EDUCACIÓN

La ciencia puede ayudar a prevenir la violencia de género

Rocío García-Carrión es una de las científicas que más ha profundizado sobre este tema y su relación con los colegios. ¿Por qué es un asunto que debe ser tratado desde la infancia? La respuesta está en la interacción social. Este tema se tratará en la Cumbre Líderes por la Educación.

12 de septiembre de 2018
Rocío García Gorrión. Cortesía.

Insinuaciones, acoso y abuso son tres momentos que constituyen la violencia de género. El tema, por lo menos desde 2017, ha provocado una revolución en Hollywood y en los mundos literarios, empresarial y educativo, en donde se han destapado escándalos que muestran un abuso de poder de los victimarios y víctimas.

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Rocío García Carrión es una investigadora que ha encauzado sus estudios para entender de dónde viene la violencia de género. Ella, que hace parte de CREA (Community of Research on Excellence for All) un centro que explora el alcance y las consecuencias de prácticas en la educación, se ha dedicado, justamente, a conocer qué ejercicios revelan la raíz de este fenómeno y, a partir de sus hallazgos, trabajar por el ideal de erradicar la violencia.

Aunque parece utópico, trabajar para que la violencia de género desaparezca y lograr un mundo donde prime el respeto es posible desde la educación temprana. Observar, identificar y prevenir hacen parte de una solución a largo plazo, pero la tarea va más allá.

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En la Cumbre Líderes por la Educación, que se realizará el próximo 19 y 20 de septiembre, tendrá una conferencia titulada ‘Escuela, género y violencia‘. ¿Por qué se involucra con este tema?

En los últimos años investigaciones y casos denunciados por medios de comunicación han puesto en relieve que la violencia está presente en chicos de edades muy tempranas. Por esto, la escuela es un espacio muy importante de socialización e ideal para aportar a que, en un futuro, erradiquemos este fenómeno.

Para lograrlo, la investigación científica contribuye en la medida en que arroja evidencias e información para hacer de la escuela un espacio que garantice el derecho de niños y niñas a aprender y crecer libremente. Por eso me involucré en este tema: necesitamos profundizar en lo que está en la “punta del iceberg”: cuando encontramos un caso de violencia en la escuela solo alcanzamos a observar una parte de este, pero no el origen de la violencia.

La revista número uno en estos temas es Violence Against Women. En ella encontramos estudios que demuestran que la base de varias formas de agresiones y maltrato es la violencia de género y los procesos de socialización que la fomentan. Y acá es donde entra el enfoque de género en la educación: urge trabajar para contrarrestar las graves consecuencias que genera la violencia y que victimiza a las personas desde que están en el colegio. El conocimiento científico nos ofrece herramientas para abordar el problema de manera efectiva, para que la escuela pueda ser un espacio seguro libre de toda violencia.

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SEMANA EDUCACIÓN: ¿Qué implica la formación con enfoque de género?

ROCÍO GARCÍA: Conlleva ir más allá de los análisis sobre los roles entre géneros. Es decir, requiere que prime la prevención de la violencia de género. En ocasiones, los esfuerzos del enfoque de género se han centrado en que no se use lenguaje sexista o romper con estereotipos de género. Si bien son aspectos que deben abordarse, los altos índices de violencia de género nos demuestran que no es suficiente. Debemos dar un paso más allá. La investigación científica ha demostrado algo interesante: analizar los procesos de socialización que históricamente han vinculado la violencia y la atracción.

S.E.: ¿Es en la socialización donde se encuentra la raíz de la violencia de género?

R.G.: Sí. Se trata de unos aprendizajes que se empiezan a adquirir desde las primeras edades y a través de los cuales algunas personas vinculan el deseo con aquellas personas que ejercen dominación y abuso. Es muy importante identificar de qué forma se producen esos procesos de socialización porque ocurren en contextos que coaccionan para establecer ese vínculo entre atracción y violencia. Es necesario identificarlos, porque de esa forma las personas podemos escoger relaciones libres de violencia, de lo contrario no solo se normalizan relaciones tóxicas sino que se potencia la atracción hacia ellas. Estos aprendizajes se van incorporando como resultado de las interacciones sociales que se tienen a lo largo de la vida, en la familia, grupo de iguales, medios de comunicación, etc.

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S.E.: Entonces, ¿qué rol juega la escuela para prevenir ese tipo de cosas?

