AGROPECUARIO

Colombia no está preparada para proteger el agro de un fuerte invierno

El país no está preparado para un invierno duro, dicen los agricultores, quienes además se enfrentan a la caída del precio del dólar. Este es el panorama.

26 de abril de 2018
De izquierda a derecha: Jorge Enrique Bedoya, presidente de la SAC; Álvaro Palacio, gerente de Asohofrucol; Augusto Solano, presidente de Asocolflores; Juan Camilo Restrepo, presidente de Augura

El sector agropecuario pasa por un momento de incertidumbre, no solo por cuenta del invierno, sino por otros factores que impactan la actividad.

La revaluación del peso y los pocos recursos destinados al seguro agropecuario para hacer frente, por ejemplo, a las temporadas invernales son solo dos de los aspectos que no dejan tranquilos a los empresarios. Buena parte del país está en alerta naranja por el invierno que se ha presentado en algunos municipios de Cundinamarca, Antioquia, Santander y Valle del Cauca, principalmente. Aunque hasta el momento las lluvias no han producido efectos negativos en las cosechas, los agricultores hicieron un llamado al gobierno nacional en el sentido de que si llegara a haber una emergencia invernal, Colombia no estaría preparado.

Es más, advierten que, de llegarse a unir el régimen de lluvias de abril con el de mayo, habría una saturación de suelos que ocasionaría la aparición de plagas y enfermedades en zonas de ladera, así como deslizamientos de tierra, lo que generaría un problema descomunal.

Lo grave aquí es que el seguro agropecuario, herramienta que permite la gestión del riesgo en el sector por parte de los productores, no es suficiente, toda vez que mientras Finagro solicitó $70.000 millones para este efecto, el Gobierno solo asignó $4.000 millones en el presupuesto para este instrumento.

Según el presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), Jorge Enrique Bedoya, esto va en contrasentido de la política pública. “Pareciera que el gobierno nacional no aprendió con el Fenómeno de la Niña que tuvo lugar en 2010 y 2011 y que le costó al país más de $5 billones”.

Y es que este instrumento, que se destina básicamente a cubrir en alguna proporción las primas de seguro de cosecha y que beneficia principalmente a pequeños y medianos productores, se ha venido quedando sin recursos. 2017 terminó con aproximadamente $45.000 millones, pero conseguir esa plata fue muy tortuoso, cuenta el dirigente gremial, que estaba recién llegado a la SAC en ese momento y que vivió una movilización de los gremios frente al asunto.

“El Gobierno se demoró mucho y la plata llegó tarde. Esos $45.000 millones alcanzaron para cubrir 125.000 hectáreas y los $4.000 millones que se asignaron ahora solo alcanzan para 16.000 hectáreas, aproximadamente”, sostiene Bedoya.

De acuerdo con el viceministro de Asuntos Agropecuarios, Samuel Zambrano, en efecto la Comisión Nacional de Crédito Agropecuario aprobó un presupuesto inicial para la presente vigencia por valor de $4.000 millones, los cuales se giraron el pasado 12 de marzo al Fondo Nacional de Riesgos Agropecuarios, administrado por Finagro, con el objetivo de otorgar el incentivo a las primas de seguros agropecuarios que se expidan durante estos meses del año y fomentar actividades que permitan ampliar la cobertura del seguro agropecuario a través de pruebas piloto y mejoramiento de la información.

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Para el funcionario, el Ministerio es consciente de la necesidad de mayores recursos, teniendo en cuenta que es uno de los mecanismos más importantes con los que cuentan actualmente los productores para proteger sus inversiones ante la ocurrencia de riesgos naturales y biológicos, razón por la cual la cartera está haciendo los trámites respectivos presupuestales ante el Ministerio de Hacienda para una adición de recursos que equipare el presupuesto que se venía apropiando en vigencias pasadas, del orden de $50.000 millones.

Explica que, muy a pesar de la reducción en la apropiación presupuestal asignada para 2018, la dinámica presentada por el seguro agropecuario en los últimos años en Colombia ha sido positiva, al registrar un incremento de 42.800 hectáreas aseguradas en 2010 a 128.396 hectáreas en 2017; pagando por subsidios a la prima de seguros agropecuarios un monto de $199.046 millones durante el periodo señalado y protegiendo inversiones por $4,9 billones.

