ENTREVISTA

Jardines infantiles: ¿enviar a los hijos en plena pandemia?

El psiquiatra infantil Felipe Agudelo advierte las consecuencias graves e irreversibles que pueden presentar en el desarrollo cerebral los niños menores de cinco años que no tengan la estimulación e interacción que tienen en las escuelas.

26 de septiembre de 2020
Reapertura de colegios y jardines infantiles.
Reapertura de colegios y jardines infantiles. | Foto: Secretaría de Integración Social

Desde mediados de este mes, los jardines del país pueden tomar actividades presenciales bajo los lineamientos que estipuló el Ministerio de Educación. En Bogotá, las instituciones privadas ya puede presentar a la Alcaldía sus protocolos para poder retomar labores, con una capacidad máxima del 35 por ciento.

Incluso, los primeros jardines públicos ya reabrieron en la capital. La Secretaría de Inclusión Social anunció el regreso de los primeros 10 en diferentes horarios. Los que aún no han abierto ofrecen estrategias a distancia. Sin embargo, para muchas familias la educación virtual en los más pequeños no funciona, pero también temen enviar a sus pequeños a las aulas. Una encuesta de la Alcaldía indica que apenas un 12 por ciento de los padres lo haría.

Tanto la alcaldesa Claudia López como la ministra de Educación, María Victoria Angulo, han enfatizado que será decisión de los padres de familia autorizar el retorno voluntario de los niños y niñas. Si bien el temor en ellos predomina, los expertos también señalan que tener los jardines cerrados podría ser más grave en el largo plazo.

El psiquiatra infantil Felipe Agudelo advierte las consecuencias graves e irreversibles que pueden presentar en el desarrollo cerebral los niños menores de cinco años que no tengan la estimulación e interacción que tienen en las escuelas

SEMANA: En esta cuarentena muchos niños pequeños han estado encerrados por meses. ¿Qué implicaciones tiene esto en ellos?

Felipe Agudelo (F.A.): Estar en la casa podría ser una ventaja: conocer el desarrollo de nuestros hijos, aprender de sus juegos, enseñarles de la forma más amable posible nuestro mundo. Para el desarrollo psicológico normal y el bienestar de los niños y niñas, tanto la compañía de su familia como la formación de rutinas (que se modificaron ahora) y la interacción social son componentes esenciales. Proteger la vida de los niños y buscar la forma de mitigar las consecuencias negativas de la cuarentena en el hogar debe ser una prioridad. Si esto no se hace, los episodios depresivos y/o ansiosos, las dificultades en el neurodesarrollo, los trastornos por estrés postraumático serán, como se ha definido en otros países, la próxima pandemia.

SEMANA: Ese encierro va acompañado de un aumento del tiempo en pantallas y una disminución de otras actividades más lúdicas. ¿Qué impacto tiene eso?

F.A.: La tecnología no debe ser más que un medio, un entramado de utensilios que sirve al ser humano. No es un fin en sí. Es una herramienta que ahora nos sirve para acercarnos, para no perder del todo espacios de socialización, para poder estudiar, para informarnos, etc. El uso excesivo e inadecuado de la tecnología se ha asociado con aumento del riesgo de depresión, ansiedad, consumo problemático de sustancias psicoactivas, además de alteraciones articulares, etc. Los aparatos deben dejar de ser un biberón emocional, un medio para mantenerlos quietos y calmados. Se convierte así en el único pasatiempo, negándoles ese juego activo que es tan necesario. Ahí el mal uso de la tecnología sería de los padres y los afectados serían los niños y niñas. La recomendación de la OMS para actividades fuera del estudio o la comunicación entre familiares o personas significativas, es una hora al día y dos horas para fines de semana, esto por encima de los dos años, y siempre con supervisión e involucramiento respetuoso en sus juegos. Debemos asumir el reto de hacerles la vida divertida, y en eso la tecnología podría ser un medio, pero no dejemos esta importante labor en manos de un instrumento.

SEMANA: ¿Por qué la primera infancia es tan importante en el aprendizaje de un niño?

