enfoque
El castillo desencantado
Primero fue residencia presidencial, luego funcionó un cabaret, una clínica siquiátrica, fue el hogar de un magnate venezolano, para terminar en refugio de un capo de la droga. Por eso, el castillo Marroquín, que se observa imponente en el sector de La Caro, al norte de Bogotá, es toda una leyenda.
Hace 105 años el escritor y ex presidente conservador de Colombia José Manuel Marroquín había heredado el lote comprado por su padre en 1807 por 32.000 pesos. Y en 1900 contrató la construcción del castillo con base en planos traídos de Europa.
Setenta años después fue adquirido por un magnate venezolano y tras su muerte, pasó a ser una de las excentricidades del narcotraficante Camilo Zapata, quien invitó a ex presidentes, políticos y personajes de la farándula que admiraban su colección de porcelanas, de piezas de oro, cortinas de terciopelo, lienzos, imponentes lámparas y un altar de santería que poseía el capo.
Aunque Zapata fue abatido por la Policía hace 12 años, sólo ahora la Fiscalía incautó el castillo, y será la Dirección de Estupefacientes la encargada de administrarlo y de evitar que se deteriore hasta que finalmente quede en propiedad del Estado.