UNIVERSIDADES
Estas son las mejores universidades de Colombia según las pruebas Saber Pro
En medio de los enormes desafíos que enfrentó la educación por efectos de la pandemia, los puntajes obtenidos este año por los recién graduados de pregrados dan un parte positivo.
Con el estallido social que comenzó en el país el pasado 28 de abril se han hecho más visibles las necesidades, angustias y expectativas de los jóvenes colombianos. Varios temas críticos han salido a la luz durante las marchas.
Por un lado está la falta de oportunidades laborales, que lleva a que cerca de 30 % de los universitarios recién graduados tarden hasta un año o más para conseguir trabajo. Muchos forman parte de un segmento de la población conocido como los ni-ni, es decir, que ni estudian ni trabajan.
Por otro están las elevadas tasas de desempleo juvenil que se han visto en medio de la pandemia: en marzo llegaron a 23,5 % para jóvenes entre 14 y 28 años. Y finalmente está el bajo acceso a la educación superior. Una verdadera tragedia para una generación de jóvenes que buscan oportunidades y muchas veces no las encuentran, ya sea porque no se están creando los puestos de trabajo o porque los candidatos no cuentan con las habilidades que exige el mercado laboral.
Y en tercer lugar, se ha convertido en una frustración para muchos jóvenes con sueños de mejorar su movilidad social. Juan Carlos Echeverry, exministro de Hacienda, bautizó como el “ahuecado embudo de la educación en Colombia” a las cifras que se conocen sobre este tema en el país.
Lo más leído
De los 755.000 niños y jóvenes que entran al sistema de educación, solo terminan graduándose de bachillerato 307.000 y al final únicamente 106.000 de la universidad, pero de ellos, 85.000 consiguen empleo, según los datos de Echeverry, con cifras del Ministerio de Educación, el DANE, la OCDE, el Observatorio Laboral y el Área Andina.
La ministra de Educación, María Victoria Angulo, señala que su cartera viene trabajando para solucionar varios de estos desafíos. Según el Ministerio de Educación, la tasa bruta de cobertura en educación superior que tiene el país es de 52,76 %, con cifras a 2019.
Y uno de los mayores retos del país es lograr que más jóvenes que egresan de la educación media lleguen a la educación superior. “Con el Programa Generación E, el acceso a la educación superior de calidad pasó de ser un privilegio de una minoría para convertirse en una posibilidad real para los jóvenes del país”, dice la ministra.
Con cifras en mano, explica que ya 181.000 jóvenes de 1.108 municipios del país ingresan a la educación superior de calidad “y reciben un apoyo para su sostenimiento que les permite permanecer en el sistema educativo, gracias a una alianza con Prosperidad Social”.
Y en respuesta a los clamores de los jóvenes, el Gobierno lanzó la iniciativa Matrícula Cero para que los estudiantes de estratos 1, 2 y 3 que cursan o van a ingresar a programas técnicos, profesionales o tecnológicos en las 63 instituciones de educación superior públicas, cuenten con gratuidad en el valor de la matrícula en el segundo semestre de 2021 y durante 2022.
Esta medida beneficiará a cerca de 695.000 estudiantes, es decir, 97% del total de estudiantes de pregrado de las instituciones públicas “y cierra una brecha social de muchos años”, afirma Angulo.
Más allá del acceso a la educación pública, el otro drama para los jóvenes del país tiene que ver con las oportunidades laborales. Datos del Observatorio Laboral para la Educación Superior (OLE) indican que, en 2019, el 75,8 % de los jóvenes graduados en universidades lograron acceder a un empleo.
Frente a este desafío, la ministra aseguró que para eliminar barreras de acceso al mercado laboral de los estudiantes de educación superior, educación para el trabajo y desarrollo humano, se reglamentó la Ley 2039 de 2020, que permite que las pasantías, prácticas, judicaturas, monitorias, contratos laborales y de prestación de servicios, así como la participación en grupos de investigación, sean acreditables como experiencia profesional válida.
