EL CERCO

SEMANA revela todos los detalles de la persecución a Pablo Escobar en el Magdalena Medio.

25 de diciembre de 1989

El rugido de los helicópteros comenzó a sonar antes del amanecer del miércoles. Era la primera vez en Colombia que las autoridades llevaban a cabo un operativo policial nocturno en este tipo de aeronaves iluminando el área de acción con bengalas que caían del cielo en pequeños paracaídas. El objetivo de semejante innovación era capturar a Pablo Escobar Gaviria, quien después de un seguimiento de cerca de dos meses había sido finalmente ubicado en una zona del Magdalena Medio antioqueño, en las orillas del río Cocorná y a pocos kilómetros de su finca Nápoles.

Seis días antes, el jueves 16 en la tarde, el presidente Virgilio Barco había recibido en su despacho a los generales Miguel Maza Márquez, director del DAS, y Miguel Antonio Gómez Padilla, comandante de la Policía. La reunión tuvo por objeto comunicar al primer mandatario que las autoridades estaban en posesión de información muy completa sobre el lugar donde se encontraba Escobar. Con mapas sobre el escritorio del Presidente, los generales explicaron la situación y plantearon un proyecto de operativo, que desde ese momento se convirtio en el mayor de los secretos de Estado. Se resolvió que el asalto a la zona debía realizarlo un comando de 200 agentes del Cuerpo Elite, con el apoyo de aviones de transporte C-130, helicópteros artillados del tipo Halcones Negros y un millar de soldados de la XIV Brigada con asiento en Puerto Berrío, cuya labor debía consistir en una vigilancia periférica sobre la zona.

En otras palabras, había que tender dos cercos: el grande, que harían los soldados, y uno envolvente, directamente sobre el área, que harían los del Cuerpo Elite. También se decidió que para evitar filtraciones, nadie, ni los agentes del Cuerpo Elite ni los soldados, sería informado del objetivo de la operación. Unos y otros debían limitarse a obedecer las órdenes de sus superiores.

El viernes, Maza, Gómez Padilla y el general Octavio Vargas, comandante del Cuerpo Elite se dedicaron a diseñar todos los detalles del operativo. El sábado, Barco comunicó los planes al ministro de Defensa, general Oscar Botero, mientras los comandos eran llevados a la base de Palanquero. Entre lunes y martes, todo quedó listo para el gran asalto.

La zona de acción tenía un radio de 30 kilómetros y su epicentro era un grupo de cuatro fincas a orillas del río Cocorná, cuyos nombres eran, de oriente a occidente, La Paz, Florencia, Las Palmas y El Oro. Se trataba de viejas haciendas de clase media que habían formado parte de la historia de la región, antes de que esta quedara bajo el control del cartel de Medellín. No había ninguno de los lujos que caracterizan a las haciendas que fuerón ocupadas por las autoridades cuando se desató la guerra contra el narcotráfico, y que todos los colombianos vieron por televisión hace algunos meses. A pesar de que sus propietarios las habían considerado siempre como fincas de segunda dentro de sus vastisimas posesiones se habían convertido en las últimas semanas en un eje clave en términos de seguridad, debido a su ubicación geográfica.

Las autoridades habían dado con la pista con base en el cruce de información de tres fuentes diferentes. La primera, la documentación incautada hace más de tres semanas en los allanamientos que se produjeron en la zona de Envigado, cerca a Medellín. La segunda, cuando cayó la central de comunicaciones del cartel en Puerto Boyacá. Y la tercera, que resultó definitiva, los datos suministrados por dos hombres de los organismos de seguridad infiltrados en la organización de Escobar.

ASALTO A LA MADRUGADA
La hora cero fue la medianoche del martes, cuando los agentes de Cuerpo Elite, que habían llegado desde la base de Palanquero hasta la zona, iniciaron la operación envolvente sobre las cuatro fincas. Estaban divididos en tres grupos: una avanzada que llegó por aire y dos grupos más de contención que llegaron por el río Cocorná y por tierra. La avanzada fue la encargada de disparar los primeros tiros. Hacia las 4:00 de la madrugada, estos agentes chocaror en la finca Las Palmas con un contingente de 30 hombres de Escobar, que prácticamente no opusieron resistencia. La función de estos no era tanto la de repeler el ataque, como la de distraer y retrasar el avance del Cuerpo Elite. Esto permitió que a pocos kilómetros de allí, en la finca El Oro Escobar, quien había sido despertado por el ruido de los Halcones Negros --un ruido que puede escucharse hasta a 9 kilómetros de distancia--, saltara de la cama y comenzara la fuga. No estaba solo. Se ha establecido que por lo menos Jorge Luis Ochoa estaba durmiendo en la misma casa. Fuentes de inteligencia aseguran que días antes había estado en la finca Gonzalo Rodriguez Gacha y que no se puede descartar que se hubiera realizado allí una cumbre de los tres grandes. Sin embargo, la evidencia al final de la semana era que, en todo caso, "El Mexicano" no se encontraba en El Oro en el momento del asalto.

