Educación
La alimentación también cuenta en el rendimiento escolar. Esto es lo que se sabe
La pandemia dejó claro que para muchas familias los colegios son definitivos para la buena nutrición de los niños y los jóvenes.
Según Unicef y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), a enero de este año se habían perdido más de 39.000 millones de comidas escolares en todo el mundo debido al cierre de las escuelas. El informe titulado “Covid-19: más que una pérdida de la educación” mostró que 370 millones de niños del mundo perdieron en promedio un 40 por ciento de las comidas que suministran las escuelas y centros educativos, y en muchos casos, era la única comida del día que recibían. .
“Al carecer del aporte nutritivo de las comidas escolares, el futuro de millones de los niños más pobres del mundo está en peligro. Nos arriesgamos a perder a una generación entera”, aseguró el director ejecutivo del PMA, David Beasley.
Para la Unicef, “durante la pandemia, en los países de ingresos bajos y medianos se registró una reducción del 30 por ciento en la cobertura de los servicios de nutrición esenciales, como la alimentación escolar, los suplementos de micronutrientes y los programas de promoción de la nutrición, así como los programas para el tratamiento de la desnutrición grave infantil”.
Es evidente, entonces, que los centros educativos son mucho más que espacios donde los niños adquieren conocimientos académicos, también son lugares donde pueden recibir una buena alimentación, sana, nutritiva y equilibrada.
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Una de las organizaciones privadas que ha luchado por la alimentación sana en los colegios del país es Red Papaz, la cual ha trabajado, con su campaña “no coma mentiras”, para que se les apliquen etiquetas a los alimentos considerados chatarra. De hecho, el presidente Iván Duque sancionó la que se conoce como La ley de la comida chatarra, que le ordena al Ministerio de Salud definir el etiquetado de productos ultra procesados con un sello frontal de advertencia que informe sobre los excesos en grasas, sodio y azúcares que puedan tener los alimentos y las bebidas, para que el consumidor cuente con la información completa al momento de comprar y decida qué hacer con su salud.
Red Papaz también ha impulsado el impuesto a las bebidas azucaradas. Cerca de un 40 por ciento del total de países miembros de la Ocde ha aplicado este impuesto y, de acuerdo con Red Papaz, la experiencia en otros países ha demostrado que el gravamen sí contribuye a la reducción del consumo de estas bebidas.
Carolina Piñeros Ospina, una de las fundadoras de esta organización, ha explicado que las bebidas azucaradas, cuando se consumen habitualmente, pueden generar hipertensión y diabetes, entre otras enfermedades, y que Colombia es uno de los países con mayor consumo de bebidas azucaradas, empezando por los niños.
Por ahora, y antes de estos debates sobre estas bebidas y las etiquetas de los alimentos, algunos colegios del país ya habían eliminado las gaseosas de su menú y otros han dejado de vender dulces y ciertos alimentos procesados en sus tiendas, esto con el fin de darles a sus alumnos opciones de nutrición más saludables.
Así las cosas, la alimentación sana y nutritiva que brindan los colegios es uno de los aspectos de la educación escolar que la pandemia evidenció como un aporte fundamental que reciben los estudiantes por el simple hecho de asistir a un centro educativo. Tan es así que entidades como el Banco Mundial de Alimentos y Unicef han expresado que la alimentación escolar es un estímulo para que los niños y los jóvenes vayan al colegio y se reduzca la deserción escolar.