Este tema toma mayor relevancia si se tiene en cuenta que hay regiones del país en las que aún no ha comenzado la temporada de lluvias, como es el caso de la Costa Caribe, donde apenas está comenzando a llover. En el resto del país, se ha tenido una temporada con lluvias significativas, donde la mayor concentración se ha dado en la zona del Chocó, Costa Litoral del Cauca y Nariño, así como el pie de monte del Meta y Putumayo, Antioquia, Tolima y Santander.

El Ideam prevé que en los departamentos andinos las lluvias irán hasta comienzos de junio, dice Christian Euscátegui, jefe de Pronósticos y Alertas Tempranas del Instituto, quien asegura que más de la mitad del país está en alerta naranja.

Preocupación adicional

Además del invierno y de la falta de recursos, hay otro asunto que tiene en jaque a los empresarios y es la tasa de cambio, que ya no solamente está afectando a los exportadores de café, flores, banano, azúcar y palma, sino a los de aguacate y acuicultura, que habían hecho sus previsiones con un dólar entre $2.900 y $3.000 y que al cierre de esta edición estaba por los $2.757.

Al recibir menos ingresos como consecuencia de la caída del dólar, los productores comienzan a bajarle a temas como la fertilización y limpieza de maleza, por ejemplo, lo cual –dice Bedoya– si los coge en un invierno y no tienen como pagar jornales para hacer un mantenimiento a sus plantaciones, puede convertirse en el peor de los mundos para los agricultores.

En la última Junta Directiva de la SAC los agricultores manifestaron que ya comienzan a ver una reducción en su flujo de caja por cuenta del dólar y que esto sumado a la disminución de los precios internacionales de algunos de los productos, como el azúcar, el café y la tilapia, por ejemplo, es preocupante.

Álvaro Palacio, gerente general de la Asociación Hortifrutícola de Colombia (Asohofrucol), dice que, en efecto, los productores de limón, piña, mango, plátano, uchuva y aguacate se han visto afectados con la revaluación. “Estamos expuestos a la volatilidad de la moneda y no tenemos políticas de planeación con todos los vaivenes de la economía. Tampoco contamos con un enfoque de productividad basado en rentabilidad”, afirma.

Por su parte, el presidente de Augura, Juan Camilo Restrepo, afirma que el gremio espera que la cotización se estabilice y pueda llegar a $3.000, para seguir siendo productivos y competitivos.

Los bananeros hicieron previsiones de un dólar a $2.950 y seguramente, si esto no se logra, el sector estará abocado a grandes pérdidas y en general, a balances financieros negativos.

Los cafeteros también están en alerta. Roberto Vélez, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, dice que a este problema se suma la caída en el precio internacional del grano, que tiene muy preocupados a los cafeteros del país, que no están cubriendo sus costos de producción.

“El sector está acongojado y desmotivado, tenemos una caficultura que pierde la capacidad de rentabilidad y competitividad”, sostiene.

En este sentido, pidió al Emisor tomar acciones para frenar la caída de la divisa y darle competitividad a las exportaciones. “Es fundamental que el Emisor intervenga comprando dólares y tratando de mantener un mayor equilibrio con respecto a la tasa de cambio”, dice Vélez.

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Este tema tampoco es ajeno a los floricultores. El presidente de la Asociación Colombiana de Productores de Flores (Asocolflores), Augusto Solano, explica que por cada $100 anuales que disminuye la tasa de cambio, el sector deja de percibir alrededor de $140.000 millones.

La situación es más compleja porque 97% de la producción se va al mercado externo. El año pasado los floricultores exportaron US$1.400 millones, cifra récord, y su proyección es incrementar entre 5% y 7% esas ventas en el presente período, lo que representaría por lo menos US$70 millones adicionales a lo registrado en 2017.

Ahora los floricultores se preparan para afrontar la temporada del Día de la Madre, fecha importante para esta industria, por lo que la apuesta está en la demanda de los próximos días. La expectativa es que una vez les paguen sus pedidos, que será en uno o dos meses, el dólar haya recuperado el precio.

