EDUCACIÓN
¿Qué pasará con los técnicos y tecnólogos?
A pesar del ruido que el Ministerio de Educación generó alrededor de una reforma al sistema educativo terciario, todo indica que este tema quedará en manos del gobierno entrante. Así quedó el ambiente.
En los últimos años, la cobertura en educación superior evolucionó muy rápido. En 2016 hubo cerca de 417.000 graduados (frente a 189.000 en 2007). Sin embargo, la vinculación laboral no crece a la misma velocidad. En un informe del Consejo Privado de Competitividad, el 50 % de los empresarios reporta dificultades para llenar sus vacantes debido a la ausencia de competencias específicas de los aspirantes. Tal como ocurrió en 2016 cuando el Servicio Nacional de Empleo contaba con 349 vacantes para chef y 500 para cocinero, pero solo 98 puestos fueron ocupados.
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En una carrera por resolver los grandes problemas que tiene el país en materia de formación para el trabajo, como la falta de interacción entre la educación técnica y tecnológica con el mercado, el país está tratando de revertir esas brechas de capital humano. Sin embargo, los resultados han sido pocos. Hoy, mientras el sector productivo se enfoca en la pertinencia y la cobertura para formar el capital humano requerido, la academia se encuentra en una discusión sobre la valoración que debería recibir cada ciclo educativo. Las dos partes, aún desconectadas, esperan que el próximo gobierno escuche sus preocupaciones y puedan concertar el modelo a seguir para mejorar la educación para el trabajo, bien sea teniendo en cuenta los programas que dejó el gobierno saliente o empezando de cero.
Pertinencia y cobertura
Para Rafael Puyana, vicepresidente del Consejo Privado de Competitividad, no sirve de nada que el país esté trabajando para tener una cobertura del 100 % en educación superior, si por alguna razón el 50 % de los egresados no encuentran empleo. “Eso es una señal de que la formación, el currículo y las competencias que están ofreciendo las instituciones no son lo que el sector productivo está demandando”, dice. Esta falencia no es ignorada por una de las instituciones con mayor alcance en la formación para el trabajo, el Sena.
Según la exdirectora de esta entidad, María Andrea Nieto, la pertinencia de los programas que estaban ofreciendo cuando ella asumió el cargo en 2017 estaba en un nivel muy bajo, el 30%. Es decir, quienes ingresaron a esta institución solo tenían el 30% de probabilidades de conseguir un empleo. En seis meses, Nieto subió ese nivel de pertinencia a 48%. Sin embargo, asegura que no es suficiente. “Si la entidad quiere ofrecer programas de formación que las regiones y las empresas necesitan, el nuevo gobierno debería elevar esa cifra a 60% o 65%”, sentencia.
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El 50% de los empresarios reporta dificultades para llenar sus vacantes debido a la ausencia de competencias específicas de los aspirantes”.
Pero, aunque la pertinencia es quizá el detonante en la falta de empleabilidad de los graduados, existen otros problemas que también preocupan. El sector productivo afirma que el número de técnicos profesionales que forma las instituciones de educación para el trabajo es muy bajo comparado con el número de vacantes que existen en este tipo de formación. Para los expertos, el problema se debe a que en el país se cree que este nivel de formación (entre 1 y 3 años de enseñanza) es de segunda categoría, ya que la política educativa le dio más importancia a la educación universitaria (entre 4 y 5 años de enseñanza).
Hoy los datos están mostrando otra versión. El 31% de las vacantes requieren de técnicos y tecnólogos, mientras que solo el 25% requieren universitarios. Ahora, la insuficiencia de estos perfiles sale a relucir cuando se observa que de las personas que buscan empleo solo el 20.9% cuentan con una formación para el trabajo, según cifras del Consejo Privado de Competitividad.
Un plan que no avanzó
Durante los últimos cuatro años de este gobierno, frente a la idea de que el sistema de formación para el trabajo estaría enfrentando limitaciones, el Ministerio de Educación intentó crear el Sistema Nacional de Educación Terciaria. El objetivo era organizar esta oferta educativa en dos pilares, universitario y técnico, para que los estudiantes pudieran llegar a más altos niveles de educación y saltar más fácilmente entre estos ciclos de formación y el mercado laboral.
Para lograr ese cometido, el MEN, con el apoyo de múltiples instituciones, presentó el Marco Nacional de Cualificaciones, una serie de catálogos que reglamenta las competencias que los sectores productivos están demandando. Por otro lado, se planteó un Sistema de Acumulación y Transferencia de Créditos para permitir, por ejemplo, que un estudiante de Mecánica que acceda al título de técnico profesional esté preparado para obtener el de tecnólogo en Mecánica Automotriz y, si así lo desea, continuar su formación para optar por el grado de ingeniero mecánico.
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Una idea que no cayó muy bien en el sector universitario. Por falta de claridad en su forma de operar, la mayoría de universidades critica la idea de comparar la educación universitaria con la técnica. Sin embargo, nada quedó reglamentado y el proyecto se diluyó este año. La responsabilidad del próximo gobierno será la reglamentación de estos programas que, para el sector productivo, han sido el paso más acertado para mejorar la interacción de la industria y la academia. O bien, empezar de cero con un sistema de formación para el trabajo en el que las apreciaciones de las universidades se analicen mejor.
Este será uno de los temas a tratar en la Cumbre Líderes por la Educación 2018, el evento más esperado del sector. Se llevará a cabo en Bogotá el próximo 19 y 20 de septiembre.
Encuentre más información sobre la cumbre.
El artículo hace parte de la edición 35 de la revista Semana Educación. Si quiere informarse sobre lo que pasa en educación en el país y en el exterior, suscríbase ya llamando a los teléfonos (1) 607 3010 en Bogotá o en la línea gratuita ?018000-911100.
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