EDUCACIÓN

El caso del Campestre prendió las alarmas sobre maltrato en las aulas

Que una profesora del Gimnasio Campestre haya amarrado a un alumno a la silla y a otro le hubiese puesto cinta en la boca, puso en evidencia que para educar no solamente basta con tener una amplia formación académica. La estructura emocional de los docentes es clave a la hora de formar.

13 de marzo de 2019
A la fecha, en el sistema de alertas se encuentran registrados 181 reportes de presunto maltrato en colegios privados. | Foto: SEMANA

El maltrato del que fueron víctimas dos niños de seis años del Colegio Gimnasio Campestre por parte de una profesora (a uno le puso cinta en la boca y al otro lo amarró a su silla) prendieron las alarmas frente al trato que se le da a los pequeños en los colegios del país. 

El caso salió a la luz pública después de que los compañeros de clase de los menores contaran la situación a sus padres y estos denunciaran. Posterior a estas denuncias, la institución educativa abrió una investigación que concluyó con el despido de la docente.

Frente al tema, la Secretaría de Educación de Bogotá anunció que dispuso un equipo de la Dirección de Inspección y Vigilancia y la Dirección Local de Usaquén, que realizará una visita al establecimiento educativo para acompañar el proceso y determinar si se tomaron las medidas que correspondían al caso.

“Si después de la visita se tienen indicios de que se cometió un delito, de inmediato daremos aviso a la Fiscalía. Este es el primer reporte que tenemos del colegio, no es una situación repetitiva. Hasta que se culmine la investigación, se definirá si hay sanciones al colegio”, indicó Claudia Puentes, secretaria de Educación.

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Pero, más allá del despido de la profesora por parte del colegio y el anuncio de la Secretaría de Educación de Bogotá, lo que se debe analizar es hasta dónde debe llegar o no un profesor con un niño y si los docentes cuentan o no con las suficientes herramientas y habilidades para el manejo de los estudiantes.

De acuerdo con la psicóloga infantil, Diana Zuleta, además de la formación académica, los docentes tienen que tener una estructura emocional muy sólida, que les permita manejar todas las situaciones que se pueden presentar en un salón de clases.

“Los profesores deben contar con herramientas y recursos para el manejo de sus estudiantes y nunca recurrir a maltrato físico ni a conductas represivas”, agrega la especialista. 

Afirma que desde hace varios años en su carrera profesional ha visto que los pedagogos, de la gran mayoría de colegios, están muy preparados, instruidos y capacitados para manejar niños promedio, tanto en el aspecto comportamental como de aprendizaje, pero que cuando aparecen casos de pequeños que se desvían de esta media, es decir, niños con problemas ya sea para aprender o dificultades de comportamiento, la preparación no es suficiente.

“Muchas veces los niños que se salen de los parámetros y que son muy disruptivos terminan siendo un problema para el profesor, que no cuenta con las herramientas y competencias necesarias para el tratamiento de estos casos”, sostiene.

Ojo con los efectos

Zuleta explica que los casos de maltrato generan en los niños una serie de efectos secundarios como lesión de su autoestima, temor a la autoridad, conductas agresivas y en algunos casos bullyng por parte de sus compañeros, entre otros. Todo esto sumado a los daños físicos.

Es por esto que reafirma la importancia de que los profesores tengan una estructura emocional lo suficientemente sólida, que vaya acompañada de un conocimiento muy claro de los alumnos que tienen y sus características.

Por ejemplo, en el caso de niños muy activos que no tienen límites -precisa- es clave analizar las causas de esta situación y tener la mayor cantidad de documentación posible, así como trabajar con un grupo interdisciplinario del colegio (psicóloga, terapia ocupacional, etc.) para darle manejo a la situación, sin llegar así a ningún tipo de maltrato.    

“Hay que estudiar de dónde vienen esas conductas de parte de los niños, que pueden suceder por diversos motivos”, puntualiza.

Agrega que en casos en que la clase o el niño se salen de control, hay que tomar medidas como llevar al pequeño a la oficina de convivencia escolar o a psicología, según el protocolo de cada institución, pero nunca llegar al maltrato.

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Para Carolina Oquendo, abogada, master en pedagogía y experta en educación familiar, quien ejerce como profesora del Instituto de la Familia de la Universidad de la Sabana, “hay algunos profesores que quieren que los niños prácticamente no respiren y sigan a rajatabla y de forma perfecta sus indicaciones, lo cual es imposible, porque la principal actividad de los pequeños es el juego y a través de este es que aprenden”.

Lo que es cierto, señala, es que tanto en el colegio como en la casa se le deben poner limites al niño, pero explica que este es un trabajo educativo que toma tiempo y requiere de paciencia, ya que es muy importante conocer a fondo el momento evolutivo del niño, es decir, saber en qué fase de su vida está. “No podemos exigir a los niños aquello para lo que no están preparados según su momento. Eso no quiere decir que no haya límites”, indica.

Agrega que los colegios, a través de los docentes, instruyen y forman de acuerdo con su proyecto educativo, pero que lo que nunca deben hacer los profesores es tomar acciones físicas contra los niños, ya que recuerda que tanto la Constitución como distintas leyes nacionales e internacionales protegen a los pequeños.

Dice, además, que un profesor debe ser solidario y comprensivo, pero que más allá de eso, debe contar con herramientas de autoconocimiento para poder actuar en situaciones que lo pongan al límite.

“No se trata de buscar culpables e inocentes, sino que cada quien, desde su proceso, conozca instrumentos para reaccionar ante determinadas circunstancias”.

Es por esto que señala que cada vez es más importante que los docentes se formen para afrontar de la mejor forma posible las situaciones que se presentan con los niños, que aunque son cotidianas, no son normales.

Alertas

La Secretaría de Educación del Distrito enfatizó en la importancia de robustecer las comunidades educativas con el fin de prevenir y enfrentar los casos de abusos y maltratos contra los niños, las niñas y los jóvenes de Bogotá, articulando y fortaleciendo las acciones entre padres, madres, cuidadores, profesores, directivos y autoridades.

Según la secretaria de educación, Claudia Puentes, la entidad cuenta con un conjunto de protocolos de atención integral para la convivencia escolar y el ejercicio de los derechos humanos, sexuales y reproductivos de los estudiantes, entre los que hay uno de atención en situaciones de presunto maltrato infantil por castigo, humillación, malos tratos y abuso físico y/o psicológico.

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Sumado a esto, la entidad cuenta con un sistema de alertas en el que, tanto los colegios públicos como los privados, deben denunciar las situaciones de maltrato y abuso, a fin de poder iniciar los procesos de vigilancia y seguimiento.

A la fecha, en el sistema de alertas se encuentran registrados 181 reportes de presunto maltrato en colegios privados.