El sector floricultor genera unos 140.000 empleos formales y 70% de su producción se encuentra en la Sabana de Bogotá y 27% en los alrededores de Rionegro en Antioquia y el restante 3% se da en el resto del país.

Sin mayor efecto

Otros sectores no se impactan ni por la lluvia, ni por la tasa de cambio. Por ejemplo, esto sucede con los cultivos de papa, que en este momento registran buena producción.

Germán Augusto Palacio, presidente de Fedepapa, indica que al ser este un cultivo que demanda grandes cantidades de agua, la temporada invernal no les afecta. Este año alcanzará unas 132.000 hectáreas en producción, con cerca de 2,7 millones de toneladas.

El propósito es incrementar la productividad para ser más competitivos con la idea de que se aumente el consumo de papa que en este momento está en unos 41 kilos per cápita. El objetivo es llegar por lo menos a 60 kilos por persona al año. En cuanto a producción, el sector está en 20,5 toneladas por hectárea y la idea es llegar a por lo menos 25 o 26 toneladas por hectárea.

El sector apenas exporta 1.000 toneladas que van al mercado de Japón, Estados Unidos y algo a Venezuela; luego de que el país alcanzara ventas externas de 25.000 toneladas en 2008, siendo el vecino país, el principal mercado.

Las ventas se concentran en el mercado interno y por eso los empresarios se quejan de la afectación que les generan las importaciones de papa de la Unión Europea, pues han ido en aumento: mientras en 2013 llegaron 10.000 toneladas, en 2017 la cifra subió a 40.000 toneladas.

Al sector avícola tampoco lo ha afectado la lluvia y la revaluación más que impactarlo negativamente lo beneficia, pues la materia prima representa 70% de los costos de los empresarios, ya que en su mayoría es importada. Andrés Valencia, presidente de la Federación de Avicultores de Colombia (Fenavi), señala que el sector estima que este año tendrá un crecimiento de 3,5% frente a 2017; sin embargo, sostiene que se ha dado una reducción en la rentabilidad del precio del huevo que, según el Dane, cayó 5% de abril de 2017 a marzo de 2018; mientras en pollo sí se ha dado un crecimiento de 1,5%. Otros empresarios como los productores de leche asociados en Analac y Fedecacao, también dan un parte de tranquilidad.

Ante este panorama, los empresarios del agro esperan un mayor apoyo, por lo menos en torno al seguro agropecuario y una intervención del Emisor frente a la caída del dólar.

La producción de papa en el país alcanzará este año unas 132.000 hectáreas, con cerca de 2,7 millones de toneladas.

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¿Tierra para las Farc?

A la preocupación generada por la revaluación y por el hecho de que Colombia no estaría preparado para mitigar los efectos económicos de una eventual emergencia invernal, se suma un proyecto normativo de decreto que favorece a los guerrilleros desmovilizados de las Farc con un programa especial de entrega expedita de tierras, que la Agencia Nacional de Tierras podrá adquirir mediante negociación o extinción de dominio y que publicó para consulta el Ministerio de Agricultura. Frente a esto, el presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), Jorge Enrique Bedoya, dice que el Gobierno no puede darle prioridad a un grupo de personas que le hizo tanto daño al país, más allá de su condición de desmovilizados.

“Las tierras son para las víctimas del conflicto y no para los victimarios. Ellos tienen un derecho a socializarse y reincorporase a la vida civil, pero esto no estaba en los acuerdos”, sostiene el dirigente gremial. El CEO de Inverdies, Andrés Espinosa, dijo en una columna en Portafolio que al premiar con tierra productiva a título gratuito a los guerrilleros exintegrantes de las Farc, la norma propuesta es contraria a la Ley 160 de 1994, que siempre ha pretendido otorgar tierras de manera preferente a los campesinos de escasos recursos. Agrega que la creación del programa especial de entrega de tierras para los guerrilleros desmovilizados de las Farc cambia su piel de victimarios y los transforma en pobres víctimas.

“Con ello, el Estado desplaza públicamente a los campesinos, trabajadores y asociaciones rurales con vocación agraria, que son los verdaderos damnificados del conflicto armado con las Farc en Colombia”.

Productores de algunas frutas de exportación se han visto afectados por la revaluación del peso frente al dólar