SALUD
"Nos robaron la niñez con una historia que no le podíamos contar a nadie": el relato de una víctima del "trastorno delirante"
La niñez de Pauline Dakin estuvo llena de secretos, mudanzas y actos extraños. No le estaba permitido hablar con nadie sobre su vida familiar. Y no fue hasta que cumplió los 23 años que descubrió el porqué de la rocambolesca historia que le contaron.
Siempre hubo algo inusual en la familia de Pauline Dakin.
"Mi hermano y yo nos hacíamos constantemente la misma pregunta: ¿Qué diablos pasa en nuestra familia? ¿Por qué somos tan raros? Pero era algo para lo que nunca teníamos una respuesta", le cuenta Dakin a la BBC.
Teniendo ella 5 años, su madre Ruth y su padre Warren —un exitoso hombre de negocios que era alcohólico y en ocasiones violento— se divorciaron.
Y dos años después la madre se los llevó de vacaciones a Winnipeg, una localidad canadiense ubicada a 110 kilómetros de la frontera con Estados Unidos. Pero cuando llegaron a destino, les confesó que no estaban allí para pasar una temporada.
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Se habían mudado definitivamente. Atrás dejaban su vida en Vancouver.
"No hubo oportunidad de decir adiós. Fue romper abruptamente con todo", recuerda.
La única respuesta que obtenía de su madre cuando la cuestionaba intentando comprender lo que pasaba era un enigmático "ya lo entenderás cuando seas más grande".
El cambio de casa se repitió cuatro años más tarde, cuando se mudaron a New Brunswick, una ciudad costera en el este del país.
Más allá de los traslados, la vida de Dakin parecía normal. Pero en su interior crecía una compleja mezcla de sensaciones de confusión, depresión y mucha ansiedad.
"Era consciente de que algo malo estaba pasando, pero no sabía qué era exactamente. No lograba descifrar lo que estaba ocurriendo en mi casa", explica.
Para cuando cumplió 11, Dakin había pasado por seis escuelas diferentes y había perdido todo contacto con su padre.
Pero otro hombre había llegado a su vida: un ministro evangélico llamado Stan Sears.
Sears había apoyado a su madre en los tiempos de violencia y alcohol que le habían tocado junto a su marido.
Además, había vivido en las mismas ciudades que su familia.
"Lo único que tenía claro era que lo que fuese que estaba pasando lo involucraba también a él", revela Dakin.
Cuando cumplió los 23 años y se graduó de la universidad, recibió una llamada de su madre.
"Me dijo: ‘Mira, te voy a explicar todas las cosas extrañas que pasaron en nuestra familia los últimos años‘".
"Pon todas tus joyas en el sobre"
Quedaron de encontrarse en un motel.
Cuando ella llegó a su habitación, su madre le lanzó un sobre por debajo de la puerta.
"No digas nada. Quítate todas las joyas que tienes y ponlas en el sobre. Te lo explicaré después", decía una nota incluída en el sobre.
"Me pareció extrañísimo y me hice muchas preguntas, pero finalmente le hice caso", recuerda.
Después se encontraron en el cuarto de su madre. Sorpresivamente, allí estaba Stan Sears.
Ésta le contó que había pasado los últimos 16 años huyendo de la mafia y que estaban siendo perseguidos por problemas que había tenido su padre, Warren Dakin.
Además le explicó que no podía llevar joyas porque seguramente la iban a revisar para evitar que tuviera escondido en ellas un micrófono u otro dispositivo que permitiera seguirlos.
La explicación que siguió fue incluso más absurda.
Sears le dijo que todo había comenzado cuando le tocó servir de consejero de un capo de la mafia dispuesto a dejar atrás su pasado de negocios turbios.
Todo iba bien, hasta que la mafia descubrió que uno de sus integrantes había roto el código de silencio al acudir a Sears, le explicó.
Al hombre lo asesinaron y luego vinieron por Stan, porque pensaron que tal vez sabía demasiado.