Escobar y Ochoa estaban acompañados por dos atractivas muchachas de 15 y 16 años que estudiaban en el Inem de Medeliín y cuyos nombres SEMANA no reveló por tratarse de menores de edad. El oficial a cargo de la ocupación de la finca subrayó insistentemente a los periodistas que llegaron el viernes a la zona, que la Policía había obtenido información de ellas, según la cual les habían ofrecido 100 mil pesos a cada una por estar allí.

LOS PLANES DE FUGA
Escobar estaba preparado por si esto sucedía algún día. Y lo estaba a tal grado que las autoridades quedaron en cierta forma "descrestadas" con la sofisticada logística instalada para garantizar la fuga. Había diseñado tres alternativas de escape. La primera, utilizando tres botes rápidos que lo debían conducir por el Cocorná hacía el Magdalena, o corriente arriba por el río Oro. La segunda alternativa era a caballo. Para esto tenían listos 29 ejemplares, varios de los cuales tenían el hierro de Rodríguez Gacha.

La tercera era a pie y consistía simplemente en correr monte arriba hacía el occidente, en dirección de las poblaciones de San Luis y San Carlos.

Al amanecer del miércoles, su primera reacción fue la de correr hacía las lanchas. En pantaloneta y acompañado de Ochoa y de 4 guardaespaldas, abordaron las lanchas rápidas, desde un pequeño embarcadero a 200 metros de la casa. En ese momento apareció uno de los helicópteros artillados que disparó sobre los 6 hombres, matando a dos e hiriendo a Escobar en un brazo. Como los caballos estaban demasiado lejos, ya que las caballerizas quedaban a 800 metros, los tres sobrevivientes y el jefe herido optaron por la alternativa tres, la de internarse en el sembrado de pasto alto ubicado a menos de 20 metros del embarcadero y correr monte arriba.

Esta última alternativa era por si sola de un grado de sofisticación sorprendente. Con anterioridad los hombres de Escobar habían abierto a machete tres trochas que iban en direcciones diferentes. En las tres había, en distintos puntos, caletas con morrales equipados con ropa, alimentos, dinero y aparatos de comunicaciones. Las tres trochas habían sido concebidas para despistar a los perseguidores y colocarlos ante el dilema de qué camino seguir.

Como si lo anterior fuera poco, media docena de estacas de cinco metros de altura habían sido colocadas en la explanada para evitar el aterrizaje de helicópteros. Mientras los Cuerpos de Elite resolvían esta situación, los fugitivos pudieron tomar ventaja. Un cuarto de hora después llegaron más agentes por el río y se repartieron en las tres trochas. Encontraron que sólo una de las caletas había sido utilizada. A su lado estaba abandonada una chaqueta manchada de sangre en una de las mangas. Posteriormente, cuando fue identificada la joven estudiante que se encontraba con Escobar, ella misma se encargó de reconocer la chaqueta como la que este portaba al salir de la casa.

Aparte de las tres patrullas, al caer la tarde y ante el fracaso del rastreo por parte de estas, la Policía decidió utilizar los perros pastor alemán y labrador, entrenados en Bogotá para identificación y seguimiento de olores. Este toque cinematográfico fue, sin embargo, manejado bastante a la colombiana, y la inexperiencia llevó a los agentes a cometer varias "chambonadas". Para empezar, había pasado un número de horas que comprometía la confiabilidad de este método. Adicionalmente, cuando los animales entraron a la casa de El Oro, los olores de los fugitivos ya se habían confundido con los de los perseguidores. La regla en este caso es que los perros siempre deben entrar primero.

El factor canino fue una de las pocas fallas del operativo. Pero los agentes no se detuvieron. Al caer la noche del miércoles, continuó la persecución por tierra y aire. Los helicópteros artillados se dedicaron a rafaguear objetivos cada 50 metros para ver si se producía alguna reacción de parte de los fugitivos. Una vez más, el cielo se iluminó con las bengalas. Pero aparte de la lluvia de estas, se desató un aguacero que práticamente detuvo las operaciones.

