EDUCACIÓN
Miedo vs. evidencia científica: el dilema en la reapertura de colegios
El regreso a las aulas de los más pequeños es fundamental para su desarrollo y educación; no obstante, entre padres y docentes reina la desconfianza en el modelo de alternancia y prima el temor a un eventual contagio. Panorama.
“Yo nunca antes perdí ninguna materia, ni en transición ni en primero ni en segundo (...) Teníamos ganas de llorar porque nunca habíamos perdido el año”, cuenta ya con resignación William, un pequeño de 12 años que junto a su hermana Valery reprobó en un colegio distrital de Bogotá por no tener acceso a internet ni computador en casa durante el pasado año escolar. Por esa razón ambos deberán repetir el año escolar que cursan.
Este no es un caso aislado, ni el menos grave. En todo el país, cientos de miles de estudiantes tienen la misma dificultad por falta de equipos y conectividad. Cifras del Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana indican que el 67 por ciento de los estudiantes de colegios públicos no cuenta con alguno de los dos elementos, vitales para recibir clases de manera virtual.
Además, en zonas rurales solo el nueve por ciento de los jóvenes dispone de un computador. Un panorama difícil para la educación virtual en medio de la pandemia.
Esta situación no fue la única razón que generó que más estudiantes pierdan el año. Expertos consultados indican que cerca del 10 por ciento de la población colombiana en educación básica y media pudo reprobar el año escolar en 2020, es decir casi un millón de estudiantes (más del doble de los que históricamente lo hacen), sino que incrementará la deserción escolar.
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Solo a finales del año pasado 100 mil estudiantes ya habían salido del sistema educativo, con todo lo que esto significa para esos proyectos de vida.
Al claro impacto en la calidad y continuidad académica hay que sumarle los efectos negativos de que los niños no compartan con otros durante sus primeros años de vida.
“Las experiencias que vivan los niños en sus primeros años serán definitivas en la formación del cerebro, de sus funciones y, sobre todo, en la concepción que cada uno se forma del mundo, para asumir las dificultades y para mejorarlo cuando se pueda, esto incidirá en conductas posteriores, como el rendimiento académico, los logros laborales y las relaciones interpersonales”, explicó el psiquiatra infantil Felipe Agudelo.
Si bien desde el Ministerio de Educación y varias autoridades locales se vienen adelantando estrategias para que la reapertura de colegios se dé en todo el país, más de 20 departamentos ya iniciaron con algunas clases presenciales, al igual que las principales ciudades capitales.
El regreso de los estudiantes se está dando a cuentagotas: por ejemplo, en Bogotá de 400 colegios públicos solo cinco han abierto y apenas 28 tienen listos los protocolos para volver. Esto ocurre principalmente porque los planes de alternancia se enfrentan a dos grandes obstáculos.
El primero es el evidente temor de los padres de enviar a sus hijos a las clases presenciales y que eventualmente puedan contagiarse. Cifras de la Confederación Nacional de Padres de Familia indican que el 60 por ciento de las familias dice que no enviarán a los niños a los colegios y prefiere la educación virtual, un 15 por ciento prefiere esperar unos meses y solo un 20 por ciento dijo que sus hijos sí están asistiendo o asistirán en los próximos días a las instituciones educativas.
En el caso del sondeo realizado por la Alcaldía de Bogotá al iniciar el año, este indica que el 80 por ciento de acudientes tiene miedo de enviar a sus hijos a la escuela, cifra exactamente igual a la reportada por los padres en septiembre pasado, cuando aún había muchas incógnitas sobre el contagio de la covid-19 en los más pequeños.
El director del Instituto Colombiano de Neurociencias, doctor Jorge Eslava, explicó que el más reciente estudio del Children’s National Hospital de Washington evidencia que la covid “no es más grave que una gripe común para los niños”.
Precisó que no hay ninguna diferencia en la tasa de hospitalización, el ingreso a cuidados intensivos y las muertes entre niños enfermos por coronavirus y aquellos con gripe: “Un niño con gripe no debía ir al colegio, así como un niño con síntomas de covid-19 no debe hacerlo. Los padres pueden estar seguros de que lo apropiado para los niños, incluso en pandemia, es ir al colegio”.
Asimismo, un informe de Unicef publicado hace un par de semanas y que recopiló más de 20 publicaciones relacionadas con la reapertura de colegios, concluye que “los niños en la escuela no parecen estar expuestos a mayores riesgos de infección”, además de recordar que los niños menores de 17 años representan alrededor del ocho por ciento de todos los casos de covid-19 notificados en el mundo.
El segundo gran reto al que se enfrenta el Gobierno y quienes apoyan la reapertura es superar las diferencias con las agremiaciones docentes como Fecode y la ADE, quienes desde el año pasado se han mantenido en su posición de que no existen las garantías para reabrir de forma segura los colegios. Consideran que la inversión para dotar a las instituciones de los implementos de bioseguridad son insuficientes.
El Ministerio destinó en noviembre pasado 400 mil millones de pesos para que los territorios pudieran adecuar los colegios para recibir a los estudiantes en medio de la pandemia; sin embargo, su inversión ha sido lenta ya que a la fecha apenas se han ejecutado 71.429 millones de pesos, equivalentes al 17,85 por ciento.
Nelson Alarcón, directivo de Fecode, señaló que en el gremio hicieron un estudio sobre lo que valdría adecuar a los colegios públicos del país con las condiciones mínimas para reabrir. “Enviamos un documento al Congreso y Ministerio evidenciando que se necesitaba poco más de un billón de pesos para dotar a los colegios, los recursos no alcanzan y no nos escuchan. Nosotros queremos volver, pero no se puede reabrir en detrimento de la salud de la comunidad educativa. Creemos que después de Semana Santa es un momento más prudente”, aseguró el líder gremial.
Insuficientes o no, los recursos entregados por el Ministerio deben ser optimizados de la mejor forma y no gastados en protocolos que ya se ha demostrado no sirven.
La limpieza de suelas de zapatos, tapetes empapados, tomar la temperatura en la muñeca, rociar a los niños con químicos de pies a cabeza y hacerlos usar trajes antifluidos no son medidas efectivas, pero que sí podrían acarrear gastos adicionales.
Por el contrario, las escuelas que practican el distanciamiento social, el uso de tapabocas y cuentan con una buena ventilación, tienen un riesgo mínimo de propagar el virus, de acuerdo con la bibliografía recopilada por Unicef.
La directora de Red Papaz, Carolina Piñeros, coincidió en que hay una deuda histórica en la infraestructura de los colegios en el país y que ella misma comparte el temor de otros padres, pero fue enfática al decir que la evidencia es clara y que el lugar donde los niños están más seguros es en las aulas.
“Sé de los problemas de los colegios, pero en zonas rurales, con todas las dificultades de conectividad, ¿no es posible hacer actividades académicas al aire libre con la alternancia? Nuestros miedos como adultos no pueden terminar afectando a los niños. Todos debemos ser más flexibles”, aseguró.