspirados en la película ‘Whiplash’ que cuenta la historia de un joven baterista de jazz al que su profesor le exige más allá de sus límites para obtener su máximo potencial, tres profesores de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Quindío tomaron la idea de esta cinta para organizar, con el consentimiento de algunos de sus alumnos, un proyecto llamado ‘Mero Whiplash’ con el fin de elevar el nivel de exigencia en las clases.
Para uno de los docentes que participó en el proyecto, Jhon Isaza, esta metodología fue una respuesta a lo que hace falta en el campus académico. “Las universidades no ofrecen un principio de realidad, estamos tan preocupados por el contenido y los currículos que descuidamos la disposición laboral, una disposición al aprendizaje, reconocer que lo que el estudiante aprende es limitado”, cuenta.
Sin embargo, la propuesta no estaba enmarcada en las políticas de la facultad universitaria y tampoco contaba con la autorización de las directivas. “Estábamos haciendo una prueba piloto para a hacer férrea la actitud del estudiante, y para que pudiera recibir como debería recibirse una crítica, por bien o mal que llegue, porque somos la generación galleta que no aguanta las críticas. Lo que hicimos fue atacar ese fenómeno ”, explica Isaza.
Según el docente, a los alumnos se les exigía que respondieran actitudinalmente a ciertos sistemas de trabajo, no tanto en el contenido, pues lo que se buscaba era trabajar en la reacción de los estudiantes ante la presión de un trabajo. Pero muchos alumnos llegaron a sentirse maltratados, y los profesores que no hacían parte del proyecto, empezaron a molestarse por el tono de la propuesta.
Finalmente el proyecto fracasó porque, “los estudiantes no estuvieron de acuerdo con la sobrecarga, y porque hubo profesores que se manifestaron en contra de que lo hicimos. Para nosotros fue molesto que intentarámos atacar una debilidad y que hubiera tanta resistencia y se empezaran a generar rumores impertinentes. Decidimos aislarnos de proyecto”, asegura el docente Isaza.
“El profesor también aprende”
Óscar Victoria es profesor de Tecnología e Informática de la Universidad Icesi en Cali, y aunque hace parte de la generación de los ‘Baby boomers’, personas que hace poco aprendieron a usar una aplicación o un smartphone, ha intentado, con la ayuda de sus estudiantes, estar siempre a la vanguardia de la tecnología.
“A los muchachos que tengo en mis clases les encanta navegar en internet, son chicos que vuelan en un computador o en una tablet, por eso yo tengo un reto más grande, el de estudiar mucho más para poder llegar a la clase con conocimientos que ellos no conocen”, relata Victoria.
Esta forma de enseñar es la que todos los profesores deberían asumir, según el experto en nuevas pedagogías, Eduard Muntaner, de la Universidad de Girona, España, “el sistema educativo antiguo es el que establecía que el profesor es la única persona que tiene el conocimiento. Ahora las cosas han cambiado, entre todo el grupo de la clase se puede crear conocimiento”, explica.
“Mi metodología es hacerle saber al estudiante que no sé sobre muchas aplicaciones o herramientas tecnológicas, pero también les digo que en caso de no saber, investigo y en la próxima clase aprendemos juntos”, explica el docente.
Sin embargo, Óscar Victoria asegura que sus compañeros docentes no están de acuerdo con su forma de enseñar y le piden que “no se eche al agua” para evitar que sus propios estudiantes lo juzguen.
“Mi profesor no es exigente”
En el municipio de Sibundoy en Putumayo, el profesor José Luis Calvache ha hecho hasta lo imposible para que sus estudiantes de grado Décimo y Once usen la poca tecnología que tienen al alcance para contar la importancia histórica de su territorio.
Su intención es que los estudiantes tengan en cuenta su realidad y la plasmen en la realidad virtual, por ello hizo que sus alumnos realizaran un mapa de su pueblo a través de la herramienta gratuita OpenStreetMap, usada para crear cartografías y hacerlas públicas.
La metodología consistía en que los estudiantes debían hacer un recorrido por Sibundoy e identificar las rutas por las que se llega y se sale del municipio para facilitar la visita de los extranjeros. También debían marcar los puntos históricamente importantes para ponerlos en el mapa: una tarea de investigar y ejecutar.
Aunque cuentan con tabletas que el gobierno les ha suministrado, la conexión a internet para realizar los mapeos en la herramienta OpenStreetMap, es limitado.
Sin embargo, eso no es lo único que le preocupa a José Luis Calvache, quien solo lleva un año como profesor. Asegura que sus alumnos creen que no es un profesor exigente. “A veces los estudiantes no tienen el mismo ánimo para trabajar en estos talleres, muchas veces me dicen que yo no soy exigente con ellos porque no les pongo tareas y por el contrario, los envío a investigar la historia de su pueblo”, dice Calvache.
Pero eso no es todo, aunque Calvache apoyó el paro de docentes que terminó el viernes 16 de junio, la suspensión de las clases fue una de las causas para que el proyecto no continuara. Por ahora solo espera que sus alumnos regresen a las clases con más entusiasmo para mapear la historia de su pueblo.
“No puedo con 40 mentes a la vez”
“Siempre intento que mis clases sean diferentes, pero con la cantidad de alumnos no se pueden desarrollar muy bien las actividades”, asegura Bernardo Rojas, docente de Educación Física del Colegio San Pedro Claver de Tuluá, Valle del Cauca.
Aunque en las clases de Educación Física podría resultar más fácil que los estudiantes puedan aprender a través del juego cómo se comporta el cuerpo humano, son muchos los profesores que se quejan porque esto no se aprende en dos horas a la semana.
“Los alumnos e incluso los padres de familia creen que la materia de Educación Física es la hora de juego, y no tienen la culpa, el sistema educativo actual está planteado para que se dicte de esta manera. No se puede enseñar conceptos, teorías, porque los alumnos solo esperan jugar con el balón”, asegura Rojas.
A pesar de que este docente ha intentado por medio de dramatizados hablar sobre el deporte como fenómeno social y cultural para explicar temas como el racismo en el fútbol, es muy difícil para él ya que luego de que los estudiantes comprenden estos conceptos, deben socializarlos, “es complejo manejar 40 mentes a la vez, es desgastante porque no escuchan y no se comparte conocimiento de verdad”, dice.