Para los padres ha sido una situación complicada pues, según explican los expertos, los primeros años son relevantes para el proceso de formación de los niños.

INFORME ESPECIAL

"Por ahora, jardín no": las razones para retirar a los niños

Cuatro mamás le cuentan a SEMANA por qué decidieron no continuar la educación de sus hijos con el jardín infantil. Así desarrollan ahora en casa el aprendizaje de sus pequeños. "El zoom no funcionaba", dicen.

28 de junio de 2020

Cada vez que comenzaba una clase virtual, Matías, de dos años, perdía el interés. Dejó de dibujar, de colorear, de animarse. Sus clases tenían una extensión de entre 30 minutos y una hora. Sin embargo, luego de unos segundos frente a la pantalla, su atención desaparecía. Al principio, la modalidad de estudio desde su casa parecía un juego, una nueva aventura. Poco a poco, comenzó a convertirse en una situación tediosa. 

Para Carolina Rojas, su mamá, el cambio fue evidente. “Los primeros días yo me arreglaba y lo alistaba para las clases. Me acuerdo que él estaba emocionado, así se le veía en su primera clase por Zoom. Luego todo se complicó. Ya no le gustaba asistir. Se desmotivó, hubo incluso días en los que no se quería levantar de la cama”, cuenta. 

Por momentos, Matías lograba concentrarse, sobre todo en su favorita: la clase de música. En el tiempo restante de la jornada, su mamá estaba pendiente de sus actividades. “Yo estaba presente, ponía atención a lo que le decían los profesores, lo ayudaba a prender y apagar el micrófono y así. Pero esto es difícil cuando uno también tiene que trabajar”. 

Después de intentar distintas modalidades para que su hijo disfrutara de sus clases virtuales, Carolina decidió contar a su familia lo que estaba experimentando con su hijo. “Me acuerdo mucho de las palabras de mi mamá. Ella me dijo: Carolina no hay que forzarlo. Uno quiere siempre que sus hijos sean mejores que uno. Una pausa no está mal, tiene tres años, puedo ingresar de nuevo al jardín en unos meses. Mi esposo y yo veníamos contemplando esa opción, entonces decidimos no matricularlo por ahora”. 


“Yo hablé con algunas mamás y me di cuenta que eran todos. No querían conectarse, ellos querían ir al jardín y jugar con sus amigos”, dice Carolina. Foto: Guillermo Torres.

Lo que vivió Carolina no es una situación atípica. Por la pandemia, los espacios físicos tuvieron que transformarse en aulas virtuales. Este cambio generó un torbellino para los padres de familia que han sopesado retirar a sus hijos de los jardines. Si para las instituciones de educación superior esta modalidad de educación ha generado discordia entre las directivas, maestros y padres de familia desde la suspensión de las clases presenciales el 16 de marzo, para los jardines infantiles supuso un reto mayúsculo, pues los más pequeños no tienen noción de la virtualidad y están acostumbrados a interactuar con sus iguales y con su entorno de forma activa. 

Katherine Pimienta, mamá de Paulina, una niña de dos años, también decidió retirar a su pequeña del jardín. Para ella se trató de una decisión compleja, pues su hija aprendió en cantidad el mes que alcanzó a estar en la institución. “El jardín era calendario B. Ella ingresó la última semana de enero y, bueno, en marzo vino el sacudón que fue la pandemia. Fue poco tiempo, pero mi hija avanzó mucho en su desarrollo psicosocial”, dice. 


“Yo estoy preocupada por el desarrollo de mi hija. Ella mostró un gran avance en poco tiempo. Ella está en etapa de exploración. Aunque es muy chiquita, el desarrollo psicosocial y los conocimientos que hubiera
podido adquirir si hubiera continuado en el jardín, me tienen angustiada”, dice. Foto: cortesía.

Las razones, al igual que Carolina, se relacionan directamente con la interacción de su hija con la virtualidad. “Si a veces para un estudiante de bachillerato o de universidad es difícil, imagínate para un niño de dos años. Recibíamos guías y actividades, pero Paulina estaba pendiente unos diez minutos como máximo”, describe. 

En el jardín, según comenta, el panorama económico no es positivo. “Muchos papás empezaron a tener situaciones económicas difíciles, más que todo los que tenían varios hijos en la institución. Se lo manifestamos al jardín. Ellos pusieron de su parte e hicieron un descuento. De hecho, con varios padres de familia intentamos llegar a un acuerdo de pago, para que tuvieran flujo de caja, con la garantía de que nos tuvieran en cuenta para el regreso. Esto fue difícil, porque como ellos nos manifestaron, ellos al igual que nosotros no pueden asegurar nada porque estamos a la incertidumbre de lo que pasará”. 

Por lo pronto, Katherine utiliza la tecnología para que su hija pueda aprender algunas cosas. En su hogar, dedican algunos espacios a la lectura y la pintura. Asimismo, está intentando dialogar con algunas personas para conocer más acerca del ‘homeschooling‘. “Quiero también mirar la posibilidad del acompañamiento de un profesor, de un profesional. En este momento uno estima mucho más el valor que pagaba al jardín. Dicen que la mejor herencia que le puede uno dejar a los hijos es la educación y, en estos tiempos tan inciertos, lo comprobé aún más”, cuenta. 

Esta opción, en medio de la pandemia, también ha sido sopesada por María Paulina González. “A mi hijo, que estaba en transición, lo desescolarizamos y estamos buscando opciones de colegios que tengan licencias para el trabajo en línea”. Antes de la pandemia, Paulina había retirado a su hijo del jardín por un inconveniente con la institución educativa. Cuando apareció el coronavirus, la idea de la educación en el hogar empezó a interesarle. 


Por problemas con la institución educativa, María Paulina retiró a su hijo del colegio. Hoy, la mejor forma de que él aprenda es a través de la educación en el hogar. Foto: Karen Salamanca.

Estos no han sido los únicos factores que han motivado a los padres de familia a retirar a sus hijos. Para Isabel Satine, mamá de Franchesco, un niño de dos años, los protocolos de seguridad para hacerle frente al virus son muy difíciles de aplicar y controlar en niños pequeños, por lo que enviarlo al jardín, que planea desarrollar una jornada semipresencial con asistencia de dos días a la semana, no es una opción. “Ellos nos dicen que todo depende de las decisiones desde el Gobierno y la Alcaldía. Pero la verdad a mí me da miedo. Hablan del uso del tapabocas, pero es muy difícil que ellos lo usen. Además de que ya se ha dicho que se pueden asfixiar. Nos han dicho que sus primeros años son muy importantes para su desarrollo, pero para mí realmente vale mucho más la vida de él, de nuestra familia”. 


"En mis planes no estaba que entrara en forma presencial, me daba pavor", dice Isabel Satine. Foto: Karen Salamanca.