EDUCACIÓN EN COLOMBIA
Los comentarios del rector de la Universidad Icesi sobre Ser Pilo Paga y Generación E
Francisco Piedrahíta responde, punto por punto, a las apreciaciones de Horacio Álvarez, especialista en educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), sobre los programas que fomenta la excelencia como la vía de acceso a la educación pública superior. La entrevista a Álvarez fue publicada en este portal.
El 20 de octubre el presidente Duque dio a conocer Generación E, el programa para el acceso a la educación superior que reemplaza Ser Pilo Paga. Con él Duque planea fortalecer las universidades públicas y construir un país en el que sus estudiantes de bajos recursos económicos entren en equidad a la universidad.
El plan, en el que participan el Ministerio de Educación, el Departamento de Planeación Nacional, el Icfes y el Icetex, constará de tres componentes: avance a la gratuidad (equidad), reconocimiento de los mejores bachilleres (excelencia) y fortalecimiento de las instituciones de educación superior públicas. Generación E contará con una inversión de 500.000 millones, los cuales serán divididos entre los tres componentes.
Es justamente el segundo componente el que guarda la esencia de Ser Pilo Paga: por medio de este programa se reconocerá a los bachilleres cuyos resultados en las pruebas Saber sobresalgan. Sin embargo, cuenta con algunas distancias del anterior programa: en vez de 40.000 estudiantes beneficiados, al finalizar el cuatrenio serán 16.000. Además, es una línea que esta vez contempla una estructura de corresponsabilidad para cuando los estudiantes elijan una universidad privada.
Por ello, Semana Educación publicó una entrevista en la que Horacio Álvarez, especialista en educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), analizó los aciertos y desaciertos que dejó un programa como Ser Pilo Paga. Ahora, en el marco del paro estudiantil que pone como protagonista la educación superior pública, Francisco Piedrahita, rector de la Universidad Icesi, comentó cada respuesta del experto. Estas fueron sus apreciaciones.
Semana Educación: ¿Cuál es su opinión sobre Ser Pilo Paga?
Horacio Álvarez (H.A.): Ser Pilo Paga es una buena idea. Sin embargo, se implementó muy apresuradamente y no se recogieron, en su diseño, las lecciones aprendidas de otros programas de becas existentes en el país e internacionalmente.
S.E.: ¿Qué lecciones se obviaron? ¿Qué no se tuvo en cuenta?
H.A.: Parte de lo que se pudo haber definido más favorablemente, en términos de financiamiento, es el copago de las universidades privadas o la reducción de la matrícula y las pensiones de estas a los estudiantes becados. Esta es una constante en programas de becas con financiamiento público. Por ejemplo, la Secretaría de Educación de Bogotá tiene un proyecto de becas para docentes en el que solo se paga el 75% del valor de la matrícula y pensiones.
Francisco Piedrahíta (F.P.):Tiene razón el señor Álvarez. Esto se corrige en el componente de Excelencia en Generación E.
S. E.: ¿Las universidades hacen descuento al sector público?
H. A.: Sí. Universidades privadas acreditadas, como el Externado y la Javeriana, hacen descuentos cuando paga el sector público.
Esto porque la estructura de costos lo permite. Por ejemplo, agregar diez nuevos cupos a una cohorte de 100 estudiantes es sumamente rentable para una universidad. Si los 100 alumnos están en cuatro grupos de 25, y agregan dos más por grupo, no sufre la calidad, pero el ingreso por esos estudiantes adicionales es una ganancia para la universidad y el programa. Los costos fijos y variables (docentes, currículum, edificios, laboratorios, etcétera) están cubiertos con los 100 alumnos inscritos sin becas. Los ingresos por alumnos becados representan un monto adicional de las universidades.
F.P.: El análisis marginal está bien usado en unos casos. En otros no; por ejemplo, en Medicina, donde los cupos se fijan estrictamente por convenio con el hospital socio (Fundación Valle del Lili, en el caso de U. Icesi), los beneficiarios de Ser Pilo Paga, que son muchos, reemplazaron a otros candidatos. En otros programas se han dado casos parecidos, aunque no tan contundentes. Además, en la medida que aumenta el número de beneficiarios recibidos, y su proporción en la población total, el uso de costos marginales deja de ser apropiado.
