CURIOSIDAD

La niña transgénero y otras historias sorprendentes sobre educación

Esta semana recopilamos tres historias curiosas que han sucedido en el ámbito educativo internacional. No se las pierda.

17 de junio de 2016
| Foto: Youtube

“A los que sufren de matoneo, decirles que esto es temporal: todo irá bien”

Corey Maison es una niña de 14 años originaria de Carolina del Norte, Estados Unidos. A tan corta edad es una de las caras visibles de los derechos de las personas transgénero y de la lucha contra el matoneo en la escuela.

La plataforma ‘The Bully Project’, que trata de combatir el bullying en los colegios estadounidenses, publicó recientemente un vídeo en el que la niña relata su historia de lucha contra los estereotipos. (‘Niño transgénero sí podrá usar el baño de niñas‘)

Su testimonio es un ejemplo de fortaleza para muchos otros jóvenes que, como ella, nacieron en el cuerpo equivocado y enfrentan cada día a la sociedad intolerante que no entiende el duro proceso de adaptación y aceptación por el que transitan las personas transgénero.

El relato de Maison comienza cuando tenía 11 años. Fue a esa edad cuando descubrió que era una niña “atrapada en el cuerpo de un niño”, explica. Por esa razón, fue víctima de múltiples agresiones en el colegio, lo que provocó que sus padres la sacaran de la institución educativa y decidieran educarla en casa. (‘La transexual que le ganó la batalla a un colegio público‘)

Un día, la madre de la menor le enseñó los vídeos de Jazz Jennings, una adolescente transgénero que comenzó su transformación a los seis años. Gracias al testimonio de Jennings, Maison pudo poner nombre a lo que le ocurría: era transgénero.

Con el apoyo de su familia, fue enfrentando este hecho y a las personas que le cuestionaban, se reían de ella o le increpaban. Hoy, tras años de lucha, es una niña feliz que vive tranquila con su condición.

La universidad de Stanford: unidos contra las violaciones de sus estudiantes

La publicación hace una semana de una carta en la que una de las estudiantes de la prestigiosa Universidad de Stanford relató su frustración tras conocerse la sentencia por la que a su violador, otro estudiante de la institución, le condenaron sólo seis meses de cárcel, causó consternación en todo el mundo. ("Un alto precio por 20 minutos de acción: padre del violador de Stanford)

La protesta contra el fallo se extendió por las redes sociales a tal velocidad que Brock Turner, el violador, se convirtió en uno de los hombres más conocidos y repudiados del planeta.

A esta ola de indignación se unieron también los recién egresados de Stanford, que no quisieron pasar la oportunidad de manifestarse en contra de la cultura de la violación que impera en las universidades de todo el país durante la ceremonia de graduación. Y es que, según cifras oficiales, una de cada cinco universitarias en Estados Unidos es víctima de abusos sexuales. En Stanford, los datos aseguran que son una de cada tres… (‘¿Por qué protegemos a los famosos que violan?‘)

Graduación de la Universidad de Standford

"Una de cada tres", dice el cartel de la izquierda. "Enseña a tu hijo a no violar", recoge el de la derecha. 

unviersidad de stanford

"Violar es violar"

Un preso español se gradúa con honores del colegio

Un recluso de la cárcel española de Picassent, en Valencia, se graduó del colegio con matrícula de honor y ahora quiere estudiar Medicina en la universidad. El joven entró con 18 años en el centro por un delito que no ha transcendido.

Durante la graduación, que tuvo lugar en la prisión, el director alabó el mérito del preso, su entrega y dedicación, así como sus ganas de darle un giro a su vida. “Es consciente de que está pagando por un delito que reconoce, asume el castigo impuesto y muestra deseos de incorporarse a la sociedad como una persona nueva con estudios universitarios y con la oportunidad de rehacer su vida".

El joven consiguió terminar sus estudios gracias a un programa a distancia que ofrecen los centros penitenciarios españoles y que cuenta con acompañamiento de educadores, la mayoría voluntarios, que acuden a la cárcel dos veces por semana. Se trata de un programa de formación con una “exigencia académica alta”, explicó el director de Picassent.

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