Además, para facilitar la negociación del pliego presentado por el Comité del Paro, el Gobierno anunció un plan de choque para generar 500.000 empleos formales en jóvenes de 18 a 28 años. Este arranca el primero de julio y subsidiará 25 % del salario mínimo legal mensual a las empresas que contraten jóvenes. “Este subsidio equivale prácticamente a los costos de la seguridad social, por parte de empleadores, personas naturales o jurídicas, inscritos en el sistema de la planilla PILA”, dice Angulo.
Mauricio Rodríguez Múnera, profesor de Liderazgo de la Universidad Externado de Colombia y exrector del CESA, explica que estos conceptos son fundamentales: la relevancia se refiere a que la educación sea importante, que tenga sentido y valor, mientras la pertinencia significa que esté sintonizada con las necesidades del mundo actual, que sea coherente y congruente con lo que demanda el mercado.
“Ahí es donde hay que mejorar mucho el trabajo entre las empresas, sector público y academia, porque en algunos casos hay programas que no imparten una formación ni relevante ni pertinente. Se les enseña a los jóvenes cosas que no tienen una aplicación práctica en el mundo del trabajo, y no están conectados con las necesidades de las empresas y del sector público, la ciencia, el mundo empresarial y hasta la propia academia”, dice este experto.
Recuperar esa conexión en la formación universitaria con los conocimientos y las habilidades que necesitan los jóvenes en su vida profesional es un tema crítico. Esto implica impulsar el uso de tecnologías, promover la innovación y priorizar la enseñanza en ciencias, matemáticas y habilidades blandas, para preparar a los estudiantes en el abordaje de su vida laboral.
La buena noticia es que varias de las universidades del país trabajan ya en estos temas. Así queda claro en el ranking de Mejores Universidades que se publicó en la más reciente edición de SEMANA y destaca los resultados obtenidos en las pruebas Saber Pro por los jóvenes que decidieron apostarles a las denominadas carreras del futuro. En este grupo están las ingenierías, informática, matemáticas, ciencias y carreras que incorporan las habilidades blandas, como psicología, tan necesarias para enfrentar estos momentos de cambio.
Los testimonios de vida de cinco universitarios que lograron algunos de los mejores puntajes en las Saber Pro 2020 confirman que la conexión entre la academia y el mundo laboral facilita que los jóvenes estén listos para el siguiente desafío.
El ‘ranking’
Luego de más de un año desde que comenzó la pandemia, la educación superior se ha transformado, así como la manera de evaluar a los estudiantes. Por eso, este 2021 el tradicional ‘ranking’ de DINERO, con base en los resultados agregados obtenidos por las universidades en las pruebas Saber Pro presenta algunos cambios.
El Icfes publica los resultados por núcleos básicos de conocimiento (NBC), que agrupan programas de pregrado similares, y DINERO elabora el ranking.
En esta edición, se analizaron 55 NBC, incluidos aquellos en los que los estudiantes presentaron la prueba general, que evalúa las mismas habilidades de las Saber 11 (lectura crítica, razonamiento cuantitativo, competencias ciudadanas, comunicación escrita e inglés). En esta ocasión, no se aplicaron las pruebas específicas, referidas a temáticas particulares de cada carrera.
A fin de obtener el puntaje para el ranking de este año, se tuvo en cuenta solo el promedio de las pruebas generales. Los casos de empates se resolvieron por las diferencias en los decimales, y, cuando estos eran iguales, tuvo prioridad el mayor número de estudiantes evaluados.
No fue posible utilizar la metodología de años anteriores en la que se ponderaban los resultados de las pruebas generales y específicas por la ausencia de estas últimas. Se excluyeron los resultados de carreras universitarias en las que seis o menos alumnos presentaron las pruebas. Este es el ranking completo de los 55 NBC analizados.