EDUCACIÓN
¿Quién dijo que memorizar no es importante?
Las nuevas corrientes pedagógicas han renovado la educación, pero su desprecio hacia la memoria afecta las capacidades cognitivas. Memorizar no es el fin del aprendizaje, pero sí es un medio necesario para aprender.
La costumbre de memorizar ha entrado en crisis. Cuando un profesor de Ciencias Sociales de un colegio privado de Bogotá pensaba que era importante que sus estudiantes aprendieran y entendieran la importancia de algunos procesos, se enfrentó a una dura oposición. Para los jóvenes era absurda la idea: no entendían por qué era necesario saber cuáles habían sido las implicaciones de la Revolución Francesa. Lo mismo ocurrió cuando esperaba que supieran la ubicación de los departamentos de Colombia, sus capitales y los ríos principales del país. Todo les parecía un despropósito. Aseguraban que el enfoque del colegio era fomentar el pensamiento crítico, analizar, reflexionar, no memorizar.
El profesor, a pesar de la oposición, siguió con la idea. Pensaba, según cuenta, que en una clase de Sociales era necesario que los estudiantes adquirieran bases temporales y espaciales. Entonces, hizo una evaluación: debían ordenar cronológicamente algunos de los procesos estudiados: la independencia, la abolición de la esclavitud, la Regeneración, la Masacre de las Bananeras, la Época de la Violencia y el Frente Nacional. También tenían que ubicar en un mapa algunos de los departamentos, escribir cuál era su capital, y dibujar el curso del río Magdalena. Pero pocos lo aprobaron. Los jóvenes se quejaron ante las directivas, y la rectora del colegio le dio la razón a los estudiantes: no se debe exigir memorizar. El objetivo pedagógico es formar el pensamiento crítico, aseguró.
¿Teorías pedagógicas contra la memoria?
Desde luego, el comentario de la directora no salió del aire, ni fue arbitrario. Ese colegio, como muchos otros, ha tomado teorías pedagógicas europeas y americanas que se enfrentaron a la educación tradicional y la memorización de los conocimientos. La Escuela Activa, por ejemplo, se opuso a la enseñanza basada en “el formalismo y la memorización, en el didactismo y la competencia, en el autoritarismo y la disciplina”, según afirma Eleazar Narváez, investigador en educación. El objetivo era centrarse en los intereses de los niños, en las dudas, no en memorizar. De una manera similar, el Aprendizaje Significativo diferenciaba dos posiciones extremas. Por un lado, estaba la memorización mecánica de las fórmulas, y por otro, el aprendizaje de la asociación de conceptos, en el que los conocimientos adquieren un verdadero sentido para los jóvenes.
Así también, David Perkins, profesor de la Universidad de Harvard, argumenta que los estudiantes deben prepararse para los retos desconocidos del mundo globalizado, pero no con conocimientos aislados, memorizados, sino con enseñanzas que les sirvan para resolver sus preocupaciones del día a día. En su opinión, la educación no tiene como fin que los jóvenes tengan un bagaje cultural estático de la historia, geografía, o matemáticas; el objetivo de aprender, según Perkins, es que los conocimientos sirvan como lentes para comprender el presente, no acumular conocimientos en la memoria.
Implicaciones
La Escuela Activa, el Aprendizaje Significativo, el Constructivismo, influyeron en la educación en Colombia. Fueron pertinentes y enriquecieron la enseñanza. Desde luego, ha sido útil y necesaria la renovación educativa. La educación tradicional, en muchos casos, apuntaba a la memorización y no a la comprensión. Así, por ejemplo, se podía recitar de memoria cuáles eran las principales ideas de Aristóteles, sin entenderlas. Estaban en lo cierto, entonces, cuando juzgaban que la memoria no debía ser un fin en el proceso de aprendizaje.
Sin embargo, el problema ha sido que se ha llegado, en algunos casos, a despreciar las posibilidades de la memoria. Exigir memorizar en los colegios y en las universidades es considerado una actitud antipedagógica, tradicional, y retrógrada. El problema es que la memoria es necesaria para el aprendizaje, según Claudia Zuleta, directora de un colegio privado de Bogotá. Se habla mucho sobre las “competencias”, sobre las habilidades para sintetizar, comparar y asociar, o de lectura crítica. Sin embargo, es imposible fortalecer esas capacidades, sin memorizar. ¿Cómo comparar dos acontecimientos sin saber de memoria algunas de sus características? ¿Cómo leer críticamente sin referentes?
La memoria es necesaria y dejar de ejercitarla es deteriorar las habilidades cognitivas. Es necesario conocer las tablas de multiplicar de memoria, saber sumar, restar y dividir para hacer mercado. Hay que tener nociones básicas de probabilidad para tomar decisiones elementales, para decidir, por ejemplo, si es útil comprar una póliza de seguros o el Baloto. Es imposible formar una mentalidad crítica sin contenido: cómo votar sin saber nada de memoria; ¿cómo apoyar u oponerse a los acuerdos de paz, sin conocer la historia de las Farc, de la Violencia, del narcotráfico y del paramilitarismo? ¿Si no recordamos quién era Gaitán, ni la violencia bipartidista, cómo ser un ciudadano crítico?
Para algunos educadores, dejar de formar a los jóvenes en las habilidades de la memoria en el colegio es lanzarlos sin bases a la vida universitaria y profesional. Un médico se forma para investigar, asociar, pero también para memorizar: sería absurdo que confundiera dos órganos. Para Alberto Amaya, gerente médico de Seguros Bolívar, la memoria es esencial en medicina. Es necesario saber cómo funciona el organismo y cuál es el papel de las partes, afirma Amaya. Un abogado también tiene que memorizar: no hay opción. Desde luego, la memoria no es el fin del aprendizaje, pero si es un medio necesario para aprender. Sin memorizar es imposible aprender.
Cuentan que Alejandro Magno declamaba la Ilíada cada vez que una situación de sus campañas le recordaba algún canto. La sabía de memoria. Historias parecidas no eran extrañas en los siglos pasados. Era común que se aprendiera por placer numerosos sonetos, e incluso libros enteros. Hace unos años, preguntarle a una persona mayor sobre la geografía de Colombia, o sobre un acontecimiento, era casi lo mismo que consultar una enciclopedia. Pero hoy, por una educación que ha despreciado la memoria, se ha perdido la tradición de entrenar al cerebro para recordar.