EDUCACIÓN
“Me quiero matar”: la carta que un estudiante dejó en el escritorio de su colegio
El adolescente dijo sentirse desesperado y que se suicidaría a los 18 (años), ya que no tendría ningún objetivo en su vida.
De acuerdo con la ONG Bullying Sin Fronteras, un estudio realizado en América, Europa, Asia, Oceanía y África, entre enero de 2021 y febrero de 2022, arrojó que en promedio 6 de cada 10 niños en el mundo son víctimas de acoso o ciberacoso, ya sea por infantes o por adultos que aprovechan su poder para gestionar el bullying entre los menores de edad.
Sin embargo, más allá de ser una “simple” realidad de abusos, ofensas y humillaciones, lo cierto es que son varios los casos de bullying que infortunadamente culminan en suicidio, después de alterar mental y emocionalmente a la víctima del acoso.
Esto fue lo que demostró un adolescente de 14 años en el área metropolitana de Buenos Aires (Argentina), quien pensó en quitarse la vida después de sufrir de bullying en su colegio. Afortunadamente, el estudiante no ejecutó su plan, pero sí protagonizó una escena que rompió el corazón de sus compañeros, maestros y padres de familia que conocieron su caso.
Por medio de una carta que dejó en su pupitre, el adolescente aseguró que sentía haber tocado fondo, y que el acoso ya le había quitado cualquier emoción a la vida o propósito para continuar con esta.
Hace dos semanas, el joven redactó la misiva, la cual tituló “Cómo me siento”, narrando detalle por detalle los momentos más crueles que lo habían llevado a una grave depresión.
“Me quiero matar. Siento que es mi mejor opción”, escribió el menor a quien se le ha ocultado su identidad. El protagonista de esta historia aseguraba en su texto que ya estaba agotado del rechazo de sus compañeros de clase, que además de burlarse de él, lo discriminaron de tal forma que nadie quería ser su amigo.
Fueron dos estudiantes los que hallaron la nota olvidada en el puesto del adolescente. Por supuesto, lo primero que pensaron es que habían encontrado otro “tesoro” con el cual alimentar las burlas sobre su compañero, pero la sonrisa se desvaneció cuando ambos empezaron a leer el sentido mensaje que el menor había escrito. Con un tono bastante sombrío y melancólico, el joven contó su experiencia con el bullying y las razones que los habrían llevado a querer acabar con su vida.
De hecho, al final de la nota estaba dibujada una carita triste y una soga de las que se usan para ahorcar a los condenados a muerte. Además, escribió: “perdón si no se entiende la letra”, mensaje que acompañó con otra carita triste.
A continuación la carta completa que dejó el adolescente en su colegio:
“Cómo me siento. Triste. Me quiero matar. Siento que es mi mejor opción. No tengo amigos. Nunca hablo gracias a mi inseguridad y a (lo) que mis ‘amigos’ me causaron, porque con tan solo decir algo me insultaban. Ya llevo tres malditos años soportando los insultos y molestias de ellos. Estoy cansado de llorar y sufrir. Solo necesito decir(le) todo esto a alguien, pero tengo miedo a la burla, al rechazo social, a quedarme solo. No quiero estar solo. Ya estoy cansado. Mi mente no está bien. Me siento un enfermo mental. Siento que cada día empeoro. Cada día que pasa siento que me moriré más y más. Y siento que necesito hablar con gente. Creo que me suicidaré a los 18, ya que no tendría ningún objetivo en mi vida de mierda y ahora me pregunto ¿realmente estoy bien? Perdón si no se entiende la letra”.
Al ver la nota, los estudiantes dudaron, pero finalmente tomaron la decisión indicada: avisar a sus respectivos padres, quienes hablaron con la madre del menor afectado. La mujer aprovechó esta oportunidad para hablar con los demás papás por medio del grupo de WhatsApp que tienen, y de esta forma salvaguardar la vida de su hijo, mientras enviaba una alerta temprana a las demás casas: criar a los niños en valores y teniendo en cuenta que las diferencias no son malas. Todos merecen respeto y todos merecen sentir amor.
Afortunadamente, esta historia no terminó en tragedia, pero así como este caso hay muchos que culminan con familias destrozadas que se lamentan por no atender las quejas de sus hijos, o de no hablar con los demás padres de la situación que se vive en el entorno escolar.