PARO UNIVERSITARIO
Las caras del movimiento estudiantil que le medirá una vez más el pulso al Gobierno
Este miércoles estudiantes y profesores colombianos salen a las calles como un mismo cuerpo para clamar por un financiamiento adecuado para las universidades públicas. Estos son los estudiantes que han liderado la alianza que le está exigiendo a Duque mayor presupuesto y compromiso.
Las movilizaciones de la comunidad académica en los últimos diez años se han hecho sentir en algunos de los momentos coyunturales del sector educación. Un ejemplo de ello fue el logro de la marcha de los universitarios de la antigua Mesa Amplia Nacional estudiantil (Mane), que derribó la reforma a la educación superior del gobierno de Juan Manuel Santos.
Siete años más tarde, estudiantes, profesores, rectores y trabajadores continúan alzando su voz en todos los escenarios públicos para decir: “La universidad pública se defiende”. Luego de un año de asambleas y cuestionamientos sobre la desfinanciación y los múltiples problemas que hoy sufren los claustros oficiales, la comunidad académica sale a las calles por segunda vez en seis días. La primera gran movilización aconteció el 10 de octubre y fue catalogada como una histórica jornada en la que, en su mayoría, reinó la protesta pacífica, acompañada de bailes, arengas y cantos de miles de marchantes.
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La fuerza estudiantil, de la mano de asociaciones como Fecode y los profesores indígenas fue artífice y testigo de un aumento de 500.000 millones de pesos al rubro Educación en el Presupuesto General de la Nación. Sin embargo, para ellos el monto no fue suficiente.
Por eso salen a marchar una segunda vez. Pero esta nueva movilización es diferente. A tres días de que el congreso defina cuál será el presupuesto para cada sector y con la inconformidad a flor de piel, los estudiantes se presentan en las calles como un mismo cuerpo que, pese a las diferencias de sus pliegos de peticiones, expresaron oficialmente ser la unidad por una misma causa.
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Lo que temen los líderes de la marcha es que tras el paso de los años los pilares que sostienen la educación superior se desplomen con la misma fragilidad de una baraja de naipes. Por ello, siete asociaciones del estudiantado y profesorado (provenientes de lo público y lo privado) se aliaron para que sean una sola fuerza bajo la misma consigna. ¿Quién es quién en el tablero en el que hoy se juega todo por la educación pública? ¿Por qué se unieron a esta lucha y hasta dónde pueden llegar?
Sin duda, la cara más visible del movimiento estudiantil ha sido, hasta ahora, Jennifer Pedraza. Estudiante de Economía y representante estudiantil al Consejo Superior de la Universidad Nacional, Pedraza desde un principio lideró la conversación con los medios de comunicación sobre la crisis de las universidades. Además, se hizo aún más conocida luego de dos controversias: en la primera, el presidente del Congreso Ernesto Macías le silenció el micrófono durante su intervención en la plenaria, alegando que ya el tiempo había sido suficiente para exponer sus argumentos.
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En la segunda controversia, el senador Álvaro Uribe tuiteó una foto de una joven que, sentada en el Congreso, llevaba un letrero que decía “paraco”, haciendo una tácita alusión a Jennifer. Uribe rectificó que, en efecto, no era ella la de la foto.
Pese a ambas situaciones, Pedraza ha pedido que no se desvíe la mirada de los asuntos importantes, es decir, de las exigencias que el cuerpo estudiantil le hace al Gobierno.
“Básicamente yo me metí en esto de las manifestaciones pacíficas en defensa de la educación superior porque literalmente se me cayó el techo de la Facultad de Derecho de la Nacional encima, un día en una llovizna. Yo recibí la universidad en unas condiciones y es necesario que las futuras generaciones puedan llegar a una mejor universidad que la que yo recibí”, dijo Pedraza.
Con ello no solo se refiere a la infraestructura. Ella también mencionó que antes el abanico de posibilidades académicas era más amplio. La Nacional contaba con “muchas más residencias estudiantiles, antes tenía garantías en el servicio de Bienestar Universitario y comedores”.
Entre las banderas del movimiento está el de la falta de recursos para pagarle a la planta docente. El lema ha calado en la sociedad en un panorama en el que un recién posesionado Gobierno está por definir el rumbo de los dineros públicos. De manera que para los profesores, por ejemplo los asociados a Fecode, ha caído como anillo al dedo adherirse a la lucha y poner sobre la mesa su propio paro. “Esta situación es generalizada en todas las universidades públicas: la Tecnológica del Chocó, la de la Amazonia, la de Caldas, entre otras. Por ello han tenido que pagarles de la plata de las matrículas”.
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Como ella, Alejandro Palacio, presidente de la Asociación Colombiana de Representantes Estudiantiles (Acrees), también ha llevado públicamente la antorcha por la educación superior pública. Se unió al movimiento más por convicción que por cualquier otra situación. “Yo me interesé por esto porque constaté cómo mi familia pudo mejorar su nivel de vida gracias a la educación pública, como mi familia que venía de un pueblo de Antioquia pudo salir adelante gracias a ella. Lo he vivido en carne propia, lo he visto”.
Palacio estudia en la Universidad Nacional, sede Medellín. Su campus no se ha visto tan afectado -al menos en términos de infraestructura- como el de la capital. Sin embargo, su compromiso apareció cuando se convirtió en estudiante y entendió que muchos otros podían acceder a un cupo. Y según dice, ese es un resultado más del hueco financiero de estas instituciones. “La Universidad Nacional solo recibe el 8 por ciento de su demanda. ¿Qué pasa con ese 92 por ciento de jóvenes que no pudieron acceder a la educación y que muchas veces es la única alternativa de estudio que tienen?”.
