OPINIÓN
Carta a la nueva ministra de Educación
El pedagogo Julián De Zubiría invita a la nueva ministra a convocar un gran acuerdo nacional, a dar un giro en la política educativa y a fortalecer la educación pública. Sólo así, la educación podrá cumplir con la función social para la cual fue creada.
Querida María Victoria:
Recibe un cordial saludo de mi parte y una felicitación por tu nombramiento. Has trabajado antes en el sector educativo y eso es algo que desconocían los ministros que te antecedieron. El país ha perdido tiempo y recursos valiosos, mientras los designados lograban comprender los actores y problemas del sector. En tu caso, no será así. Tienes conocimiento y experiencia pues dirigiste Empresarios por la educación y asumiste la Secretaría en Bogotá. Es un valioso activo a tu favor.
Puede leer: La vigencia del programa Todos a Aprender (PTA)
Recién nombrada como secretaria, consultaste a diversos pedagogos y actores del sector. Te acompañamos en la elaboración del Plan de Desarrollo, nos reunimos con los rectores y trabajamos con tu equipo de currículo. Fue una interesante experiencia, aunque al final, el balance es incipiente y Bogotá no logró consolidar la revolución pedagógica que se venía gestando tiempo atrás: Las tareas en educación requieren más tiempo, compromiso y decisión.
El presidente Duque ha delegado en ti la dirección de la educación del país. Es una de las tareas más importante en estos momentos, ya que tendrías que liderar el cambio cultural que con urgencia necesitamos para consolidar la paz, impulsar el desarrollo y reconstruir el tejido social. Si en realidad queremos que la educación nos ayude a disminuir las brechas sociales, tienes en tus manos una misión trascendental. Por el contario hasta ahora, dada la muy baja calidad de la educación pública, la educación ha ensanchado las brechas sociales. Así pues, ha cumplido un propósito contrario al que fue creada.
Como lo conocemos todos los maestros en el país, el programa educativo presentado por Iván Duque fue el más débil de todos los que se discutieron en la pasada campaña presidencial. Ambos sabemos que careció de un diagnóstico del sector y, por tanto, de ideas para enfrentar los graves problemas de calidad y equidad, que de tiempo atrás lo aquejan. Cuando el candidato se refirió públicamente al tema, generó generalizado rechazo y resistencia entre los maestros y pedagogos. Dijo que había que poner a trabajar a las menores de edad para disminuir el embarazo en la adolescencia, dando a entender que “las niñas se embarazaban solas” porque carecían de empleo. Planteó que había que retornar a las clases de urbanidad, como si en el pasado estuviera la solución a los problemas presentes y se comprometió a dar educación gratuita universitaria, pero virtual, para que los docentes de las universidades públicas no les “lavaran el cerebro” a los jóvenes. Por eso, aunque a los políticos siempre les piden que cumplan lo que prometieron en campaña, en este caso especial, hay que pedirle al nuevo gobierno que tenga poco en cuenta lo que prometió y que convoque al país para que de manera conjunta se vuelvan a pensar los problemas y las soluciones de la educación. Esa es la tarea que tienes en frente: Liderar la convocatoria. Tienes las condiciones para hacerlo, pero para tener éxito, hay que estar dispuesto a abandonar las pobres promesas de campaña. De no hacerlo, podríamos perder otros cuatro años para hacer la revolución pedagógica, una y otra vez aplazada en el país. Ya lo dijo brillantemente Carlos Vasco, el Coordinador de la “Comisión de Sabios”, la llamada revolución pedagógica durante los dos gobiernos de Uribe, no fue ni revolución, ni pedagógica. Hoy, seguimos en deuda. Sería imperdonable, repetir la historia.
Conocer el sector es una condición inicial para ser ministra, pero no basta con ello. Hay que estar en capacidad de liderar las grandes transformaciones que se requieren. Una deuda histórica con las nuevas generaciones y con el país, que se nos está volviendo impagable. Los problemas del sector son muy complejos, los ministros han dado “palos de ciego” intentando infructuosamente resolverlos y, equivocadamente, han creído que en el “cemento” y en la extensión de la jornada está la solución a problemas ligados con los modelos pedagógicos, el currículo y la equidad. Obviamente, no los resolveremos haciendo lo mismo que han hecho quienes te antecedieron.
Los niños del campo y de sectores populares no tienen educación inicial y cuando logran recibirla, está desarticulada del sistema y es de muy baja calidad. En Bogotá fuiste muy receptiva al tema. Pero a nivel nacional también sabemos que sistemáticamente el Estado ha incumplido con lo establecido en la Ley General de Educación de 1994: tres años de educación inicial para todos. El reto es garantizar el derecho que les asiste a todos los niños a tener una educación inicial de calidad, durante por lo menos tres años y que esté articulada al sistema. Es posible, tal como han demostrado muchos países en América Latina. Es cuestión de voluntad política. Me pregunto si la tiene el gobierno que te nombró.
Le puede interesar: ¿Cómo cambiar la cultura del avivato?
