EDUCACIÓN
La motivación es energía para el cerebro de los doctorandos
El valor de una persona (y por ende de un doctorando) es la suma del conocimiento que adquiere más sus habilidades, multiplicados por su actitud.
El camino de desarrollar una tesis es en la mayoría de las ocasiones un camino largo y difícil en muchos momentos, lleno de exigencias, fechas de entrega y momentos de frustración.
Es fundamental en la vida de un universitario ser conscientes, si se encuentran en esa fase de elaboración de una tesis doctoral, de la importancia de generar nuevo conocimiento. Y para ello se debe potenciar la motivación y la creatividad. En esta tarea ayudan las estrategias para mejorar dicho itinerario y llenarlo de sentido en cada paso y cada momento. Así nos referiremos a distintos elementos que necesitamos para dominar nuestro esfuerzo y que no sea en vano.
El valor del tiempo
En primer lugar, la importancia del valor del tiempo. El valor de un año, de un mes, de una semana, de una hora de un minuto o de un segundo va a depender de la situación en la que una persona se encuentre. El doctorando debe manejar los tiempos para que no tener en la mente una sensación de pérdida. Hay que hacer un calendario realista de cómo afrontar el estudio y posterior redacción, para cumplir con cada etapa: capítulos, apartados, pequeñas montañas que hay que escalar.
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La necesidad de aprovechar el aquí y el ahora permite cambiar el miedo, la incertidumbre o la ansiedad por ideas más favorables y que nos ayuden a crecer en nuestro esfuerzo: la comprensión, la consciencia, la valoración y la positividad.
Todo es aprovechable
Ello supone aprovechar el presente, el momento, la oportunidad que tenemos de hacerlo ya, sin esperar al mañana. Cualquier cosa que escribamos, cualquier idea aunque parezca sin sentido, a buen seguro nos será útil en el futuro si lo hemos madurado. Es más, no es la primera vez que aquellos apuntes que realizamos para una tesina y que luego no entraron en la redacción final sirven para un artículo de una revista. Todo es aprovechable.
Cambio de carné
En segundo lugar hemos de tener en cuenta que, cuando terminamos nuestra formación académica, el carné en forma de título universitario que nos otorgan nos habilita para conducir vehículos simples, es decir, para el ejercicio de determinadas profesiones. El carné de doctor nos otorga ese plus de conocimiento para entrar en el mundo científico, y conducir por tanto mayores empresas desde el ámbito de la investigación, la doctrina o proyectos educativos.
Al igual que el carné estándar de conducir nos habilita para conducir turismos y motos de hasta 125 cc y potencia máxima de 20 CV, un carné superior, como el carné de doctor, nos permitirá, además del reconocimiento científico, la posibilidad de ejercer como profesor universitario, de conducir un grupo de alumnos: la docencia en su máxima extensión.
Paciencia, actitud y creatividad
Necesitamos riqueza mental para sembrar, recolectar y cosechar, ya que muchas cosas hoy en día pueden cambiar solo gracias a la educación. Esa riqueza es la que nos permitirá tener un gran conocimiento de la materia en la que nos especialicemos y conseguir que otros se refieran a nuestros logros para conseguir los suyos (cuando nos citan por ejemplo en una obra). Y por tanto los doctorandos necesitan: paciencia, actitud y creatividad.
La creatividad es la capacidad para generar soluciones originales y novedosas. Pero para llegar a ello es necesario:
- Ver lo que otros no ven.
- Pensar lo que nadie más ha pensado.
- Hacer lo que nadie se atrevió a hacer.
La persona creativa es curiosa y no se cansa de aprender. Con posterioridad a su tesis doctoral, está interesada en hacer ver a los demás los resultados obtenidos. Y es lo que pedimos en ese esfuerzo desde la universidad a los doctorandos: que tengan una gran imaginación, que les permita una libertad de pensamiento y el desarrollo de nuevas ideas; pero que sean conscientes de que solo se consigue con un gran conocimiento de la materia.
Teoría del huevo kinder
El mundo se divide en dos, los que se conforman y los que deciden mejorar e ir a por más. Si nos sentimos parte del segundo grupo, necesitamos riqueza mental (conocimiento) y motivación.
Una fórmula que se utiliza de manera coloquial y extra académica es la llamada “del huevo kinder”: V = (C + H) x A. El valor de una persona (y por ende de un doctorando) es la suma del conocimiento que adquiere más sus habilidades, multiplicados por su actitud. Lo que multiplica el valor de alguien es la actitud y su capacidad de dejar huella en los demás. Esa huella es lo que dicen de uno cuando no está delante.
En definitiva: disfrutemos del día a día, de creer para crear, escribamos, atrevámonos, seamos creativos y, cuando tengamos delante apartados de la tesis donde solo exista la elaboración de datos o reseña cuantitativa de los temas en cuestión, es decir donde no tengamos que pensar, tomémoslo como un descanso para impulsar nuestro conocimiento e interpretación de lo que está por redactar.
Por: Francisco Javier Alés Sioli
Profesor Titular de Derecho, Universidad Loyola Andalucía
Artículo publicado originalmente en The Conversation