Por su sentido social, desde la Acrees, los estudiantes como Palacio sostienen y defienden la educación como un derecho. Y a partir de eso la asociación ha desarrollado su función que más que cualquier otra cosa, va en una línea clara: poner en la agenda pública la discusión por la educación pública. Y ese ha sido uno de los logros más notorios de él y el resto de universitarios. “La Acrees logra articular a representantes de universidades públicas y privadas, nos ha permitido conocernos entre nosotros y convocar a estas manifestaciones masivas. Y en eso estamos: presionando al Gobierno”.
Y parece que lo están haciendo. Horas antes de que los estudiantes marchen de nuevo, el presidente anunció que le asignó a Alberto Carrasquilla, ministro de Hacienda, y a Gloria Amparo Alonso, directora del Departamento Nacional de Planeación, de sacar del presupuesto bienal de regalías un billón de pesos para invertir en los próximos años en la educación superior en las regiones de Colombia. Pese al nuevo incremento, Palacio y los otros representantes afirmaron que no se echarán para atrás. El paro de más de 15 universidades sigue, la marcha y las próximas acciones pacíficas, también.
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La gran bandera del movimiento es pedir casi 20 billones de pesos, distribuidos de la siguiente manera: 3,2 billones en funcionamiento (es lo que se necesitaría ahora mismo), 1,3 billones para carrereas técnicas y tecnológicas, 700.000 millones para Colciencias y un acuerdo de pago de 15 billones que, argumentan, es el déficit de inversión acumulado en más de 20 años por las 32 universidades en total. En momentos en los que se habla de "hueco fiscal" tales cifras no parecerían viables. Sin embargo, que el Gobierno esté barajando nuevas posibilidades para conseguir más presupuesto para la educación pública ya se vaticina como un triunfo del movimiento.
Entre las victorias está también el apoyo abierto y contundente de los alumnos y algunos directivos de las universidades privadas. La Universidad de los Andes, el Externado, El Rosario, la Javeriana, la Uniminuto, La Salle, la Tadeo, la Javeriana Cali, la Luis Amigó, la Universidad Latinoamericana, entre otras.
Pese a que en un principio las diferentes organizaciones como la Unión Nacional de Estudiantes de la Educación Superior (Unees), la Federación Nacional de Representantes Estudiantiles Colombianos (Fenares) y Acrees, presentaron pliegos de peticiones distintos en la cantidad de recursos solicitados al Gobierno, lograron la unidad el pasado 15 de octubre. “Con el propósito de compartir lecturas sobre el diagnóstico de la educación superior y evaluar de manera conjunta las necesidades que hoy requiere para funcionar dignamente, lo anterior, socializando las exigencias que se han trazado desde los distintos sectores para encontrar elementos de convergencia en la defensa de la educación entendida como derecho fundamental y bien común”, expresaron en un comunicado.
Así mismo lo mencionó Valentina Ávila, miembro de Unees, una plataforma unitaria que le apuesta a la generación de espacios como asambleas para que los estudiantes se nutran de experiencias y reflexiones sobre su sector. La lucha de Ávila y de sus compañeros ha sido aglutinar en un mismo ente diferentes movimientos, entre ellos los de las regiones y las privadas. “Yo como estudiante de universidad privada me uní a esta causa cuando me di cuenta y empecé a tener noción de que todos los jóvenes colombianos no tenían este privilegio, sino que era de unos pocos. De que nos encanta un Estado de legalidad que escribe y escribe decretos y leyes, pero no le cumple a la gente en sus territorios ni a los jóvenes de Colombia que no tiene qué hacer y debe dedicarse a trabajar”.
“Creo que los jóvenes de este país tienen sueños demasiado grandes y necesitamos un Estado que se comprometa a que no solo las lógicas de endeudamiento y el sistema de meritocracia sean la forma de acceder a la educación superior”. Según lo expresó en su momento Ávila y Palacio, la unidad ha sido uno de los triunfos más destacados de esta movilización. A diferencia de la Mane en 2011, estos representantes estudiantiles prefieren mirar los puntos en común y no los desencuentros. Después de la marcha se juntarán, de nuevo para mirar en detalle en qué se diferencian sus peticiones y a partir de ahí construir un único documento que contenga las exigencias que los representen a todos.
De esa actividad también participará Fenares. “¡Juntos podemos más!” es el mensaje que la federación que agremia a los representantes estudiantiles de los consejos directivos y superiores, es decir, las máximas instancias de los universitarios.
Entre los estudiantes que han dado la cara por esta organización está Julieth Rincón, quien actualmente cursa una maestría en Gestión Urbana de la Universidad Piloto de Colombia. “Como estudiante de universidad privada estoy convencida de dos cosas: las principales víctimas de fracaso del sistema educativo en Colombia somos los estudiantes de universidad privada, ya que varios de nosotros no estamos ahí porque así lo quisiéramos, sino porque al no existir cupos suficientes en la universidad pública nos vimos en la obligación de endeudarnos para educarnos. Por otro lado, no es necesario ser de universidad pública para defenderla”. Para Rincón, que ha estado al frente del cañón y ha explicado la visión de Fenares en varios medios de comunicación, dijo que lo más importante es llegar a un acuerdo programático y de acción, en el que todos se sientan recogidos. "Hemos dado grandes pasos en este objetivo, a pesar de las intenciones del Gobierno Nacional de fraccionarnos citándonos por separado. No hemos caído en el anzuelo. Mantenemos la convicción de negociar cuando el momento oportuno llegue", dijo.
Este miércoles se verá por segunda vez a los estudiantes en las calles. Más allá de las exigencias, el movimiento ya ha logrado poner en la agenda su consigna: que las universidades públicas requieren de una inyección importante de dinero. Está por verse cómo el Gobierno capotea esta nueva protesta.