F.A.: Si bien el aprendizaje se produce a lo largo de la experiencia de vida, es durante los primeros años cuando se sientan las bases para el desarrollo posterior del individuo, a través de conexiones cerebrales. Se favorece así la adquisición de habilidades sociales, de lenguaje, motricidad fina y gruesa y del pensamiento simbólico. En la infancia se da la estructura y se inicia un método para que ocurra el aprendizaje, y este no solo consiste en adquirir información académica. También incluye un aprendizaje motor, del lenguaje, socioemocional… Este último ha cobrado en nuestros días (incluso desde antes de la pandemia) una gran importancia como un aspecto central en el desarrollo integral de las personas. En la primera infancia, la vinculación con un adulto emocionalmente competente y la interacción a través de diálogos emocionales positivos es el medio más reconocido para lograr que las personas logren comprender las emociones y comunicarlas.

Jardines infantiles | Foto: Archivo particular


SEMANA: Este papel del adulto es fundamental...

F.A.: Sí. Lo que se haga a esa edad potencia los otros aprendizajes, un cerebro creativo, tranquilo y con confianza en el mundo, aprende y seguirá aprendiendo mucho mejor que uno que esté constantemente preocupado por cuestiones de supervivencia, como la alimentación, la seguridad personal, los determinantes sociales. Estos dominios interactúan con cada uno de los otros y mutuamente refuerzan el proceso de desarrollo. Dar las necesidades nutricionales, el soporte emocional, oportunidades para jugar y explorar protegiendo al niño de las adversidades, determina el desarrollo cerebral, el desarrollo humano.

SEMANA: ¿Cómo impactan estos primeros años lo que viene más adelante?

F.A.: Las experiencias de los primeros años de vida tendrán una interacción con la carga genética, lo que determinará una conducta posterior como rendimiento académico, logros laborales, relaciones interpersonales, etc. Incluso, considerando conceptos de la epigenética, tendrá impactos en generaciones posteriores. En los primeros cinco años, pero también en la infancia y en la adolescencia, estas experiencias serán definitivas en la formación del cerebro, de sus funciones y, sobre todo, en la concepción que cada uno se forma del mundo, para asumir las dificultades y para mejorarlo cuando se pueda. De ahí que también los entornos deban brindar las posibilidades a estas familias para garantizar el aprendizaje inicial: unos padres suficientemente buenos, y acá retomo el concepto de D. Winnicott, necesitan una sociedad suficientemente buena para ejercer su rol de contención emocional y de enseñanza del mundo.

SEMANA: ¿Qué pasa en el cerebro a esa edad?

F.A.: Casi todo lo que va a seguir pasando en el resto de la vida. Podría resumirse en tres procesos que inician en la gestación. El primero es la proliferación neuronal: acá se forman neuronas destinadas a formar las áreas cerebrales que desempeñan funciones específicas, además de las neuronas de sostén. El segundo se denomina mielinización, proceso en el que las neuronas se recubren de un material de lípidos y proteínas que se llama mielina, lo cual acelera y mejora la transmisión eléctrica de las fibras nerviosas, es decir, la comunicación entre las neuronas que se traduce en acciones.

SEMANA: ¿Cuándo comienzan esos procesos?

F.A.: Esta fase se inicia aproximadamente a la 25.ª semana de gestación y se reduce cerca de los tres años de vida. Es cuando se presenta el tercer proceso, que consiste en la formación de interconexiones neuronales y guarda relación con el tiempo de la fase anterior. Estas interconexiones formadas en los primeros años guardan relación con las actividades básicas cotidianas, que permiten una relativa independencia, y siguen funcionando para convertir esa independencia física de los niños en la libertad conceptual de los adultos. Para expresarlo con una metáfora de Octavio Paz, estas interconexiones son los puentes que te comunican de ti mismo a ti mismo, y los entornos no solo ayudan a formarlos, sino a fortalecerlos.

SEMANA: ¿Qué factores inciden en que el cerebro no se desarrolle de manera adecuada?

