PERFIL

El Bolívar de los negocios

La primera compañía del Grupo Bolívar nació hace 70 años y José Alejandro Cortés ha estado al frente en los últimos 55. Este es el retrato de un hombre que logró convertir una pequeña firma de seguros en un conglomerado empresarial.

5 de diciembre de 2009
“Lo que yo sabía era que podía administrar adecuadamente la compañía de seguros. Luego se me presentó la posibilidad de crecer”, dice José Alejo Cortés, recordando los años en que tomó las riendas de la compañía Seguros Bolívar

José Alejandro Cortés es un empresario discreto y tranquilo. Aunque su nombre es ampliamente reconocido en el mundo empresarial colombiano, pasa sin aspaviento por la vida pública. Sin embargo, por estos días, al presidente de Sociedades Bolívar, el holding del Grupo Empresarial Bolívar, le resulta inevitable exponerse ante los medios de comunicación y contar su historia. Conversó con SEMANA sobre la organización que nació hace 70 años, cuando se fundó la primera compañía.

Con voz suave y pausada, lo primero que recuerda José Alejo -así le dicen cariñosamente sus amigos y los empresarios cercanos- son las palabras de su padre, José María Cortés, en 1948. "Yo creo que Seguros Bolívar puede llegar a ser una empresa importante en el futuro, por eso creo que dadas las características suyas y su habilidad en matemáticas, debe orientarse a estudiar actuaría"

Las palabras proféticas de su padre determinaron su vida. Aunque no tenía ni idea de lo que era eso y prefería enfocarse más hacia la física, siguió su consejo y se fue a estudiar actuaría a Estados Unidos. Esta es una profesión fundamental en el negocio de los seguros para diseñar productos, calcular tarifas y proyectar reclamaciones. Su tío también era actuario y el 5 de diciembre de 1939 había creado la pequeña compañía Seguros Bolívar. De allí el interés de su padre.

En 1955, José Alejandro Cortés regresó convertido en todo un profesional. Cree que su padre tal vez no pensó que pasaría de ser el actuario de Seguros Bolívar o a lo sumo el contador de la empresa familiar. Pero ese no era su destino, 15 años después asumió la presidencia de la compañía.

A partir de entonces mostró que tenía habilidades para convertirse en un líder empresarial. Transformó esa pequeña compañía en un gran grupo empresarial con actividades aseguradora, constructora y financiera, y ahora está en el negocio del software.

Entrados los años 70 comenzó a mostrarse como un audaz inversionista en el sector financiero. Adquirió acciones del Banco de Colombia, que posteriormente vendió para hacerse a un bloque grande del Banco de Bogotá. En 1981 fue protagonista de un episodio que quedó registrado en la historia empresarial del país. Se trenzó en una puja con Luis Carlos Sarmiento Angulo, dueño del Banco de Occidente, por el control del Banco de Bogotá. En la confrontación terminó derrotado. Pero como en juego largo hay desquite, en octubre de 2006 le ganó la partida a Sarmiento en la compra de Bancafé, el que ya fusionó con Davivienda. Demostró, como él dice ahora, que nunca le ha temido a la competencia, ni extranjera ni doméstica.

Con bastante modestia anota que en sus comienzos no tenía mucha claridad sobre su futuro empresarial. "Lo que yo sabía era que podía administrar adecuadamente la compañía de seguros. Luego se me presentó la posibilidad de crecer".

Y eso lo llevó también a la construcción. Se enfocó en la vivienda de interés social y para los estratos medios de la población. Constructora Bolívar construye una de cada tres viviendas de las que se edifican en Bogotá en este segmento.

Su visión de empresario no se agotó allí. Está convencido de que el negocio del software será una unidad de crecimiento importante para el grupo en el exterior, donde ya tiene presencia. Davivienda está en Miami y Panamá; Seguros Bolívar, en Venezuela y Ecuador.

Cortés reconoce que no todo ha sido éxito. "Tengo fracasos". Por supuesto no son muchos. Tal vez el que más recuerda es la inversión que hizo en la empresa de Calzado La Corona, donde fue el mayor accionista. La empresa se acabó.

El deportista
Quienes conocen a José Alejandro Cortés creen que si no hubiera triunfado en los negocios, lo habría hecho en el deporte. No es exagerado.

