Historias Solidarias
Historias Solidarias en Semana: haciendo posible lo que parece imposible
Natalia Henao lidera el programa periodístico Historias Solidarias en SEMANA, con el que empresas e instituciones podrán sumarse para hacer realidad los sueños de los más necesitados.
“Mejorar la calidad de vida de la gente”, así describe Natalia Henao el objetivo de Historias Solidarias en SEMANA, la nueva iniciativa periodística de esta casa editorial que busca dar relevancia a las necesidades de los ciudadanos de todo el país y remediarlas apelando a la filantropía de empresas e instituciones y entidades donantes.
“Tenemos que transformar Colombia apoyando a los más vulnerables. Lo que proponemos es una unión, un lazo virtuoso, donde Historias Solidarias está en el centro y a cada lado, el beneficiario y el donante. Así ayudamos a hacer posible lo que parece imposible”, explica Henao, directora del programa, que ya se está transmitiendo por Semana Play.
El espacio, que se concentra en historias alrededor de problemáticas de salud, educativas, sociales y económicas de poblaciones que necesitan apoyo, sirve de puente para que empresas e instituciones que quieran realizar acciones en pro de los demás, puedan materializarlas. “De la mano de ellas, vamos a construir el país que queremos, con acciones ciento por ciento solidarias y responsables”, añade Henao, quien buscará que el programa se desarrolle a lo largo y ancho del país.
Ya está habilitado el correo electrónico historiassolidarias@semana.com para recibir las problemáticas específicas de la población, así como para conocer las empresas que están interesadas en participar en las donaciones y en dar a conocer su labor social.
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Cada semana, una nueva historia que transforma vidas y comunidades. La primera tuvo lugar en la localidad de Ciudad Bolívar, en Bogotá, en un colegio muy especial: Sierra Morena. Aquí, la crónica.
El sueño de tener una sala de informática dotada
Anclado en una montaña del sur de Bogotá, desde donde se observa una panorámica de la ciudad, se encuentra el Colegio Sierra Morena IED. La educación inclusiva es la columna vertebral del proyecto pedagógico de esta institución, que atiende a 4.786 estudiantes en sus cuatro sedes, desde niños hasta adultos mayores.
A partir de la realidad que rodea al plantel, ubicado en Ciudad Bolívar, se crearon programas especiales para atender las necesidades y dificultades que afrontan los diferentes grupos sociales. Uno de ellos, el analfabetismo. En 2007, el 4,8 por ciento de la población de la localidad era analfabeta, según un informe de la Cámara de Comercio de Bogotá. Diez años después, este indicador disminuyó al 2,1 por ciento, pero el problema persiste: luego de Sumapaz, es la segunda zona con mayor índice de personas que no saben leer ni escribir del Distrito.
Desde hace 17 años, el colegio ofrece un programa de formación para adultos desde los 18 hasta los 90 años. Cada año se gradúan alrededor de 50 adultos. Según Andrés Felipe Marín, rector del colegio, “el adulto que viene a estudiar es porque necesita su título para cualificarse en su espacio laboral y obtener mejores ingresos”. Además, dice, no solo el analfabetismo afecta la localidad: también la inseguridad, las dificultades socioeconómicas –la mayoría de las familias viven en estratos 1 y 2– y la violencia intrafamiliar.
Uno de los problemas del colegio era la falta de una sala de informática dotada con computadores. El espacio existía y estaba adecuado con sillas y mesas, pero no había computadores. “Es increíble que en pleno siglo XXI existan colegios donde se enseña informática en un cuaderno”, afirma el rector.
El caso fue conocido por Historias Solidarias en SEMANA, así fue posible la donación de diez computadores por parte de Lenovo y de un televisor de 85 pulgadas por un donante anónimo. “Estamos muy contentos de recibirlos y poder brindarles a nuestros niños y adultos una verdadera educación en tecnología e informática. Es un sueño cumplido”, agrega Marín.
El Colegio Sierra Morena podrá seguir fortaleciendo su proceso educativo y transformando la vida de todos los miembros de su comunidad. Como afirma Christian Robayo, egresado del colegio y hoy edil de la localidad: “En el colegio nos forman en liderazgo y, gracias a eso, ahora soy defensor de derechos humanos. Respaldo los proyectos que nos beneficien a todos”.