Educación

Los mejores profesores de Colombia explican cómo mejorar la educación

Ocho docentes colombianos que han logrado entrar al listado de los 50 mejores del mundo en el prestigioso premio Global Teacher Prize, organizado por la Fundación Varkey, plantean una serie de reflexiones para mejorar la educación en el país.

Angie Barbosa
10 de noviembre de 2022
Creativo
Estudiante en la escuela haciendo una pregunta en clase al maestro. | Foto: Getty Images

Sindey Bernal, finalista en 2020

“Es necesario articular la educación básica, secundaria, media y superior”.

Ostenta el honor de haber sido elegida este año la mejor profesora de Iberoamérica. Había méritos: desde hace una década le dio vida y forma a un semillero de investigación que promueve en los estudiantes la creación de recursos digitales y análogos para personas en condición de discapacidad.

Sindey lleva 13 años formando niños y jóvenes en colegios públicos, y su reto es la inclusión con herramientas digitales. “No vemos a las personas desde su discapacidad, sino desde sus habilidades”, asegura.

Las herramientas tienen cuatro fases: reconocimiento del contexto, persona o grupo a beneficiar; indagación de la situación y diseño de la estrategia; desarrollo de la propuesta aplicando el proyecto creado y, por último, valoración de la experiencia.

Habla de la necesidad de unir la educación básica, secundaria, media y superior. “Hay una desconexión”, afirma. Y cree que esto incide en la calidad y en el proceso educativo de los estudiantes, al no encadenar, a lo largo de estas fases, las competencias básicas y habilidades que requieren los niños y jóvenes para su inserción exitosa en el mundo laboral.

“Hay que reconocer y dar visibilidad –dice– a las experiencias positivas de los maestros, para seguir tejiendo redes y permitir que los proyectos destacados se expandan y se elaboren en otros contextos para inspirar y motivar a otros docentes”. Bernal tiene una licenciatura en diseño tecnológico; una maestría en tecnologías de la información aplicadas a la educación y un doctorado en educación inclusiva.

Jhon Alexander Echeverri, finalista en 2018

“Muy difícilmente se logra una educación de calidad sin incentivos ni recursos”.

Lo suyo son proyectos que contribuyen a purificar el aire, disminuir la contaminación por residuos sólidos y contrarrestar las minas antipersona (como la creación de piernas robóticas antiminas). Y son el resultado de una metodología de investigación socioambiental que, desde 2014, comenzó a desarrollar con sus estudiantes.

Por estas iniciativas, la Institución Comercial de Envigado, uno de los colegios donde educa, implementó la metodología ‘aprendizaje basado en proyectos’, que les sirve a niños y jóvenes para trabajar en propuestas de innovación e investigación en diferentes áreas.

Pero se necesitan recursos, dice Echeverri. “Urge más apoyo del Gobierno Nacional, particularmente, en las zonas rurales, donde existe poca infraestructura educativa, no hay acceso a la tecnología o es deficiente, no existe conectividad y, lo peor de todo, muchas veces ni siquiera hay acueducto”.

Insiste también en la importancia de los incentivos y los soportes para los maestros: en muchas ocasiones, tienen dificultades para llegar a los territorios más alejados a dictar clases. “Hay que invertir más en educación porque, finalmente, es la que va a permitir el progreso de Colombia”, asegura.

Este licenciado en educación básica de la Universidad de Antioquia es docente en tres instituciones de Envigado.

Katerine Franco, finalista en 2016

“Es importante enseñarles a los estudiantes a pensar, reflexionar y tener capacidad crítica”.

En los salones de clase motivó a los niños a crear audio-cuentos para contar sus vivencias. Así pudo identificar, en algunos de sus pupilos, casos de abuso, maltrato o indicios de delincuencia, que le sirvieron la institución para generar alertas tempranas y trabajar en soluciones.

Su liderazgo en el área tecnológica la llevó a desarrollar, en 2008, el programa ‘Ciudadanos digitales’, para dinamizar los procesos de aprendizaje a través del uso de herramientas tecnológicas.

Desde su experiencia, Katerine Franco considera importante fortalecer en los estudiantes, de manera transversal, competencias interpersonales como el respeto hacia el otro, la escucha, la sana convivencia y las habilidades comunicativas, para que los niños y los jóvenes sean mejores ciudadanos y no solamente rindan en lo académico.

También dice que, para mejorar la calidad de la educación, “hay que hacer un mayor énfasis en el proceso de lectura y escritura, para que sea un eje articulador y transversal en todo el plan de estudios”.

Le preocupa, en particular, que en algunas regiones del país los maestros no cuenten con un computador ni tengan acceso a internet, fundamentales para potenciar las habilidades digitales.

Franco es docente de primaria en la Institución Educativa José Asunción Silva, de Medellín. Tiene una licenciatura en gestión educativa y magíster en educación, con énfasis en procesos de inclusión de la tecnología.

Alexander Rubio, finalista en 2017

“Hay que volver a dignificar la labor docente”.

Su apuesta no era nada fácil: enseñar a manejar emociones a través del yoga. Y lo logró ampliamente al llegar a unos 25.000 estudiantes y 13.000 profesores con sus técnicas de respiración consciente, el reconocimiento del cuerpo, y el respeto propio y hacia los demás, útiles para tomar mejores decisiones.

Desde hace 23 años trabaja en el colegio Rodrigo Lara Bonilla, de la localidad de Ciudad Bolívar, en Bogotá, y hoy puede decir que ha visitado 16 países para contar los resultados de su ‘pedagogía del loto’.

Está convencido del poder transformador del maestro. Dedicado al bienestar socioemocional de sus estudiantes, Rubio dice que dignificar la labor docente es un primer paso para mejorar la calidad de la educación: “Hay que escuchar a los maestros, potenciar su liderazgo y propiciar espacios de investigación, innovación y creatividad, a través de un centro de investigación, lo que empujará el desarrollo de las regiones”.

Rubio, que prepara su segundo doctorado en educación y diversidad en la Universidad de Manizales, afirma que es clave que el Gobierno se apoye en los docentes para liderar procesos educativos, pues conocen, de primera mano, la realidad de sus comunidades.