En tenis y natación habría sobresalido. De hecho, formó parte de la Copa Davis de Tenis y se ganó un campeonato suramericano.

Lleva el tenis en el alma y en el cuerpo, tres o cuatro veces a la semana juega en las mañanas. El patrocinio de la Copa Seguros Bolívar no es casualidad, aunque él dice que no fue su iniciativa, sino la de un vicepresidente de la aseguradora, para impulsar la marca.

Y para ejercitar la mente, nada mejor que el ajedrez. No es cualquier novato. Hace varios años, cuando vino al país Boris Spassky, uno de los clásicos prodigios del ajedrez, José Alejo hizo tablas en una rueda simultánea con el campeón. "Eso quiere decir que no soy tan bruto para el ajedrez". ¡Por fin! se atreve a exaltar un triunfo personal.

El ajedrez le dio herramientas para su vida en los negocios. Si ver jugar una partida de ajedrez es para muchos como ver crecer el pasto, por lo lento de las jugadas, para Cortés es una lección de vida que enseña a meditar antes de actuar. "Uno tiene que mirar cada jugada. Para cada una hay varias respuestas. En el mundo de los negocios ocurre lo mismo. Uno no puede reaccionar inmediatamente ante una situación. Hay que analizar y buscar diferentes alternativas, no apresurarse, meditar la solución y optar por una".

Cortés descubrió recientemente otra gran pasión: la astronomía. Se declara atrapado por el tema, como siempre lo ha estado por los libros que hablan de administración.

Toma partido
No esquiva los temas políticos. Dice que ha tenido la fortuna de conocer a casi todos los presidentes de los últimos 50 años. Admira a Carlos Lleras, quien fue miembro de la junta directiva de Seguros Bolívar. "Se sentaba a mi lado. Fumaba cigarrillo, mientras la ceniza caía sobre el saco. Era un hombre excepción". Cree que el estatuto cambiario o el famoso Decreto 444 le devolvió la tranquilidad financiera al país. Pero también tiene grandes recuerdos de Alfonso López Michelsen, Misael Pastrana Borrero, Belisario Betancur y, por supuesto Ernesto Samper, su sobrino.

¿Y Álvaro Uribe qué? Lo califica como un excelente Presidente, pero dice que Andrés Pastrana, su antecesor, le dejó mucho camino recorrido. Por ejemplo, la modernización de las Fuerzas Armadas. Al César lo que es del César. Dice que Pastrana enfrentó con acierto la terrible recesión de 1999 y le devolvió la respetabilidad internacional al país.

Sobre Uribe, destaca su inteligencia para combatir la guerrilla, su esfuerzo y trabajo y la experiencia de los consejos comunales. Pese a todo lo bueno, Cortés cree que no es conveniente un tercer período presidencial. "La institucionalidad está por encima de todos. Los candidatos que hay actualmente tienen la competencia para ser presidentes. No serán un clon de Uribe, pero creo lo harán muy bien".

Su posición frente a la defensa de la democracia es lo que lo llevó a apoyar el periodismo. Desde 1975, por sugerencia de Ivonne Nicholls, organiza el premio de periodismo Simón Bolívar. "Pensamos que es muy importante para cualquier democracia que exista un periodismo libre y serio. Sin periodismo, sin los medios que puedan informar libremente, no hay democracia. Por eso Chávez cierra los medios y Cristina Kirchner en Argentina, y Correa en Ecuador, les ponen trabas". Lo dice contundentemente: "Yo no quiero ver en mi país una dictadura, por más promisoria que parezca".

En sus empresas imprimió la cultura del respeto. Se ha ganado la fama de buen amigo, buen jefe, mecenas de la cultura y buen padre. Tiene siete hijos, aunque sólo uno está vinculado con la organización (también lo está un sobrino). Dice que cualquiera puede entrar, pero una cosa es clara: "No puede ser que por el hecho de ser familia, tengan ganada una posición, eso sería un error".

En resumen, pocas compañías pueden contar la historia de que a lo largo del tiempo se preservan como propiedad de la familia que las fundó. En la era de la globalización, ese lujo no se lo dan muchas empresas en Colombia, en donde las más antiguas y emblemáticas sociedades han cambiado de manos. Pues José Alejandro Cortés lo ha hecho posible en el Grupo Bolívar.