F.A.: Específicamente son muchos. Pero es necesario recordar la descripción que hace La Comisión de Lancet (importante revista médica británica) en 2018, de la relación estrecha entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Salud Mental. Incluso se menciona que sin salud mental no hay desarrollo sostenible. Por ejemplo, una inadecuada alimentación, una educación de mala calidad, un entorno de guerra o delincuencia, las inequidades, las ciudades insalubres, un fuerte impacto climático (...) algo que en apariencia no tiene que ver con una neurona, tiene un impacto en los individuos según el curso de vida y, en el caso de la primera infancia, estos impactos son en este desarrollo cerebral.

SEMANA: ¿Qué pueden hacer los papás para ayudar a sus hijos?

F.A.: Es fundamental tener en cuenta lo que causa un impacto directo en este desarrollo. En la etapa gestacional, el consumo de alcohol y otras sustancias tóxicas altera estos procesos mencionados. Pero hay algo tóxico para el cerebro de los niños y niñas, algo que tristemente es común y paradójicamente no se le reconoce la capacidad de daño cerebral (existencial, si se quiere): el maltrato infantil e intrafamiliar. No solo el golpe, que es el que se penaliza, sino cualquier forma de humillación, cualquier falta de reconocimiento de sus derechos, sea en palabras, en palmadas, en apretones con rabia, etc.

SEMANA: Además del maltrato, se vive mucho estrés y mucha tensión en las familias, pero más en la cuarentena. ¿Cómo los afecta eso?

F.A.: El estrés sostenido y crónico aumenta el riesgo cardiovascular cuando estos niños se vuelven adultos, acorta la expectativa de vida, aumenta el riesgo de trastornos emocionales y, dentro de estos, aumenta la gravedad de los mismos, con las complicaciones relacionadas con el consumo de sustancias y la conducta suicida, además de aumentar el riesgo de rasgos o trastornos de personalidad disocial. A nivel neuropsicológico afecta las funciones ejecutivas, la memoria a largo plazo, la flexibilidad cognitiva, la cognición social, y otras funciones que permiten la mentalización y la empatía. Cuidar a un niño es cuidar la paz, es el mayor acto de humanismo.

SEMANA: ¿Qué factores positivos pueden estimular el desarrollo de los niños pequeños?

F.A.: Se recomienda una sinergia entre todos los actores para niños menores de 3 años: salud al nacimiento, aceptación de los derechos de los niños, prevención del abuso y la negligencia. Por ejemplo, programas de educación como efectiva estrategia para reducir el maltrato. Unicef recomienda algunas acciones: soporte a cuidadores, ayudar al manejo de los riesgos, cambiar actitudes y normas violentas, servicios de soporte para niños, implementar normas de protección para niños, realizar búsquedas activas, programas para cuidadores como aprendizaje temprano y educación, ambiente saludable para el niño, el cuidador y la familia, clima político, social y cultural adecuados para ellos.

No usar
Rectores de instituciones privadas señalaron que hicieron cuantiosas inversiones para cumplir los protocolos de bioseguridad. Pero no todos los colegios y jardines, públicos y privados, están en capacidad de hacerlo. | Foto: No usar

SEMANA: ¿Cómo darle un mejor ambiente a este desarrollo?

F.A.: El desarrollo es natural, especialmente cuando no hay un problema o una enfermedad del neurodesarrollo. Todo lo que estimule esta tendencia hacia el descubrimiento del mundo y la cuide para las situaciones adversas sean menos intensas y duraderas que las situaciones gratificantes, estimularán el neurodesarrollo. En términos precisos, cantar y jugar con objetos en casa, ver programas que enseñen, en un tiempo medido. Por ejemplo, un estudio en 15 países mostró que Plaza Sésamo enseñaba salud, seguridad, razonamiento social y actitudes hacia los otros. Ahora que estamos más tiempo con los niños debemos reconocer los importantes beneficios del juego… y jugar, con seriedad, como proponía Nietzsche. Con respeto a sus creaciones, jugar, jugar mucho, jugar siempre.

SEMANA: Las familias viven situaciones difíciles, pérdida de empleo, trabajo en casa, enfermedades, etc. ¿Cómo afectan esos problemas el desarrollo de los niños a esa edad?