S. E.: ¿Qué otro tema cree que se pudo tomar en cuenta?
H. A.: Desde la experiencia internacional, se pudieron estudiar los mecanismos para evitar la deserción y el cambio de carrera. En Estados Unidos, por ejemplo, algunos programas cuentan con un mecanismo institucional de apoyo a los estudiantes que ingresan, tanto para seleccionar la carrera como para sentirse confiados con el camino que escojan. Cuentan además con sistemas dentro de los programas, tales como grupos de estudiantes, de pares, que los apoyan para “sobrevivir” la experiencia universitaria.
F.P.: El señor Álvarez parece muy desinformado sobre lo que se hace en muchas universidades que han recibido Pilos. Debería investigar más. Además, no es pertinente la comparación entre Colombia y Estados Unidos en cuanto a apoyo en el pregrado para seleccionar carrera. No sé a qué mecanismos se refiere. En las universidades de ese país, en el pregrado, no se forman profesionales; el título inicial, de Bachelor, donde solo a partir del tercer año se escoge un “major” o concentración, es solo un primer paso para escoger carrera. No se corre riesgo de equivocarse. El ejercicio de la Medicina, el Derecho, la Arquitectura, la Psicología, etc. exigen posgrados (entre dos y cuatro años) y examen habilitante. En Colombia, lamentablemente, cualquier joven, después de cuatro o cinco años en cualquier universidad, si tiene su diploma, paga unos pesos por una tarjeta profesional y queda con licencia para ejercer.
S. E.: Pero uno podría decir que el programa ha sido exitoso, ¿no? Pocos estudiantes desertan…
H. A.: No existen datos publicados y actualizados sobre la deserción del programa para todas las cohortes. Se prevé que sea importante en algunas carreras y universidades. Se habla siempre de un dato de 2% de deserción, pero este solo se circunscribe a la primera cohorte, en su primer año de universidad. No se sabe cómo ha sido su trayectoria el resto de años, o el dato respecto a las otras tres cohortes. Además, esta información no tiene en cuenta el cambio de carreras.
F.P.: En esto tiene toda la razón el señor Álvarez. No ha habido transparencia.
S. E.: ¿Por qué el cambio de carrera se vuelve un problema?
H. A.: El tema es que, por lo general, el cambio de carrera incrementa el número de semestres que debe estudiar un estudiante, dependiendo del momento del cambio. Aunque lo hagan en la misma universidad, habrán cursado clases que no serán convalidadas en una nueva carrera porque no pertenecen al currículo. Por ejemplo, si un pilo comenzó en Leyes y decide pasarse a Ingeniería luego de un año, no tendrá muchas clases que convalidar, lo que implica más costos para el programa. Si estos estudiantes no terminan en los ocho semestres previstos, ¿quién asume la diferencia y el costo de los semestres adicionales.
S. E.: Se habla mucho de que los beneficios exceden los costos del programa. ¿Esto es cierto?
H. A.: Sí y no. El programa tiene beneficios claros para los estudiantes y sus familias, las universidades participantes y la sociedad. El tema está en definir quién debe pagar por los beneficios obtenidos. Por ejemplo, si el pilo tiene un beneficio directo –por tener mayor movilidad social al ser parte de una universidad privada versus una pública–, el costo de este no debería ser pagado por la sociedad en su conjunto a través de los impuestos.
Recordemos que así se financia un programa como Ser Pilo Paga: con los impuestos de la población. En este caso, si hubiera un beneficio adicional, por ejemplo de ser un estudiante graduado de Economía del Rosario versus uno egresado de la misma carrera en la Nacional, el costo adicional debiera ser pagado por el alumno, en un futuro, cuando esté trabajando. Estos son los programas de pago contingente al ingreso, que la exministra Giha ya había propuesto y que tengo entendido estará dentro del programa de la ministra Angulo.
F. P.: Dice el señor Álvarez que Ser Pilo Paga se financia “con los impuestos de la población”; y las universidades estatales ¿con qué se financian? ¿no será con los impuestos de la misma población? ¿por qué el del Rosario debe pagar contingente al ingreso y el de la Nacional no?
