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EMPLEO

El drama de ser practicante en Colombia

Los abusos por los que tienen que pasar algunos estudiantes en el país no tienen límites. Sin embargo, este periodo de la formación abre las puertas al mercado laboral.

29 de septiembre de 2017

¿Recuerda usted su práctica y lo que allí aprendió?, ¿le sirvió? Esta etapa permite que el estudiante aplique los conocimientos que adquirió en la universidad y conozca su campo profesional. Sin embargo, hay quienes critican este periodo ya que el alumno debe pagar el valor del semestre completo y en ocasiones trabaja en condiciones inadecuadas. 

“No teníamos almuerzo, no nos pagaban, pero sí nos exigían como periodistas de planta”. Así recuerda sus prácticas laborales un joven que, como muchos colombianos, tuvo que cumplir con este requisito para obtener su título profesional en Comunicación Social.

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Las universidades saben de las quejas de los estudiantes e incluso de los padres de familia cuando un estudiante es víctima de acoso laboral. En el desarrollo de la práctica, muchas veces no se respetan los horarios de trabajo y se abusa del estudiante al endilgarle responsabilidades que no le corresponden. “Tenía que pagarle los recibos a mi jefe y si no lo hacía se ponía brava”, detalló una expracticante de Publicidad.

A esto se suma que en algunos casos el acompañamiento de la universidad no es efectivo y al mismo tiempo, el estudiante está obligado a pagar el costo completo de la matrícula en su semestre. “Existe una crítica del pago del semestre de prácticas y yo pienso que eso responde a las políticas académicas de cada institución, porque no en todos los casos se da así”, apuntó Óscar Herrera, vicerrector académico de la Universidad Central.

Y es que son miles de personas las que deben pasar por este proceso. De acuerdo con los registros de la Planilla Integrada de Liquidación de Aportes (Pila), para 2016 se registraron alrededor de 250.000 aportantes en los cotizantes 19 y 23, que corresponden al desarrollo de prácticas laborales en todos los niveles de formación. 

Pero a pesar de los obstáculos esa primera experiencia debe tener fondo, no solo poner a los jóvenes a hacer una cantidad de tareas operativas y no enseñar nada más. Esto quiere decir que los jóvenes puedan hacer aportes a las empresas. “Escoger una buena práctica da la posibilidad de conocer el mundo laboral y abrir un camino profesional”, cuenta Juan Manuel Padilla, vicepresidente de Recursos Humanos de 3M Colombia. 

“Lo que se busca es garantizar proceso de aprendizaje, teniendo coherencia curricular y que el estudiante cuente con una experiencia laboral previa, para que cuando salga como graduado haya fortalecido competencias y definido su orientación en un campo profesional de su carrera escogida”, indicó Diana Molano, jefe de Prácticas de la Facultad de Comunicación  de la Universidad de la Sabana.

Por ejemplo, Manuela Aguilar, quien hizo sus prácticas en P&G Colombia y hoy trabaja como Gerente de Mercadeo Corporativo, afirmó: “Es importante al salir de la universidad darse cuenta de las posibilidades que uno tiene, desarrollar su talento y sacar todo el provecho de la experiencia. También es importante que la empresa que lo reciba haga el proceso de la manera adecuada y contar con una buena labor del jefe y del equipo de trabajo en la primera experiencia. Uno puede ver que no a todos les toca lo mismo y son diferentes habilidades las que uno puede desarrollar de acuerdo con el trabajo elegido”. 

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¿Qué dice la ley?

Las empresas generalmente regulan las prácticas laborales por medio de un contrato de aprendizaje. La Ley 789 de 2002, de los artículos 30 al 42, establece las características de la relación de aprendizaje, incluso su selección.

Este tipo de contrato es una forma especial del Derecho Laboral que busca “facilitar el desarrollo de los aprendizajes adquiridos durante la etapa de formación teórica, de aprendices y estudiantes universitarios, a cambio de que una empresa patrocinadora proporcione los medios para adquirir formación profesional, metódica y completa en el oficio, actividad u ocupación”. Los practicantes deben estar afiliados al Sistema de Seguridad Social en Salud, tomando como base de cotización un salario mínimo y deben estar afiliados al Sistema de Riesgos Laborales.

En cuanto a al gran interrogante sobre la remuneración, lo cierto es que los practicantes sí deben recibir un pago. De acuerdo con la ley, la empresa debe dar un apoyo de sostenimiento mensual que sea como mínimo, en la fase lectiva, el equivalente al 50 % de un salario mínimo y en la fase práctica, el equivalente de al menos el 75% de un salario mínimo.

“El contrato de convenio se hace entre la universidad y la empresa, para que el estudiante entre bajo un régimen distinto y no figure como un trabajador, así que está bajo la legislación educativa y no laboral, por eso es que entre el alumno y la universidad eligen las características que  quieren de su práctica”, apuntó Iván Jaramillo, investigador del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario. En caso de existir alguna queja en el ejercicio de las prácticas laborales, la institución educativa debe intervenir.

Los jóvenes tienen un mayor índice de desempleo

En el trimestre móvil mayo - julio 2017, en el total nacional, la tasa de desempleo para los jóvenes de 14 a 28 años fue del 15,9%, mientras el desempleo general en el país se ubicó en 9.7 %. Lo preocupante del caso es que los jóvenes que están en ese rango de edad registran una tasa global de participación del 58 % de la fuerza laboral en toda Colombia.

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En el campo ideal, la práctica debería abrir la puerta a la formalización de empleo. El compromiso de las empresas en este caso es guiar al estudiante y permitir su inserción laboral de manera efectiva. De acuerdo con el Ministerio de Trabajo, para fomentar las buenas prácticas profesionales el país debe apoyarse y seguir en la implementación de estrategias como la de los ‘Primeros 40.000 empleos’ y el programa ‘Estado Joven’.

“Esto no es solo una discusión del Gobierno o de las entidades, sino que en ella se deben involucrar diferentes actores para derrotar la tasa de desempleo juvenil; a la academia, a los sindicatos y sobre todo a los jóvenes porque  hay que conocer su visiones de futuro, aspiraciones y oportunidades  del mercado laboral para responderles”, analizó Juan Carlos Reyes, director de Colombia Joven.

Pero a los gremios y las empresas privadas también les corresponde dar su aporte. “Nosotros estimamos que en 2016 generamos 230.0000 empleos directos en los que hay una gran cantidad de jóvenes, nuestro sector es de gente joven, nos gusta dar la oportunidad de estudiar y trabajar, de aportar al crecimiento profesional y personal, así se puede fomentar el crecimiento interno y la inclusión laboral en el país”, aseguró Ana Karina Quessep, directora ejecutiva de la Asociación Colombiana de Contact Centers & BPO.

Con información de Elempleo.com 

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