F.A.: Los niños y niñas tienen una sensibilidad especial que da su desarrollo para sentir cambios emocionales en sus cuidadores y en las personas que aman. Tampoco son ajenos a los problemas que atraviesa la familia y la sociedad. Podrían presentar síntomas como pesadillas, regresión en los logros del neurodesarrollo, como no querer dormir solos, volver a mojar su cama, tener dificultades para regular sus emociones o su conducta, estar con menos disposición para jugar, aumentar la irritabilidad, como manifestaciones a las cuales subyacen síntomas emocionales infantiles. Por eso es importante hablarles con claridad, de manera empática y con palabras que comprendan según su desarrollo, de lo que está pasando en la familia y en el mundo. Esto podría impedir que ellos mismos se formen interpretaciones que podrían ser más catastróficas que los hechos, con implicaciones para toda su vida. Por ejemplo, una de las causas de trastorno por estrés postraumático que se han documentado en otras situaciones similares a esta pandemia es la percepción de síntomas afectivos en los padres por parte de sus hijos. Podemos también ayudarles a construir los recuerdos de esta época, cuidando nuestra salud mental, la salud mental de los individuos que conforman las familias, y esto es también una función de las instituciones de salud pública.

SEMANA: ¿Qué tan importante es el relacionamiento a esa edad con otros niños?

F.A.: Es muy importante. A esta edad ocurre la formación y el fortalecimiento de lo que Goleman denominaría “cerebro social”, esos circuitos neuronales que nos permiten darnos cuenta de las emociones del otro. Los otros niños son determinantes en el aprendizaje socioemocional, para aprender un lenguaje emocional (saber expresar lo que se siente), para tener conciencia de sí mismo y de los otros, para tener la capacidad de autorregularse, de solucionar problemas pacíficamente, para tener habilidades de comunicación.

SEMANA: ¿Cómo suplir esa parte social en cuarentena?

F.A.: El contacto presencial es irreemplazable, pero podemos buscar herramientas para recordarles que somos seres sociales. Acá vale la pena recurrir a la tecnología como herramienta que nos acerca para generar espacios con otros niños u otros familiares o amigos. En Nueva Zelanda se propuso una estrategia para flexibilizar de forma segura la cuarentena y reducir sus efectos. La denominaron “burbujas sociales”, que mantienen la recomendación de que las personas permanezcan en casa y eviten las interacciones sociales, aunque se les permite ampliar su círculo de contactos... Claro que esto debe ir respaldado por otras medidas para disminuir la propagación del virus, como un buen proceso de educación en el autocuidado para el cuidado del otro, el manejo de las fronteras, etc.

SEMANA: ¿Qué ventajas tiene salir al aire libre en los horarios autorizados por el Gobierno y el peligro de no hacerlo?

F.A.: En el deber ser los niños deben salir acompañados y estar supervisados para respetar el distanciamiento social y la permanencia con personas que no se han cuidado tanto como ellos. Este tiempo debe ser para ellos, no para acompañar a los adultos a hacer diligencias específicas. Tomar medidas pensando en los niños es necesario; por ejemplo, el encierro disminuye la síntesis de vitamina D, y esta es un potente inmunomodulador (ayuda a defendernos de la infección) en los casos de infección por covid-19, además de incluso prevenir la misma infección. Los espacios al aire libre permiten el juego activo, una herramienta fundamental en el desarrollo, de la cual, según la Encuesta Nacional de Salud Mental de 2015, el 30 por ciento de niños y niñas en esta edad carecen. Pero el esfuerzo debe recaer sobre los adultos que acompañen, ellos deben ser juiciosos con las medidas.

SEMANA: ¿Qué ejercicios o consejos les da usted a los padres?

F.A.: Principalmente tres: 1) Que cuiden su propia salud mental; 2) Que jueguen con sus hijos; 3) Que conozcan sobre el desarrollo infantil. La Asociación Internacional de Psiquiatría de Niños y Adolescentes usa un acrónimo para las acciones protectoras de la salud mental de los niños en esta pandemia.