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Así funciona la formación técnica en otros países

Lograr un sistema de educación técnica de calidad y pertinente es un reto para la gran mayoría de Gobiernos. Estas son algunas de las experiencias más exitosas de las que debería aprender el país.

2 de octubre de 2017
| Foto: AP

“Escucho y olvido. Veo y recuerdo. Hago y entiendo”, dice un proverbio chino. En general, muchas personas coinciden con esa aseveración: hay cosas que solo se aprenden en la práctica. Sin embargo, la opinión popular, es que la educación técnica —donde la enseñanza por la práctica toma relevancia— es de segundo nivel. ¿Cómo hacer de esta alternativa una opción atractiva y de calidad? No hay ningún modelo que aplique a todos los casos por igual. Pero las experiencias internacionales demuestran que hay ciertos factores de éxito.

Por ejemplo, es importante tener un contenido educativo pertinente. De acuerdo con el documento Avances y retos en la formación para el trabajo en Colombia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), hay que “capturar de manera confiable información sobre los requerimientos de habilidades del sector productivo para elaborar y actualizar currículos”.

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Además, la educación vocacional funciona mejor cuando se aplica desde temprano. De esta manera, los sistemas de educación técnica más destacados ienden a promover este tipo de metodología desde los 14 o 15 años. A esta edad, los jóvenes ya están decidiendo qué opción profesional prefieren y, muchas veces, ya están formándose en las empresas.

Pero, sobre todo, los expertos destacan la importancia de la articulación entre las entidades públicas, las instituciones educativas y las empresas. De acuerdo con el estudio Educación al empleo: diseñando un sistema funcional de la consultora internacional McKinsey & Company, en los mejores sistemas de formación técnica a nivel mundial existe una relación simbiótica donde las escuelas proveen fuerza de trabajo oportuna a las empresas y estas participan activamente en el diseño curricular.

Educación dual, el modelo por excelencia
Uno de los modelos de formación técnica más reconocidos en el mundo es, sin duda, el dual en Alemania. La educación germana tiene su origen en los gremios de artesanos en el siglo XV. Estas instituciones tenían un papel vital en la formación de aprendices en la práctica laboral y en la creación de escuelas de medio tiempo en las que se formaban jóvenes artesanos en aspectos relacionados con su trabajo. En la mayor parte de Europa, estos gremios perdieron relevancia hacia el siglo XIX, pero en Alemania se mantuvieron hasta la actualidad. De ahí la importancia del aprendizaje práctico y la fuerte vinculación del sector productivo dentro del sistema de educación dual del país teutón.

En este modelo los jóvenes de 15 a 18 años estudian el 30 % de la semana en una  erufsschule (una institución de educación media con énfasis en la formación técnica) y el otro 70 % en una empresa como practicantes. Esto facilita su inmersión temprana en el campo laboral y la aplicación práctica de los conceptos académicos aprendidos en la escuela.

Para que esto funcione, la clave es la colaboración entre los sectores público y privado. Los empleadores tienen una importante influencia en el proceso de diseño curricular gracias a su participación en la junta directiva del Instituto Federal de Formación Profesional (BIBB), que desarrolla los contenidos académicos. Pero, además, cada empresa formula su propio plan de formación durante el tiempo que pasa el aprendiz en la organización. En las compañías más grandes, por lo general, los practicantes entrenan en un taller de aprendizaje, pero en las más chicas se involucran dentro del mismo proceso de producción, muchas veces bajo el model tradicional de acompañar, observar y colaborar a un maestro a hacer el trabajo.

Hoy el sistema dual es uno de los caminos educativos más seleccionados en Alemania; cerca del 40 % de los estudiantes lo escogen. Y no solo en ese país. Muchos lugares de todas las latitudes lo han intentado replicar, con mayor o menor éxito; se ha probado en China, Rusia, Vietnam, Corea del Sur, Filipinas, Chile, e incluso en Colombia.

Sin embargo, este popular sistema no está exento de críticas. Según un estudio de 2015 publicado en The Journal of Human Resources, los egresados de programas de educación dual se vinculan más fácilmente al ámbito laboral que los profesionales, pero se les dificulta más conseguir empleo a partir de los 40 años, pues los aprendices carecen de competencias generales necesarias para adaptarse a los cambios laborales a largo plazo.

Por otro lado, muchos critican el frenesí mundial por replicar el modelo dual ‘a las bravas‘. Y es que el éxito de este está muy relacionado con el contexto histórico, económico y cultural alemán, como sugiere Dieter Euler, director del Consejo de Investigación del BIBB, en el estudio Sistema de entrenamiento vocacional dual: ¿un modelo para otros países? Pero en un país donde la educación técnica ha carecido de reconocimiento para el Gobierno, las empresas y la sociedad, “difícilmente se podría implementar el modelo dual”, según dice el profesor Euler.

Sin embargo, otros países han superado estas dificultades. En Corea del Sur, por ejemplo, lograron implementar parte de las enseñanzas del sistema dual y superar el rechazo de una sociedad que no creía en el valor de la educación técnica. Algo similar sucedió en Singapur, donde el compromiso del Estado con la formación para el trabajo logró elaborar un modelo de educación técnica de renombre internacional. Por otro lado, la participación del sector empresarial también resulta fundamental en el caso de India, que tiene el reto de cualificar a su enorme población.

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Cuestión de estatus
En 2010, el Gobierno de Corea del Sur se dio cuenta de que su problema con la educación técnica iba más allá de lo financiero y lo académico; era una cuestión cultural. La sociedad coreana valora enormemente el academicismo, hasta el punto tener una de las tasas de cobertura universitaria más altas del mundo. Esto era un gran problema para las labores manuales y técnicas, que carecían del talento humano suficiente.