Ahora bien, no estoy seguro de que los estudiantes pilos tengan mayores ingresos por estudiar en el sector privado versus el sector público por la calidad de la universidad.
F.P.: Colombia tiene una ventaja sobre el resto de los países: el Observatorio Laboral de la Educación Superior, que Semana conoce. Si él investigara un poco allí parece que se llevaría tremenda sorpresa. Claro. Puede decir que los Pilos no se han graduado aún; pero por los antecedentes, se prevé que les va a ir mucho mejor a los que se gradúan de varias de las privadas.
Luego mencionan el beneficio que tiene para los alumnos de estratos altos la integración social en sus universidades. El costo de este beneficio lo deberían pagar las universidades y los estudiantes de ingresos altos, si consideran que es importante, con becas para alumnos de ingresos bajos. Es por ello que universidades como Harvard y Stanford tienen tantas becas para estudiantes de escasos recursos. Pero no debiera pagarlo el gobierno, aunque sea una buena política la de lograr mayor integración en nuestras sociedades tan desiguales.
F.P.: Comentario lamentable. El beneficio de la integración es bueno para todos; y es un bien público. Y el incremento en capital social es muchísimo mayor para los de estratos más bajos. Además, comparar a las universidades privadas colombianas con Harvard y Stanford en la posibilidad de ofrecer becas para estudiantes de bajos recursos es un despropósito mayúsculo. Esas universidades tienen Endowments o Fondos Patrimoniales por valores de 37 mil y 25 mil millones de dólares, respectivamente.
Ahora bien, la mejor política de integración en la educación superior sería tener una universidad y una educación públicas de primerísimo nivel, a la que asistan todos los estratos sociales, tal como sucede en la mayor parte de países europeos.
F.P.: Aún mejor sería que todos fuéramos ricos y que no hubiera necesidad de política de integración … Lo que propone no existe en los Estados Unidos, ni en Australia, ni en muchos países desarrollados, porque no lo ven viable ni justificado. ¿Ha hecho cálculos el señor Álvarez de cuánto costaría eso? ¿y de qué tan lejos está Colombia de poderlo financiar? ¿Por qué, más bien, no sería mejor que todos pudieran escoger su universidad, privada o estatal, con un sistema de financiación contingente al ingreso?
S. E.: Algunos argumentan que la inversión en Ser Pilo Paga es relativamente baja en relación con el presupuesto total del sector. ¿Qué opina sobre eso?
H. A.: Como porcentaje del total del sector puede ser. Pero recordemos que la inversión es para atender 40.000 estudiantes, mientras el resto del sector está atendiendo a más de nueve millones de alumnos desde preescolar hasta la media, y unos 600.000 estudiantes de educación superior. Lo que sí es un hecho es que la inversión en Ser Pilo Paga, que cubre a esos 40.000 alumnos, equivale a las transferencias totales que realiza el gobierno nacional para la cobertura de 600.000 estudiantes que asisten a educación superior pública.
F.P.: Ya había leído este comentario absurdo citado en una edición de Semana. Creí que se trataba del error de un periodista apresurado. Decir que “Lo que sí es un hecho es que la inversión en Ser Pilo Paga, que cubre a esos 40.000 alumnos, equivale a las transferencias totales que realiza el gobierno nacional para la cobertura de 600.000 estudiantes que asisten a educación superior pública” no es solo tonto, sino irresponsable ¿De dónde saca eso el señor Álvarez? ¿Cómo puede decir que el costo per cápita de SPP es 15 veces mayor que el del sistema universitario estatal? ¿Cómo puede estar tan despistado el representante del BID? La relación no se conoce, entre otras cosas por la larga duración de las carreras en el sistema estatal; pero puede parecerse más a 3 o 4 a 1, incluyendo a la mitad de las universidades del Estado, esas sí muy desfinanciadas, que mal atienden a la mitad de esos 600.000 jóvenes. Si solo se comparara el costo promedio de un beneficiario de Ser Pilo Paga con el costo promedio de un estudiante en universidades estatales acreditadas, se encontrarían cifras muy parecidas.
El artículo hizo parte de la edición número 38 de la revista Semana Educación, pero fue actualizado para publicarse en este portal.