De acuerdo al relato, Ruth Dakin comenzó a trabajar de secretaria en la iglesia de Sears. Pero siendo la exesposa de un mafioso, se volvió también objetivo del grupo criminal.
"También me dijeron que teníamos a alguien (de una fuerza de seguridad del gobierno) siguiéndonos, a cada uno de nosotros, para cuidarnos. Que cada vez que nos intentaban matar o secuestrar, ellos intervenían para evitarlo", recuerda Dakin.
Pero la revelación no terminó allí. Sears le dijo que existían comunidades a lo largo del país en donde las personas que eran perseguidas por la mafia podían encontrar refugio.
Esas comunidades se conocían como el Mundo Extraño. Y ambos le dijeron que, después de vivir como fugitivos, había llegado la hora de entrar a vivir a uno de esos lugares y que iban a hacerlo como pareja.
"Me dijeron que era su última oportunidad de poder estar juntos. Que habían estado enamorados por muchos años y que era hora de seguir su corazón", explica.
Dakin sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor, a la vez que comprendía todas aquellas cosas raras que le habían pasado en su niñez y adolescencia.
Así, comenzó a entender episodios enigmáticos como aquel día en el que tanto ella como su hermano no fueron al colegio y, en cambio, los llevaron a jugar bolos toda la tarde.
O aquella otra vez que regresaron a la casa y les dijeron que se lavaran los pies y se pusieran bolsas plásticas por encima de las medias.
Sears le explicó que todas eran extrañas maniobras para evitar que los encontraran los grupos mafiosos.
"Aunque sonara absurdo, había una explicación para cada cosa extraña que nos había ocurrido y que encajaba perfectamente en esa narrativa de que éramos una familia de perseguidos", reconoce.
Ansiedad y miedo
Cuando llegó la hora de marcharse del motel, Sears le pidió a Dakin si podía instalar un dispositivo en su vehículo, para que los "hombres buenos" pudieran rastrearla y así se aseguraran de que estaba bien.
Y también le dio un pequeño transistor, para que pudiera utilizarlo en caso de urgencia extrema.
Su regreso a casa marcó el inicio de un período de ansiedad y miedo. Constantemente miraba por encima del hombro para ver si la seguían y dejó de ir a restaurantes porque pensaba que alguien le podía envenenar la comida.
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Y con el tiempo, la historia de Ruth Dakin y Stan Sears se volvió aún más enredada.
Desde aquel Mundo Extraño le llegaban noticias de que muchas personas que ellos conocían no eran realmente quienes decían ser.
"La historia que me contaron fue que a algunas personas que fueron parte de mi niñez y habían estado mezcladas con la mafia las desaparecieron y reemplazaron por unos dobles", cuenta Dakin.
"A veces al doble lo mandaban los ‘buenos‘ y a veces los ‘malos‘, así que nunca se podía estar seguro. Hacían espionaje".
Los dobles, según explicó Sears, habían pasado meses estudiando videos para comportarse como la persona a la que estaban reemplazando, y se habían sometido a cirugías estéticas o usaban maquillaje para perfeccionar su apariencia.
Y esos dobles aparecían cada tanto. Por ejemplo, el día de la boda de su hermano Teddy, Dakin había vuelto a ver a su padre y a su tía tras muchos años. Pero Sears y su madre le dijeron que ambos eran dobles.
Aunque estaba plagada de dudas, Pauline pensó que las dos personas que le estaban contando esas historias eran su madre y Sears, sus dos seres más cercanos.
"Tenía dudas, claro. Pero si no podía confiar en ellos, ¿en quién podía confiar?", se justifica.
Ante eso, atemorizada y paranoica, decidió dejarlo todo. Se iría a vivir con su madre al Mundo Extraño, donde Sears le aseguraba que podría trabajar y estar segura.
Abandonó a su novio y su trabajo, vendió su casa y se mudó con la pareja a Nueva Escocia, la provincia situada en el extremo más oriental de Canadá.
Allí iban a esperar que les confirmaran que era seguro entrar nuevamente al Mundo Extraño, le habían dicho.