Por esta razón, el Gobierno creó las Escuelas Meister (maestro artesano en alemán), institutos de técnicos de educación media. El Estado les paga la matrícula y la residencia a los estudiantes, quienes reciben el apelativo de ‘jóvenes meisters’. La idea es combatir los prejuicios sociales y mejorar el estatus social de los que se dedican al trabajo manual y técnico en el país.

En el primer año los alumnos estudian competencias básicas, y en el segundo y tercer año escogen una especialidad. Para entonces, muchos ya tienen contratos de aprendizaje con el sector empresarial. Como en el sistema de educación dual alemán, los estudiantes coreanos intercalan el aprendizaje en las Escuelas Meister y en la práctica laboral. La industria se involucra en cada aspecto de este proyecto y, además de participar en el diseño curricular, facilita la obtención de empleo de los jóvenes. Las cifras son prometedoras: 85 % de la primera generación de jóvenes meisters cuentan con un contrato laboral, aun sin obtener su título profesional.

Visión hacia el futuro
Como destaca un informe del Center on International Education Benchmarking elocuentemente titulado El fénix: educación vocacional y técnica en Singapur, este estado pasó en muy corto tiempo de ser una pequeña nación sin industria ni educación técnica a ser uno de los grandes representantes mundiales en la formación para el trabajo. Dada la naturaleza geográfica de la isla, que no cuenta con recursos naturales para explotar, los singapurenses entendieron desde muy temprano la importancia de invertir en su capital humano.

En los años sesenta, el país asiático puso en marcha una estrategia nacional para desarrollar su industria de la mano de la formación técnica. Ya entonces los colegios técnicos enseñaban Ingeniería Mecánica, Instalación Eléctrica, Servicio de Radio, Mecánica de Motor, Refrigeración y Aire Acondicionado, entre otras materias. De hecho, en 1968, el Ministerio de Educación ordenó que todos los estudiantes de bachillerato vieran Metalistería, Carpintería, Dibujo Técnico y Electricidad Básica.

Hoy, 65 % de los alumnos optan por un bachillerato técnico en dos opciones, el diploma técnico, que implica pasar tiempo completo en un politécnico, o el certificado máster en educación técnica, que incluye dos años en el Instituto de Educación Técnica (ITE) y hacer tres años de experiencia práctica. Y no son los únicos. Los docentes de las instituciones de educación técnica también tienen que trabajar periódicamente en una empresa en la misma área en la que enseñan.

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El impulso empresarial
La participación del sector privado es fundamental. En especial, en los países que, como India, requieren soluciones masivas por su alta población y el rápido crecimiento de su economía. Por esta razón, en 2010, el Gobierno creó la Corporación Nacional de Desarrollo de Habilidades (NSDC, por sus siglas en inglés), cuyo principal objetivo es encontrar y financiar iniciativas privadas que promuevan la formación técnica. El resultado ha sido una sinergia público-privada sin precedentes en la que múltiples empresas y fundaciones educativas se están haciendo cargo de cumplir la meta del Estado.

Las alianzas público-privadas han tenido tanto éxito en India que, en menos de ocho años, el NSDC formó a 5,2 millones de estudiantes con la ayuda de 235 entidades privadas. Pero el caso más destacado ha sido el de IL&FS, una compañía india de financiación, que en 2007 desarrolló un programa para formar a jóvenes de áreas rurales con cursos técnicos cortos (de solo tres meses) en 27 campos laborales. El programa ha entrenado a la fecha a 1,5 millones de jóvenes, razón por la cual el estudio Educación al empleo: diseñando un sistema funcional de McKinsey & Company lo destaca como uno de los casos de formación para el trabajo más interesantes.

IL&FS Skills les garantiza a los estudiantes un empleo una vez terminan el curso. Para cumplir con esto tiene acuerdos con más de mil empresas en todo el país. Parte de la instrucción que se entrega en los centros de entrenamiento es en medios digitales con la herramienta K-Yan, desarrollada por la propia empresa. Además, los precios de los programas no son altos, el estudiante recupera su inversión en un tiempo promedio entre dos y seis meses de trabajo una vez terminado el curso.

¿Cómo va la educación dual en Colombia?
Hace casi 20 años, la Cámara de Industria y Comercio Colombo-Alemana (AHK) trajo el modelo dual para implementarlo en las universidades del país. La primera en implementarlo fue la fundación Universitaria Empresarial de la Cámara de Comercio de Bogotá. En esta institución la mayoría de programas son de formación dual y tienen convenios con 377 empresas coformadoras.

Además, hay programas de educación dual en Bucaramanga, con la Corporación Universitaria Alexander Von Humboldt; en Cali, con la Autónoma de Occidente, y en Barranquilla, con la Universidad de la Costa. Estas suman cerca de mil estudiantes en formación dual en el país, según las cifras de la AHK. A nivel de educación técnica y tecnológica, el Sena cuenta con 1.486 practicantes bajo el modelo dual, formato que implementa desde 2014. Actualmente, tienen acuerdo con 16 empresas para 21 programas. En estos, el practicante debe repartir su tiempo un 50 % de estudio y el 50 % restante en la empresa.

De acuerdo a la AHK, hay dos factores que dificultan la expansión del modelo dual en el país: la falta de conocimiento y de disposición en el sector laboral. Para que este sea exitoso requiere que muchas empresas se vinculen e inviertan en la formación de su propio capital humano, y no muchos empresarios colombianos están preparados para eso.

Este artículo hace parte de la edición 27 de la revista Semana Educación.  Si quiere informarse sobre lo que pasa en educación en el país y en el exterior, suscríbase ya llamando a los teléfonos (1) 607 3010 en Bogotá o en la línea gratuita 01 8000 51 41 41.

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