EDUCACIÓN

Violencia intrafamiliar: ¿se han disparado los casos con la pandemia?

Un informe de la Alianza Colombiana por la Niñez alerta sobre un incremento en los casos de violencia contra los niños y niñas en sus hogares. No obstante, al estar los colegios y muchos servicios infantiles con restricciones se podría estar presentando un subregistro.

3 de noviembre de 2020
Este año 17.692 niños han sido víctimas de violencia sexual o intrafamiliar. | Foto: Archivo SEMANA

La familia debería ser, por excelencia, el entorno más acorde para garantizar el bienestar, la integridad y los derechos de los niños y las niñas. No obstante, es en los hogares donde se presentan las mayores agresiones en contra de los menores de edad.

Un informe realizado por la Alianza por la Niñez evidenció que el cierre de escuelas, sumado al confinamiento y la crisis económica que atraviesan muchas familias ha generado que las cifras de violencia intrafamiliar se disparen. En 2019, Medicina Legal examinó 10.468 casos de violencia intrafamiliar en contra de la infancia y la adolescencia, mientras que en los primeros 7 meses de 2020 la entidad registró 3.014, es decir, un 28.7 por ciento menos respecto al mismo periodo en 2019.

Entre tanto, y durante este mismo corte de tiempo, otra entidad, como la Policía de Infancia y Adolescencia, reportó 7.018 casos y las cifras del ICBF, que reúnen a más de una violencia evidencia más de 10.000 hechos en contra de la niñez.

Para María Paula Martínez, directora ejecutiva de Save the Children, la cuarentena estricta, la suspensión de consultas al pediatra y el no retorno a las aulas por la pandemia contribuyen a que la verdadera ocurrencia de estos hechos en contra de los niños y las niñas se quede silenciada al interior de sus hogares debido a que, en la mayoría de los casos, son los adultos ajenos a su entorno más cercano los que denuncian ante las autoridades este tipo de agresiones: un familiar, un docente, un vecino, un médico de un centro de salud.

“El panorama de la violencia intrafamiliar en Colombia no es alentador, y ello es corroborado por los más de 55.000 casos que se han presentado entre 2015 y 2020”, asegura Martínez.

Ximena Norato, directora de la Agencia Pandi, asegura que ninguna entidad conoce con certeza cuántos niños, niñas y adolescentes son víctimas de violencia intrafamiliar y, por lo tanto, es necesaria una política pública enfocada en la atención a la infancia que contemple la creación de un sistema de información único que permita que las denuncias que se reciben tanto en el ICBF, como en Medicina Legal, en la Policía de Infancia y Adolescencia, en las Comisarias de Familia y aquellas que llegan a los centros de salud y se registran en las historias clínicas, pertenezcan a un solo sistema que permita hacer seguimiento, atender, comprender el fenómeno y además advertir casos recurrentes.

“El problema de no tener un sistema único es que no sabemos si el niño ‘Pedro’ que llegó a la Policía, ingresó a restablecimiento de derechos en el ICBF, pero tampoco si fue atendido por un pediatra, por un trabajador social; tampoco si sus lesiones fueron causales de examen por parte de Medicina Legal”, explica Ximena Norato, directora de la Agencia Pandi, respecto de la gravedad de no tener un Sistema de Seguimiento niño a niño para el país.

El estrés parental vivido durante la cuarentena es muy posible que se esté viendo reflejado en el incremento de castigos corporales y psicológicos que se ejercen desde los cuidadores hacia los niños, niñas y adolescentes, según alerta el psiquiatra infantil Felipe Agudelo.

“Durante el periodo de pandemia que estamos viviendo, los niños y las niñas, al igual que los padres, han experimentado situaciones de estrés, de angustia, de miedo, que muchas veces no expresan a través de palabras. Por ello, es que se vuelven más irritables o groseros, y esto es un fenómeno que hay que entender porque un día dejaron de tener contacto físico con sus amigos, se les prohibió jugar en los parques, regresar al colegio y realizar otras tantas actividades rutinarias para ellos y ellas", explicó Agudelo.

¿Qué hacer?

En los niños y adolescentes, el maltrato y la violencia son todavía recurrentes. El Instituto de Bienestar Familiar atendió en 2007 a 39.623 niños y adolescentes, de los cuales 4.126 sufrieron maltrato psicológico; 20.903, maltrato físico; 14.358 fueron lastimados por falta de cuidado de sus padres o acudientes, y 236 por maltrato durante el periodo de gestación. El ICBF también atendió 4.740 casos de abuso sexual, 645 de abuso sexual y 287 por acceso carnal violento. En ese mismo año, se presentaron 377 casos de explotación sexual y 26.628 de otro tipo de explotación. | Foto: Natalia Botero

Cualquier tipo de violencia en contra de la infancia es inadmisible y además prevenible. Lo que aumenta los niveles de alarma es que la mayoría de los casos se sigan concentrando en los hogares de los niños y niñas, denotando altos grados de intolerancia y escasas habilidades para la crianza, la resolución de los conflictos y para sobrellevar situaciones de mayor presión por medio del diálogo, la escucha y la comprensión.

“Para combatir la violencia intrafamiliar hay que entender que es un fenómeno multicausal. En esa medida, debemos abordar distintos frentes de trabajo para poder enfrentarla. Uno de ellos es trabajar con las familias, implementar cualquier política pública que tienda a trabajar con ellas, que busque orientarlas frente a cómo educar, orientar y disciplinar a sus hijos sin agresiones y por medio del diálogo. Por ello, todas las actividades de crianza positiva y libre de violencia, construcción de paz y nuevas metodologías para la resolución de conflictos son bienvenidas en este aspecto”, enfatizó María Paula Martínez de Save The Children.

Una manera de empoderar a las familias y alivianar sus cargas en este momento en el que el nivel de pobreza y desempleo se profundizan la propone la directora de Save the Children, María Paula Martínez: “Todos los programas sociales que tiene el Estado y en los que podemos aportar la sociedad civil y la cooperación internacional para la entrega de efectivo multipropósito, podrían contribuir a un mejor bienestar de las familias, a su inclusión social y productiva, lo cual contribuye a satisfacer muchas de sus necesidades básicas y de esta manera brindar alivios que se traduzcan en familias armoniosas en las que prevalece la sana convivencia y en las que se garantiza el bienestar de la niñez”.