EDUCACIÓN
Las señales que alertan sobre dificultades de lectura en los niños
La fonoaudióloga María Fernanda Lara, doctora en Ciencia Cognitiva y Lenguaje y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, le entrega a los padres de familia algunas pautas para saber si necesitan reforzar de alguna forma el aprendizaje de sus hijos.
Según la fonoaudióloga María Fernanda Lara, doctora en Ciencia Cognitiva y Lenguaje y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), dentro de los factores que se pueden asociar con esta dificultad en la lectura están el fonológico, genético, hormonal, biológico, neurológico y cognitivo, además de la percepción de patrones acústicos y visuales, estos últimos muy difíciles de percibir en personas con dislexia.
Así lo señaló en el marco de la charla “Dificultades de lectura: diagnóstico y tratamiento”, del programa #SaludUNALContigo.
Falta de comprensión, mala memoria, mala pronunciación de las palabras, y seguir leyendo sin detenerse ante una equivocación, son algunas de las señales que indicarían que los niños están presentando dificultades con la lectura, precisó la experta.
La lectura es un proceso muy sensible en los primeros años de vida de una persona, por lo que se debe ser muy cuidadoso con los primeros acercamientos al aprendizaje.
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En Colombia, los niños que están en primero o segundo de primaria están aprendiendo a leer. En primero, el menor debe estar leyendo 40 palabras por minuto, y en segundo, 60; a partir de allí, ese número debería subir de 10 en 10 por cada curso.
“Un adulto escolarizado en bachillerato debe estar leyendo 250 palabras por minuto, y un buen lector puede llegar hasta 400 palabras por minuto. Esto quiere decir que la velocidad de lectura es importante, porque el que yo pueda leer a buen ritmo, quiere decir que eso fortalece mi memoria de trabajo que es la que me permite ir entendiendo”, sostiene la profesora.
La lectura es el proceso de extraer y construir significados en línea desde un texto escrito; se trata de una habilidad basada en el lenguaje, que comparte muchos de los procesos y conocimientos involucrados con el lenguaje oral, el conocimiento estructural y proporcional de las palabras, las limitaciones atencionales y de la memoria.
A pesar de su relación con el lenguaje oral, tanto la lectura como la escritura aparecieron mucho tiempo después y fue utilizada solo para una pequeña minoría muy seleccionada, pues su función básica era recordar, no aprender.
Es por esta razón que el cerebro no está dotado instintivamente para leer, por lo que, para aprender, primero que todo debe existir la motivación y alguien que instruya, pues la forma en que se enseñe la lectura marcará el gusto o no por ella.
Para aprender a leer de manera adecuada se requiere de una buena instrucción basada en la motivación, la lingüística y los ambientes ricos en alfabetismo. Esto, debido a que hay métodos de lectura que afectan el proceso de aprendizaje y hacen que sea más difícil para los niños.
Según la profesora Lara, la evidencia científica apunta a que los métodos de tipo fonético, analítico-fonético y los de combinar una letra con la otra, beneficia el aprendizaje.
“Uno de los factores que más le aporta a este proceso es la motivación: si en casa hay un padre o un tutor que lee habrá un niño que lee, ya que cuando los niños tienen acceso a una buena biblioteca, generalmente terminan siendo mejores lectores”, señala.
Los niños que tienen una base lingüística y mejor lenguaje tendrán una mejor lectura, en tanto que aquellos que presentan dificultades de lectura o para quienes en su familia hay antecedentes de estas dificultades es muy importante el papel del alfabetismo liderado por las escuelas.
¿Cómo inculcar la lectura en los niños?
Ponerle alma a cada palabra. Ese es el secreto que, para la psicopedagoga española Mari Carmen Diez, está detrás de los niños que aman leer. El aprendizaje de lectoescritura debe estar lleno de aventuras con las que los más pequeños se emocionen y se identifiquen. Todas las letras pueden ser una historia que se conecte con su mundo de fantasía.
Motivarlos es el mejor consejo para que se formen como lectores. Pero eso no se logra sin una compañía adecuada. Y ahí el papel de los padres lleva la batuta. De ellos depende que el proceso de aprender a leer y escribir no sea tedioso ni aburrido. Justamente, han de ser la mano guía que orienta a los niños en un camino que, a todas luces, puede ser maravilloso. “Lo ideal es que el padre y la madre tengan la actitud de explicarle verbalmente lo que está pasando.
Empieza por acompañar al niño desde bebé con las palabras, cantando, contando cuentos antes de dormir. Después leyéndole libros, así no sepa lo que dice cada palabra”, insiste Diez