EDUCACIÓN
Niños colombianos han soportado uno de los bloqueos educativos más largos de América Latina, según The Economist
El medio británico sostiene que, mientras en el resto de la región se están retomando nuevamente las clases presenciales, en Colombia la medida aún parece lejana.
La educación presencial sigue siendo uno de los puntos clave y más polémicos que está viviendo Colombia en la actualidad, pues el sindicato de Fecode se niega a volver a las aulas a pesar de que los maestros fueron priorizados en la vacunación contra el coronavirus.
Según el sindicato, para volver a las clases presenciales se debe vacunar a todos los estudiantes y adaptar las instalaciones de los recintos educativos para que cumplan con medidas de bioseguridad.
Al respecto, el Gobierno ha insistido en que los problemas de infraestructura no se pueden solucionar de un momento a otro y que la vacunación en menores aún está en pruebas por parte de las farmacéuticas.
Esta situación hizo que The Economist publicara un artículo en el cual habla sobre la situación que viven los niños en Colombia que no pueden ir al colegio y las intenciones de Fecode.
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“Si todo va según lo planeado, las escuelas en Colombia finalmente volverán a abrir en las próximas dos semanas, y la mayoría volverá antes del 15 de julio. Mejor tarde que nunca. Las escuelas de México y Brasil ya han comenzado a reanudar la enseñanza presencial. Por el contrario, en Colombia los niños han soportado uno de los bloqueos educativos más largos de América Latina”, dice el medio británico.
Desde que inició el paro nacional el 28 de abril, los niños de escuelas públicas, que antes atendían sus asignaturas de manera virtual, no reciben clases pues Fecode es uno de los principales actores y promotores del paro nacional.
“El sindicato es uno de los más poderosos de América Latina, una región que ya está llena de sindicatos poderosos. El 87 % de los maestros de las escuelas públicas de Colombia se inscribieron. En 2015 se declaró en huelga para oponerse a una propuesta de utilizar medidas más estrictas para evaluar a los docentes; después de tres semanas, el gobierno cedió. Desde entonces, el sindicato se ha sentido envalentonado”, dice el artículo del medio citando a la analista de educación Isabel Segovia.
The Economist también resalta en su artículo la difícil situación de la infraestructura de las instituciones educativas del país, lo cual complica el cumplimiento de las medidas de bioseguridad.
“Alrededor del 11 % de las escuelas de Colombia carecen de agua corriente, lo que hace imposible lavarse las manos”, dice el artículo.
Sin embargo, el medio recalcó que una gran parte de las protestas de Fecode tiene intenciones meramente políticas.
“Gran parte de la razón de la huelga es política: el sindicato quiere un programa de renta básica que costaría el 6 % del PIB y que ayude a elegir un gobierno de izquierda en las elecciones del próximo año”, dice el medio.
Es de mencionar que el líder de Fecode, Nelson Alarcón, ha dicho que todos los maestros deben vacunarse antes de que el sindicato acepte reanudar las clases.
“Todos los profesores deberían dejar de trabajar -dice- hasta que el gobierno adapte todas las escuelas con agua y suficiente espacio para que los estudiantes aprendan a dos metros de distancia. Como muchos líderes sindicales, no ve ninguna razón para comprometerse. El gobierno ha seguido pagando los sueldos de los maestros mientras se sientan en casa, por lo que tienen pocos incentivos para volver al trabajo”, agrega The Economist.
Recientemente, el Gobierno anunció que los colegios oficiales deben reponer las clases perdidas por el paro nacional y que deberá llevarse a cabo de manera presencial, pues los maestros que no cumplan esto no recibirán su sueldo.
Se prevé que estos anuncios del Gobierno causen que, nuevamente, Fecode salga a marchar en los próximos días.
Para The Economist, la educación en Colombia tiene problemas estructurales que datan desde hace más de 20 años.
“Los estudiantes colombianos ya estaban mal atendidos en relación con sus compañeros. Desde la década de 2000, el gobierno ha gastado el 4 % del PIB en educación, menos que en otros países pobres de América Latina. Como no hay suficientes escuelas públicas, alrededor de la mitad de los niños asiste a clases por turnos. Los profesores están mal pagados; casi un tercio de los profesores de primaria no tiene un título”, dice el artículo.