Entretanto, conoció a Kevin, quien se convertiría en su esposo y a quien hizo partícipe del entramado de secretos. Él también se comprometió a entrar a estos refugios y se unió a la espera.
Sin embargo, nunca parecía ser el momento adecuado.
"Sears me decía que los agentes de inteligencia que recolectaban la información le indicaban que la mafia se había enterado que pensábamos desaparecer y nos estaba amenazando, y que por tanto debíamos esperar", recordó.
Dakin sintió que debía confirmar de una vez si las historias que le contaban eran ciertas.
El momento le llegó en 1993, cinco años después de aquel día en el motel en el que le revelaron el enredado secreto.
Fue cuando decidió inventarse un robo en su casa.
"Llamé a mi madre y le dije: ‘Alguien ha entrado en la casa. ¿Qué debo hacer?‘", relata.
"Le voy a preguntar a nuestro amigo y te llamo", respondió ella.
Durante todo ese tiempo, Sears les había prohibido cualquier contacto con la policía. Si algo ocurría, debían hablar con él primero, porque en la policía no se podía confiar, argumentaba.
A los pocos minutos, la madre de Pauline le devolvió la llamada.
Le dijo que no podían hablar por teléfono y que se reunieran de inmediato.
Cuando llegó, Sears le dijo que ese día, más temprano, habían agarrado a dos tipos justo en la calle frente a su casa con fotos de ella en su poder, que la habían estado siguiendo y que entraron a su casa a buscar "ciertas cosas".
"Cuando dijo eso me di cuenta de que todo era falso. Porque nadie en realidad había entrado en la casa. Lo había inventado yo", explica Dakin.
"En ese momento supe que todas esas historias, las mudanzas y los dobles eran una mentira".
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Confrontación
Cuando confrontó a su madre con la verdad, Ruth Dakin se mostró consternada.
Pero su desolación no se debía al hecho de que su hija había destapado la verdad, sino a que dejando de creer en la historia quedaba expuesta a los "peligros".
Durante meses estuvieron intentando convencerse la una a la otra: Pauline a Ruth de que Stan las había estado engañando, la madre a la hija de que estaba ciega. Nunca llegaron a un acuerdo.
Dakin también confrontó a Sears, pero éste simplemente dijo que el malentendido sobre los hombres misteriosos pudo haber sido "un error".
Furiosa y decepcionada, decidió entonces rearmar su vida: contactó de nuevo a su padre —que estaba enfermo y había vuelto a beber— y se alejó de Sears y su madre.
Tuvo dos hijos y eso fue fundamental para poder superar el trauma de la revelación.
"Cuando tienes hijos las cosas cambian, ellos se convierten en el foco de todo tu amor", dice.
Su madre se enfermó de cáncer en 2010, unos años después de la muerte de Sears, y vivió los últimos nueve meses junto a Dakin.
Lo cierto es que su madre nunca dejó de creer en las historias del pastor, aun cuando tras su muerte se acabaron las cartas y las presuntas amenazas de la mafia y los mensajes cifrados de los supuestos colaboradores.
Pero de todo esto, lo que más le perturbaba a Dakin era el hecho de que Sears no parecía un hombre que estuviera loco: lucía y actuaba normal.
Hasta que, hace cinco años, leyó un artículo médico que mencionaba una condición conocida como "trastorno delirante".
"Cuando leía el artículo pensé, ‘Esto describe perfectamente a Sears, alguien que luce normal y es competente en su trabajo, pero tiene ideas locas sobre ciertas cosas‘", anotó.
Dakincontactó al autor del artículo, un psiquiatra de Harvard, quien se entusiasmó con su historia.
Sears tenía todos los indicios de haber sido una persona con dicho trastorno, en lo que estuvo de acuerdo no solo el autor del artículo sino otro académico especializado en el trastorno delirante.
El hallar una razón por la que Sears se había comportado así con su familia le ayudó a reconciliarse con el pasado, aunque nunca, según ella, sanaron los daños que les había causado.
"Me dio mucha pena por mi madre, pero también por mí y mi hermano. Dos niños pequeños cuyas vidas fueron tomadas por asalto".