EDUCACIÓN
Vestido de superhéroe enfrenta la aventura de dar clases virtuales
Jorge Villarroel, profesor de artes plásticas del Colegio San Ignacio de la Paz (Bolivia), decidió disfrazarse de diferentes personajes para mantener la atención de sus alumnos durante las clases virtuales.
Para los profesores y los centros educativos la pandemia y las medidas de aislamiento social han resultado un desafío. La situación inesperada los obligó a transformar los espacios físicos de clase en aulas virtuales. Esto ha generado momentos no gratos para algunos de ellos, quienes han experimentado burlas por parte de sus alumnos por su inexperiencia con las herramientas digitales.
Sin embargo, durante este tiempo, se han destacado otras historias en las que el ingenio y el amor por la profesión son protagonistas. Jorge Villarroel, quien dicta clases a estudiantes de primaria y secundario en un colegio de Bolivia, ha decidido intentar algo nuevo: disfrazarse de superhéroe.
“Yo de niño quería ser un superhéroe y quería que uno de ellos fuera a recogerme al colegio. Fui creciendo con esa imagen en mi mente hasta que un día se cayó de mi clóset mi máscara de Spiderman. Yo la recogí y pensé, ¿por qué no ser un superhéroe ahora”, cuenta al respecto Villarroel.
Desde la segunda semana de confinamiento en su país, Villarroel comenzó a dictar clases como Linterna Verde, Deadpool, Iron Man, Pantera Negra, Batman y otros héroes de la gran pantalla. “Primero empecé con un celular, poniendo un rollo de papel higiénico para sostenerlo. Así fue mi primera clase. Lo hice sin saber si iba a resultar o no, pero resultó”.
Sus caracterizaciones resultaron un boom. Los niños y adolescentes que disfrutan de sus clases no quieren perdérselas por nada. “Las clases son más divertidas. Ninguno me falta. Buscan cómo conectarse. Piden el celular, las tablets y los computadores a sus familiares. Los que no tienen cómo hacerlo, le piden los artefactos a sus amigos y conocidos”, cuenta.
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Foto: cortesía.
La rutina de este docente es intensa. Según describe, duerme en promedio unas tres horas al día, pues se duerme en la madrugada porque revisa las tareas y prepara el personaje que dictará las clases al otro día. “Me levanto cansado a las siete de la mañana, pero cuando prendo la computadora y veo a mis estudiantes todos atentos, pienso que eso es lo que me alimenta a ser maestro. Busquemos formas. Estamos hablando del futuro. Nuestros niños y nuestros jóvenes son el futuro. A mi me da alegría saber que cada vez que termina el día, he hecho algo por el mundo, por mis estudiantes, sus papás y, claro, por mí. Me acuesto y digo: he cumplido”.