Al día siguiente, muy temprano, se reanudaron las acciones en una vertiente de la cordillera, comprendida entre las poblaciones de San Luis y San Carlos. Interceptaciones de llamadas radiotelefónicas han permitido a las autoridades establecer que, al cierre de esta edición, Escobar y su grupo se encuentran recorriendo esta región hacía el occidente, buscando acercarse al área de Barbosa y Girardota y, eventualmente, a Medellín. En cuanto al transporte utilizado para ello, una versión asegura que después de huir a pie durante dos días, pueden haber tomado un jeep por una de las vías de penetración a la región.

A estas alturas, Escobar y sus acompañantes no sólo habían roto el cerco envolvente del Cuerpo Elite, sino el cerco periférico que había tendido el personal de la XIV Brigada, tanto por el oriente hacía el río Magdalena, como hacía el occidente por la vertiente de la cordillera.

EL ALLANAMIENTO
Mientras todo esto sucedía, la tropa se había dedicado a allanar las fincas ocupadas y a arrestar a más de 50 hombres y a 5 mujeres, cuyos testimonios permitieron establecer varias cosas. En primer lugar, como lo reconocieron todos los detenidos, que efectivamente Pablo Escobar, así como muy posiblemente uno de los Ochoa, se encontraba en El Oro. La fisonomía de Escobar ha sufrido algunos cambios: está más corpulento que nunca y su perfíl corresponde a la foto publicada por la revista francesa Le Figaro Magazin, donde se le ve sin bigote y, según la Policía, con algunos cambios en sus facciones. Otra cosa que llamó la atención es que, en materia de guardaespaldas, estaba relativamente desprotegido. De las 55 personas detenidas, no más de media docena parecen profesionales. Los demás son campesinos, chaluperos y pescadores de la región, que definitivamente no están a la altura de las circunstancias. En materia de armamento tampoco había mucha cosa. Para ser el cuartel general del hombre más buscado del planéta, donde podía haberse encontrado hasta defensas antiaéreas, solamente se hallaron veinte fusiles AR-15 y micro Uzi, cuatro radioteléfonos y unos setenta radios.

Donde sí encontraron un tesoro fue en la documentación . Había información sobre los movimientos de los hombres del cartel de Cali, estudios jurídicos completos sobre la extradición y propaganda contra esta y según el diario El Tiempo, planes de de estabilización del orden público y de ataques a centros de producción petrolera, así como volantes ofreciendo mil millones de pesos por el asesinato de dos altos oficiales de la Policía nacional. Las autoridades no confirmaron a SEMANA datos específicos sobre la documentación encontrada, pero aseguraron que el material escrito, los mapas, croquis y fotografías, son de una enorme importancia, y que una vez estudiados por el personal de inteligencia, serían dados a conocer.

Otros elementos fueron encontrados en la alcoba de Pablo Escobar. Sobre la mesa de noche se halló un libro sobre el suicidio, pastillas de Voltarén --droga regularmente recetada como antiinflamatorio o antireumático-- y un reporte de notas del colegio Inem de Medellín, que pertenece a una de las menores arrestada y en el que aparece una anotación del profesor que dice: "Muy bien, pero póngale atención a las materias que van bajitas".

Vale la pena señalar que en todo este operativo se presentaron fricciones entre el Cuerpo Elite de la Policía y el Ejército. Hay rivalidad y desconfianza entre los dos cuerpos. Mientras fuentes del Cuerpo Elite aseguran que en más de una oportunidad operativos confiados al Batallón Bárbula, de Puerto Boyacá, fracasaron por la filtración de información, el Ejército asegura que si la Policía le hubiera informado que Escobar y su grupo habían eludido en El Oro el primer cerco, ellos hubieran podido concentrar sus efectivos en el segundo en ese punto y evitar así la fuga de Escobar y sus acompañantes. Ha trascendido que a propósito de estas diferencias se presentaron enfrentamientos entre el director de la Policía, general Miguel Antonio Gómez Padilla, y el ministro de Defensa, general Oscar Botero. Aunque estas diferencias son en cierta forma comprensibles, la falta de coordinación entre dos cuerpos que participan en un operativo de esta envergadura es un asunto de enorme gravedad.

