Especiales Semana

EL ASESINATO DE GALAN

Luis Carlos Galán logró con su muerte lo que no se sabe si habría logrado con su vida.

23 de junio de 1997

Cuando el ex presidente Misael Pastrana Borrero supo la noche del 18 de agosto de 1989 que Luis Carlos Galán había sido asesinado expresó: "Mataron no solamente al presente, sino también al futuro del país". Con esa frase recogió el sentimiento que desde entonces ha embargado a muchos colombianos para quienes la desaparición de Galán significó no sólo la de un carismático candidato presidencial, sino ante todo la del dirigente con que Colombia aspiraba a llegar a las puertas del siglo XXI. Luis Carlos Galán no fue el primer muerto en la guerra contra el narcotráfico, ni tampoco el último, pero sin duda alguna ha sido el más importante. Galán era el dirigente político más destacado que había tenido el país en el último cuarto de siglo y se perfilaba como uno de los más grandes de la historia de Colombia. En el momento de su muerte contaba con el respaldo de la mayoría de los colombianos y se daba por descontado que sería el próximo Presidente de la República. Pero sobre todo, encarnaba el símbolo de la lucha contra la corrupción y el narcotráfico en momentos en que los colombianos veían con horror cómo dos de los peores flagelos de la humanidad se iban apoderando de su sociedad. Es por eso que al morir Galán para muchos murió la esperanza. Sin embargo, triste y paradójicamente, Galán logró con su muerte lo que no se sabe si habría logrado en vida: convertirse en el principio del fin de los grandes capos de la droga en Colombia y en el motor de un proceso de transformación que aún perdura. El magnicidio logró lentamente ir despertando a una sociedad dormida a la que Galán había tratado infructuosamente de alertar sobre los peligros de convivir con el narcotráfico. Los primeros pasos los dio el entonces presidente Virgilio Barco al reinstaurar por vía administrativa la extradición. Después vinieron la política de sometimiento a la justicia, la guerra contra el cartel de Medellín, la persecución al cartel de Cali, y el proceso 8.000. Unos con mayor éxito que otros, todos han ido llevando a un paulatino desmantelamiento de los carteles de la droga, a cuya aniquilación Galán apostó la vida. Aunque Colombia está aún muy lejos de derrotar al narcotráfico es un hecho que los principales cabecillas de los carteles, incluidos los que planearon el asesinato de Galán, están hoy tras las rejas o muertos. Muchos de los hechos importantes que han sucedido en el país durante la década de los 90, empezando por la llegada de César Gaviria a la Casa de Nariño, tienen también su origen en Luis Carlos Galán. Algunos de ellos en su vida pero muchos otros en su muerte. La Asamblea Constituyente, la consulta liberal, la elección popular de alcaldes, la creación de la Fiscalía y el fortalecimiento de los municipios, que fueron algunos de los sueños más importantes de Galán, adquirieron un impulso definitivo tras su asesinato. Con ello, se hicieron realidad las palabras premonitorias que había pronunciado Galán en Caracas ocho días antes de su muerte: "A los hombres se les puede eliminar pero a las ideas no. Cuando se elimina a veces a los hombres se robustecen sus ideas".