R.G.: En realidad, no es solo un trabajo de las escuelas. Es una acción conjunta: las escuelas y sus docentes pueden jugar un papel importante a la hora de prevenir la violencia de género, pero para ello necesitan que los maestros y maestras se formen en este campo. Y que lo hagan teniendo en cuenta las evidencias científicas que proporcionan centros como las universidades.

S.E.: ¿Y la familia también hace parte de ese proceso?

R.G.: Sí. Es fundamental en la socialización entre niños y niñas y puede incidir de forma positiva en la prevención del fenómeno. Pero igual que el profesorado, necesita formación al respecto, tener espacios de debate donde poder dialogar con base en evidencias científicas. La escuela es un espacio ideal para promover esta formación y establecer un diálogo conjunto entre niños, niñas, familiares y profesorado. Concretamente, las tertulias (encuentro para el diálogo por excelencia) que realizan profesorado y familiares es una de las actuaciones de éxito de la formación docente y formación de familiares que ha demostrado prevenir y erradicar la violencia en muchas escuelas.

Este tipo de ejercicios no quiere decir que es obligatorio introducir la formación de género como una asignatura más añadida al currículum. Se trata de introducir en todos los espacios de la escuela y en todas las áreas del currículum aquellas interacciones de ayuda y solidaridad que crean espacios seguros y en contra de toda conducta violenta en todo momento. El objetivo es lograr que ese sea el clima del centro. 

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S.E.: ¿Y el Estado qué papel tiene en todo esto?

R.G.: En todo el mundo encontramos movimientos sociales que han presionado históricamente por lograr una mayor igualdad en las relaciones. Muchos de los logros legislativos, que han tenido incidencia en la educación, se deben principalmente al trabajo de estos movimientos sociales. En Europa, España es un país referente en este sentido. Desde el año 2004 tenemos una ley específica para el abordaje integral de la violencia de género. Cuenta con puntos específicos que hablan de las funciones que deben llevarse a cabo desde las escuelas, para atender casos como para prevenirlos.

En Estados Unidos, un programa llamado Green Dot también logró el reconocimiento por parte del gobierno de Obama y su implementación en muchas escuelas, institutos y universidades. A su vez, investigadores de reconocido prestigio internacional han evaluado su aplicación demostrando su efectividad. Una de las claves de este programa es la importancia de posicionarse siempre al lado de la víctima y en contra del agresor, así como identificar como personas valientes a aquellas que lo hacen.

S.E.: ¿Y sabe cómo está Colombia en este aspecto?

R.G.: El caso de Colombia no lo conozco en profundidad. De manera más general, de la literatura científica sobre violencia de género, recuerdo un artículo de Andy Higginbottom donde se mencionaba la presión a la que se enfrentan muchos investigadores e investigadoras a la hora de profundizar sobre estos temas. En los últimos años desde CREA hemos desarrollado diferentes investigaciones sobre lo que denominamos Acoso Sexual de Segundo Orden, es decir, aquel acoso que se recibe como consecuencia de posicionarse de lado de la víctima. Si bien Higginbottom no hacía directamente referencia a este término, identifica que investigar sobre violencia de género y otros crímenes en Colombia es visto desde algunos sectores como una amenaza, con los consecuentes peligros que ello conlleva.

S.E.: En general, cómo está el mundo frente al tema? atrasados o vamos por buen camino? Qué nos falta como sociedad?

R.G.: Nos encontramos lejos de alcanzar el objetivo de erradicar la violencia de género pero estamos en el camino y avanzando, eso quiere decir que cada día estamos más cerca. El mismo hecho de que este sea el tema central de una conferencia es una muestra de que estamos avanzando. Que cada vez haya más países que lo contemplan en su legislación, que se estén desarrollando programas -basados en evidencias científicas- que estén obteniendo resultados positivos…

Una de las piezas clave es promover la implicación de toda la comunidad para prevenir y/o apoyar a las víctimas en situaciones de violencia. Sobre este aspecto se basan la gran mayoría de programas actualmente y veremos sus frutos en los próximos años. Para que estos avances no se frenen es necesario que cualquier acción futura se base en evidencias científicas. La promoción de intervenciones, programas, etc. que no tienen ningún tipo de fundamentación más allá de las opiniones y creencias de quienes los promueven o imparten no solo frena estos avances si no que tiene graves consecuencias en los niños y niñas y en sus relaciones.