Pero más allá de eso, lo cierto es que Pablo Escobar nunca había soportado un acoso como el de la semana pasada. A partir de ahora, e independientemente del desenlace específico de este capítulo, todos los que consideraban que el Estado y sus Fuerzas Armadas eran totalmente impotentes ante su poderío, tendrán que reconocer que en esta guerra las autoridades se la están jugando. Un oficial responsable de uno de los contingentes del operativo afirmó en la zona a un grupo de periodistas: "Mírenme bien la cara, porque si en tres días no lo hemos capturado, yo tengo que renunciar. Es una guerra a muerte. Son ellos o nosotros".--

1. Los soldados de la XIV Brigada se encargaron de un cerco periférico a la región del operativo.

2. Los agentes del Cuerpo Elite, respaldados por helicópteros artillados, efectuaron el cerco envolvente que determinó la ocupación de las cuatro fincas. En la casa de Las Palmas se presentó el primer enfrentamiento, cuando unos 30 hombres de Escobar detuvieron el avance de un piquete de agentes y lo alertaron sobre la presencia de tropa en el área.

3. El segundo enfrentamiento se produjo en El Oro, cuando Escobar y cinco hombres más trataron de escapar en tres lanchas rápidas. Dos de ellos murieron y Escobar resultó herido, logrando huir con los otros tres hacia el monte.

4. A partir del miércoles, y una vez los fugitivos rompieron el cerco, se inició la persecución por el monte, en dirección a San Carlos. En esa persecución participaron inicialmente perros rastreadores de la Policía.

MORI POR PABLO
Todo el mundo se imagina que los hombres que componen la guardia personal de Pablo Escobar Gaviria han cumplido un intenso y especializado entrenamiento militar. Pero para sorpresa sobre todo del Cuerpo Elite de la Policía Nacional, no en todos los casos de elementos de ejércitos privados de narcotraficantes se encuentra personal calificado.

Dubián de Jesús León Cuervo, uno de los hombres de Escobar Gaviria caído en los combates que se presentaron durante el operativo de la finca El Oro, la semana anterior, era un pescador de la zona, que harto de intentar sacarle al río su sustento y el de su familia, decidió hace 10 días enrolarse en el cuerpo de guardaespaldas del narcotraficante. León Cuervo fue contratado para pilotear uno de los botes rápidos que se tenían destinados para cumplir uno de los tres planes de fuga que Escobar había preparado cuidadosamente, en caso de que la fuerza pública se presentara, como efectivamente sucedió. Su tarea no la pudo cumplir. Cuando los helicópteros llegaron a El Oro, Dubián de Jesús, tratando de recordar sus días en el Ejército, del que se retiró con honores, y armado con un R-15, intento derribar a uno de ellos, pero no lo logró y en cambio perdió la vida.

Sólo entonces los habitantes de Estación Cocorná, de donde era oriundo y en donde residía con su mujer Nelly y sus tres hijos, confirmaron que Dubián de Jesús estaba trabajando para Pablo Escobar.

"Como ahora la pesca está así tan mala, entonces la semana antepasada dijo que se iba a trabajar en una finca... Es que ya no se conseguía ni para la comida", dijo Nelly, su mujer, quien de todas formas no cree que su marido estuviera trabajando para narcotraficantes. "El era pescador, siempre lo fue... a veces voliaba rula o voliaba chiva o le manejaba la chalupa a algún compadre, pero nunca para los narcotraficantes".

Aunque lo nieguen, todos en la región saben quién es Pablo Escobar. De hecho la mayoría depende económicamente de él. Quizás por ello no piensan siquiera en delatarlo, a pesar de los comerciales de televisión que invocando la salvación de la patria ofrecen gigantescas sumas de dinero por su cabeza. Por el contrario, buscan ser contratados, ya sea como campesinos, chaluperos o, si son ex guerrilleros o ex militares, enrolarse en los ejércitos privados, como en el caso de Dubián de Jesús.

Hablando con SEMANA, un habitante de Estación Cocorná expresó su desacuerdo con la persecución a Escobar Gaviria: "Cuando ellos se van de la región, se acaba el trabajo y cuando los persiguen casi a todos nos toca salir para otra parte". En otras palabras, por necesidad o por fidelidad en esta zona del Magdalena Medio la mayoría le guarda la espalda a Escobar. Esto explica que quienes logran entrar al servicio de los narcotraficantes están dispuestos a ser detenidos por las autoridades o muertos, como en el caso de Dubián de Jesús León Cuervo.--