Educación

Las lecciones de Keishia Thorpe, la mejor educadora del planeta

Lograr que todos los alumnos adquieran las mismas habilidades y progresen en su desarrollo personal y académico debe ser el propósito fundamental del docente, afirma la estadounidense Keishia Thorpe, que el año pasado obtuvo el Global Teacher Prize.

Andrea Linares
10 de noviembre de 2022
Keishia Thorpe
Keishia Thorpe. | Foto: Keishia Thorpe

Keishia Thorpe, la mejor maestra del mundo, define las virtudes del buen docente: un profesional con habilidades socioemocionales, que forma a los estudiantes a partir de sus necesidades individuales, los evalúa desde sus habilidades, los prepara para el futuro y logra que sean exitosos dentro y fuera del aula de clase.

Esta maestra, de origen jamaiquino, ganadora del Global Teacher Prize 2021, abandonó su país de origen cuando era una niña en busca de mejores oportunidades. Migró a Estados Unidos con una beca de atletismo y, con el paso de los años, se convirtió en una educadora excepcional. Hoy, enseña inglés a jóvenes inmigrantes y refugiados en el International High School Langley Park, en Bladensburg (Maryland). Y con su organización U.S. Elite International Track and Field otorga becas a estudiantes atletas de bajos recursos.

Keishia transforma su clase en un espacio de oportunidades, de esperanza. Allí empodera a sus alumnos y los inspira a cumplir sus sueños. Semana Educación habló con ella sobre el rol de los docentes en la transformación de la educación y de las vidas de los estudiantes.

SEMANA EDUCACIÓN (S. E.): Para usted, ¿qué significa ser un buen docente y cuáles deben ser sus cualidades?

KEISHIA THORPE (K. T.): Profesores competentes en lo global y cultural que preparen a los estudiantes para el futuro. Un buen docente, cuando entra al salón de clase, transforma el espacio de aprendizaje de los estudiantes: les permite acceder al mundo desde diferentes perspectivas y por medio de distintos vehículos. Un buen maestro valora y reconoce las diferencias y estilos de vida que cada alumno trae al aula, es paciente, es competente socioemocionalmente y prepara a sus estudiantes para ser exitosos en lo social y académico. También les permite explorar el mundo a través de la tecnología y promueve en ellos el aprendizaje autónomo.

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S. E.: ¿De qué manera el docente logra un impacto en la vida de los estudiantes más allá del aula?

K. T.: Cada niño merece un campeón. Y un campeón es aquel que defiende a su estudiante más allá del aula de clase, que aboga por que reciba educación de calidad, que lucha por políticas educativas más equitativas y justas, que es un modelo a seguir para sus alumnos en términos del ejercicio de su ciudadanía: participa en la toma de decisiones, participa en la democracia, trabaja por su comunidad. Así, logra un impacto positivo en la vida de sus estudiantes.

S. E.: ¿En medio de las diferencias y de su situación personal, ¿cómo lograr que todos los estudiantes alcancen el mismo nivel de aprendizaje?

K. T.: Técnicamente es imposible que todos alcancen el mismo nivel de aprendizaje. Tenemos que focalizarnos en cómo llegan al aula y en cómo salen de ella. Debemos procurar que progresen en su vida y en su desarrollo social y académico. Hay que tener en cuenta que las necesidades de los estudiantes son diferentes: algunos tienen dificultades con el lenguaje; otros, con su desarrollo socioemocional; otros no asisten de manera regular al colegio porque tienen que trabajar o cuidar a sus hermanos; otros, simplemente, no tienen acceso a recursos. Todo esto impacta el aprendizaje, tenemos que conocer el contexto de cada uno y asegurarnos de que alcancen el éxito.

S. E.: ¿Por qué es importante trabajar desde las necesidades de los estudiantes?

K. T.: Como tienen diferentes niveles de aprendizaje, y necesidades académicas, es clave garantizarles el acceso al mismo conocimiento, el desarrollo de las mismas habilidades y su progreso académico a través de metodologías distintas, acorde con su manera de aprender. Déjeme le doy un ejemplo: si en clase les comparto un texto, independientemente de su nivel de lectura, todos deben tener la capacidad de identificar aspectos clave, analizarlos y llegar a una conclusión. Me focalizo en la manera como me demuestran esas habilidades, no en su capacidad de memorizar datos y fechas.

S. E.: Usted ha hecho énfasis en la importancia de empoderar a los estudiantes, ¿cómo hacerlo?

K. T.: Dándoles voz. Hay que hacerlos sentir valiosos y bienvenidos en el aula de clase. Debemos mirar a los estudiantes como stakeholders (grupos de interés) de la educación y no solo como receptores de conocimiento. ¿Por qué stakeholders? Porque ayudan a su escuela y ayudan a su comunidad; a esta última le transfieren las habilidades y conocimientos que han adquirido. Queremos formar seres humanos que convierten su aprendizaje en acciones concretas que aplican en el mundo real. Debemos enseñarles a usar las redes sociales para ampliar su voz, defender la justicia social y ejercer sus deberes cívicos.

S. E.: ¿Cuáles son las competencias globales que se les deben enseñar a niños y jóvenes?

K. T.: Deben ser culturalmente competentes. Deben aprender a ser tolerantes, a trabajar en equipo, a respetar a otros, a resolver conflictos, a escuchar sin juzgar y a comunicarse de manera asertiva, todo lo cual debe enseñarse de manera conjunta. Un mundo globalizado requiere competencias globales para interactuar, negociar y desarrollar nuevo conocimiento.

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S. E.: ¿Qué papel desempeñan las emociones en el aprendizaje?

K. T.: El aprendizaje socioemocional es parte de nuestra salud mental. Estudios demuestran que los profesores socialmente competentes les transfieren estas habilidades a sus estudiantes. Si un profesor es capaz de manejar sus propias emociones, le enseñará al estudiante a manejar las suyas. Cuando es consciente de sí mismo, de sus actos y de todo lo que pasa en el aula, ayuda a sus pupilos a tomar decisiones de manera responsable. Los chicos deben ser el centro de atención, no el docente. La conciencia social, el autocontrol, la habilidad para construir relaciones, la toma de decisiones de manera responsable y la conciencia de sí mismo son claves para desempeñarse socialmente. Los estudiantes que las aprenden tienen mejores relaciones interpersonales y tienden a ser más productivos en su trabajo.

S. E.: ¿Cuál es la mejor manera de evaluar el aprendizaje de los estudiantes?

K. T.: Las pruebas estandarizadas no son la respuesta. Aunque son relevantes, debemos evaluar las habilidades de los estudiantes, no el contenido que hayan memorizado. Hay que brindarles múltiples opciones para demostrar sus destrezas. Las preguntas abiertas logran este objetivo porque fomentan el pensamiento crítico. No hay que limitarlos. Los estudiantes tienen diferentes fortalezas y debilidades; tenemos que traer sus fortalezas al aula de clase para contrarrestar sus debilidades.

S. E.: ¿Cuál es el mayor reto que hoy enfrenta la educación?

K. T.: Cerrar las brechas digitales que se agudizaron con la pandemia. Muchos chicos no tienen acceso a un computador o a internet en casa, y eso afecta su aprendizaje.