EDUCACIÓN

“Nos sentimos olvidados”: la covid deja a estudiantes extranjeros en París al borde de la pobreza

Lejos de sus seres queridos, confinados en sus pequeñas habitaciones y sin poder trabajar, muchos sobreviven a duras penas gracias a los bancos de alimentos y la solidaridad de varios compañeros.

2 de diciembre de 2020
París en pandemia
(FILES) This file photo taken on November 14, 2020 shows the Eiffel Tower in Paris. - Closed during the second lockdown, as part of measures against the Covid-19 epidemic, the Eiffel Tower announced on its official Twitter account on December 1, 2020 its reopening as of December 16. (Photo by Martin BUREAU / AFP) | Foto: AFP

La pandemia del coronavirus ha dejado a miles de estudiantes extranjeros en Francia al borde de la pobreza. Lejos de sus seres queridos, confinados en sus pequeñas habitaciones y sin poder trabajar, muchos sobreviven a duras penas gracias a los bancos de alimentos.

“Antes de llegar a París sabía que iba a ser difícil, pero la pandemia lo complicó todo”, dice a la AFP Jesús Alejandro, un venezolano de 24 años que llegó a París en marzo pasado para cursar una maestría en Ingeniería Mecánica.

Antes de la pandemia, este joven originario de La Grita, en el estado Táchira (oeste de Venezuela), trabajaba a tiempo parcial en un restaurante de comida rápida para poder financiar sus estudios. Pero debido al confinamiento se quedó sin empleo.

Para pagar el arriendo de su pequeña habitación de 17 m2 en el campus universitario internacional de París -577 euros por mes (690 dólares)- recibió una ayuda excepcional de esta ciudadela donde viven 6.000 estudiantes provenientes de todo el mundo.

Para comer depende de la solidaridad de sus compañeros y de la ayuda de bancos de alimentos que, frente a una explosión de la demanda, comenzaron a distribuir víveres cada semana directamente en este campus, algo inédito.

“Este saco de comida me alcanza para cinco o seis días”, dice, mientras guarda en un armario de su habitación los víveres que recibió la víspera. La última canasta vino con 250 gramos de café, 1 kilo de harina, 1 lata de sardinas, frutas y media docena de huevos.

Pese a su situación, este joven, que sueña con hacer un doctorado en Francia, no se desalienta. Sobre su escritorio pegó pequeñas hojas de papel de colores con frases motivadoras: “Dar mi 100 % en todo”, “Creo en mí y en lo que hago”.

“Me adapto a la situación”, dice con una sonrisa disimulada bajo una mascarilla. “Todos los venezolanos somos así, nos adaptamos”, añade, encogiéndose de hombros.

“No quiero que me vean como a una pordiosera”

Las asociaciones de ayuda alertan desde hace meses sobre una explosión del número de solicitudes de ayuda de estudiantes, sobre todo extranjeros, muchos de los cuales se quedaron sin empleo debido a las medidas de confinamiento.

Morgane Saby, responsable de una antena parisina del Socorro Popular francés, estima que las peticiones de ayuda social por parte de estudiantes universitarios “se han multiplicado casi por tres desde septiembre”.

“La mayoría vienen de África Subsahariana y el Magreb, pero también tenemos unos cuantos sudamericanos”, dice a la AFP.

“La situación es particularmente difícil para los estudiantes extranjeros porque muchos se quedaron sin trabajo y han dejado de recibir ayuda de sus familias”, también asfixiadas por la crisis de covid, coincide Laurence Marion, delegada general del campus universitario internacional de París.

Amna, una tunecina de 29 años, tuvo que dejar su orgullo de lado y pedir ayuda por primera vez en su vida para poder alimentarse. “No quiero que me vean como a una pordiosera”, dice apenada esta joven que vive muy mal su nueva situación.

Con la suspensión de todas las obras de construcción en marzo debido al confinamiento, esta estudiante en Ingeniería Civil perdió unas prácticas en una empresa que le garantizaban un ingreso mensual y tuvo que aceptar un trabajo de cajera. “Fue lo primero que se me presentó”, explica.

Para poder seguir estudiando en Francia hizo un préstamo bancario, con una tasa de interés del 10 %. “El coronavirus no solo transformó mi vida cotidiana, también mis proyectos profesionales y mi futuro”, asegura esta joven que cayó en depresión este verano.

Manuella, una brasileña de 35 años que cursa un doctorado en Filosofía en París, sobrevive gracias a sus ahorros. Perdió su trabajo de bailarina, que era su principal fuente de ingresos, con el cierre de los restaurantes y bares.

“Nosotros, los estudiantes extranjeros, somos los grandes olvidados de esta crisis”, dice indignada esta elegante mujer de largos rizos rojizos, que se queja de la falta de ayuda del gobierno de Francia pero también del de Brasil.

“La única ayuda que recibo es la de los ‘Restos du coeur’”, suspira, en referencia a la distribución de alimentos que organiza esta asociación francesa cada miércoles en su campus universitario.

AFP

Noticias relacionadas