En educación básica el problema de la calidad es más grave de lo que creen la mayoría de los colombianos. Hoy en día los niños y jóvenes no aprehenden a pensar con argumentos, a convivir aprovechando las diferencias, a leer o escribir de manera crítica e independiente. La solución es relativamente sencilla, pero exige dos medidas que ningún ministro ha querido tomar. De un lado, una profunda reforma curricular que garantice que la educación básica se dedique a lo básico: pensar, comunicarse y convivir. De otro, que se trasforme por completo la actual formación de maestros. Estas dos reformas implican tensiones con las universidades y los docentes e ideas nuevas en pedagogía que han sido por completo desconocidas por los ex ministros. Quien quiera mejorar la calidad, tiene que estar dispuesto a asumirlas y a pensar de manera mucho más creativa que sus antecesores. Hasta el momento, ningún ministro ha querido asumir los costos políticos que dichas reformas podrían exigir, ni ha tenido la creatividad para pensar de manera diferente. Me pregunto si en tu caso: ¿estás dispuesta a hacerlo?
En educación superior si continúas lo que hizo Juan Manuel Santos con su programa Ser Pilo Paga, su defensa de los subsidios a la demanda, si desconoces el Acuerdo por lo Superior y si sigues debilitando la inversión en ciencia, llenarás las calles de jóvenes y destruirás miles de esperanzas. En investigaciones que he desarrollado en Bogotá, he encontrado que el 96% de los jóvenes de estrato 1 aspiran ingresar a la educación superior. No obstante, la vida es muy cruel y sólo lo logra el 10%. Los jóvenes colombianos no aceptarán que se convierta en política de Estado el programa Ser Pilo Paga. Los jóvenes no permitirán que mientras se caen las universidades oficiales, los recursos públicos se sigan trasladando a la educación privada de élite. Tampoco lo permitiremos la mayoría de los adultos. No es ético, no es justo y no es conveniente que le estemos girando 1 millón de pesos a la Universidad del Magdalena por cada estudiante “pilo” que ingresa a la Facultad de Medicina, mientras le giramos 26 millones a la Universidad de los Andes por el mismo estudiante. Es un sistema perverso para reproducir las inequidades sociales. Cuando el país conoció las cifras que inicialmente le ocultaron bajo llave, la población le dio la espalda a un programa que inicialmente habían vendido con “bombos”, “platillos” y plata que nos pertenecía a todos. Puedes estar segura, que no lo volveremos a permitir.
Si hay una consecuencia visible de las pasadas elecciones presidenciales, es la emergencia de los jóvenes en la política nacional. Muchos vemos con gran entusiasmo su activa participación en los debates actuales. En las elecciones en 2016 en las que se pusieron en juego los acuerdos de paz, tan sólo votaron el 19% de los jóvenes entre 18 y 24 años. Desconozco el dato de las últimas elecciones, pero estoy seguro que la cifra se pudo duplicar.
Sería imperdonable que el nuevo gobierno repitiera el error más grave de Santos en educación: Relegar la educación pública para privilegiar un programa que ha consumido 800.000 millones de pesos cada año para atender tan solo a 40.000 jóvenes, es decir, únicamente al 2% de los egresados de la educación media. Aun así, nos han querido convencer de que el programa significa la gran transformación de la educación superior. No por casualidad, todos los demás candidatos dijeron en campaña que lo acabarían o lo reformularían por completo. Espero que con humildad y por el bien del país, reconozcan que todos los demás candidatos no estaban equivocados.
Estaremos muy pendientes de que el Plan Decenal de Educación 2017-2026 sea incorporado en el plan de desarrollo del sector. Velaremos porque se cumpla con lo que los colombianos decidimos que serían los diez desafíos principales que debería enfrentar el país en materia educativa. A varios de ellos me he referido. Vigilaremos que se siga asegurando el derecho a la educación y que se impulsen las transformaciones pedagógicas en la formación de docentes, el currículo y el modelo pedagógico, tal como quedó establecido en el Plan Decenal. Si esa es la ruta que decides tomar, miles de maestros acompañaremos tu gestión.
Le recomendamos: Salvar el pacto por la educación
Si, por el contrario, el gobierno y tú deciden continuar con la estigmatización de la universidad pública, los programas de subsidio a la demanda y el abandono de la calidad, de la educación inicial y dejan de lado la necesaria transformación de las Facultades de Educación, te aseguro que serán unos días muy duros para ti, pero especialmente duros para el país, para el desarrollo nacional y las próximas generaciones.
Reitero mis felicitaciones. Un Acuerdo y un Consejo Nacional serán condiciones para construir la política pública de largo aliento que necesitamos para enfrentar de manera novedosa los viejos problemas. Por el bien del país, ojalá te animes a liderarlo en conjunto con todas las fuerzas políticas y sociales de Colombia. De lo contrario, seguiríamos perpetuando la baja calidad de la educación y por lo tanto la inequidad.
Con profundo aprecio,
Julián De Zubiría Samper
* Director del Instituto Alberto Merani y consultor en educación de las Naciones Unidas.
Twitter: @juliandezubiria
Para estar enterado sobre las noticias de educación en Colombia y el mundo, síganos en Facebook y en Twitter.