POLÉMICA
Cinco puntos para entender el manual de educación sexual
“Los Ambientes Escolares de Discriminación” han puesto a discutir al país sobre la educación sexual de los niños. Semana Educación se lo explica.
El Ministerio de Educación Nacional ha estado en el centro del debate por la divulgación en las redes sociales y en los medios de comunicación de una cartilla escolar titulada “Los Ambientes Escolares de Discriminación”. Desde entonces, asociaciones de padres han expresado su indignación y también le han lanzado críticas al MEN. Se han sumado a la discusión el procurador, Alejandro Ordóñez, y el expresidente Álvaro Uribe Vélez, que incluso, acusaron a Gina Parody de haber “iniciado un adoctrinamiento de género con sus cartillas” y “que se trata de un abuso a los menores, y un irrespeto a la naturaleza de la familia”.
Sin embargo, por otra parte, la directora de Colombia Diversa, Marcela Sánchez, afirmó que “las críticas se basan en comentarios aislados y parciales de la cartilla, para mentir y desinformar”. Entonces, Semana Educación ha decidido explicar, a grandes rasgos, de qué se trata la cartilla que ha despertado tanto debate y polarización en los últimos días.
1. La cartilla parte de que la escuela debe ser un espacio de transformación, para acabar los prejuicios y la discriminación, también para reconocer la diferencia. Es necesario formar en derechos humanos y en el respeto; estudiar la discriminación que han sufrido ciertos grupos sociales para entender que somos una sociedad diversa, que ha discriminado y excluido históricamente. El objetivo, de acuerdo con la Constitución Política y los Derechos Humanos, es promover el respeto por la vida, los derechos, la paz, los principios democráticos, el pluralismo, la solidaridad y la equidad. Y como la orientación sexual y la identidad sexual han sido razones de discriminación, desde las instituciones educativas deben comenzar los cambios.
2. Para evitar la discriminación social hay que deconstruir los prejuicios. Al afirmar que solo se nace con sexo masculino o femenino, por ejemplo, se excluye a los intersexuales, que comparten órganos reproductivos masculinos y femeninos. También sostiene que se debe educar en la diferenciación entre el sexo y el género, que ha sido una construcción histórica y cultural. Las actitudes y comportamientos de hombres y mujeres no siempre han sido los mismos en todas las sociedades y en todos los tiempos; no se comportaba igual un hombre en Colombia a comienzos del siglo XX que ahora, y lo mismo se podría decir sobre las mujeres. En este sentido, el sexo no necesariamente tiene que corresponder a un rol social específico. No debería imponerse entonces, por ejemplo, que los hombres sean asociados con la fortaleza y la objetividad, y las mujeres con la vulnerabilidad y al capricho.
3. No existe, necesariamente, una correspondencia entre el sexo y el género, ni entre el sexo y la orientación sexual. Algunas personas no se sienten identificadas con su género (transgéneros); otras se pueden sentir atraídos hacia su mismo sexo (homosexuales), hacia los dos sexos (bisexuales), o hacia el otro sexo (heterosexuales). El problema ha sido que históricamente se ha discriminado transgéneros, homosexuales, y bisexuales, y se ha asumido que la única forma de identificarse es con su propio género, y que sólo se puede ser heterosexual. Conocer que existen otras posibilidades de vivir y construir la sexualidad y el género, todas válidas y respetables, hace parte de un proceso de sensibilización, para que los niños construyan una sociedad más incluyente.
4. Los colegios no pueden imponer en los manuales de convivencia una única forma para expresar la identidad, ni para definir la sexualidad. La cartilla, de acuerdo a la Corte Constitucional, afirma que cada joven puede construir su identidad y su género libremente, porque “no existe una sola forma de ser hombre ni de ser mujer.” Afirma también, que “solo así se podrán eliminar los prejuicios y los estereotipos”. Entonces un niño puede, si así lo quiere, dejarse el pelo largo, usar aretes, y ropa estrecha; y una niña puede usar pantalón, y hablar firme.
5. En este sentido, propone que las comunidades educativas conformadas por las directivas, personeros, docentes, padres, y estudiantes, estudien los manuales de convivencia vigentes y que hagan ajustes, en caso de que las normativas de cada institución discrimen e impidan la diversidad sexual y de género. También se establece una ruta para disminuir la discriminación hacia las mujeres, los transgéneros, los homosexuales y los bisexuales, con actividades, como foros, murales y discusiones, que inviten a la sensibilización y al reconocimiento de la diversidad. El objetivo es que desde los colegios se prohíba la discriminación y se garanticen los derechos humanos.
La posición de la cartilla no dista de lo que afirma Abraham Megendzo, doctor en en Educación de la Universidad de California, invitado por la Secretaría de Educación de Bogotá, para hablar sobre el papel de las instituciones educativas en la construcción de un país en paz. Según el experto, "lo que se debe plantear desde la educación es una escuela transformadora, para la paz y la inclusión, no una escuela que reproduzca los parámetros autoritarios y discriminatorios".
Semana Educación lo invita a que lea la cartilla y luego tome posición.