El cubo de Rubik es considerado por muchos el juego contemporáneo más popular del siglo XX, por encima del yo-yo y el hula-hula. Y ese puesto se lo ha forjado no solo por ser un objeto de diversión que cuenta entre sus asombrosas cifras haber vendido 350 millones de ejemplares en cuatro décadas, ni porque le hayan abierto las puertas en los grandes museos de arte moderno. El punto crítico es, quizá, que el invento encierra simultáneamente los conceptos de genialidad y frustración.
El propio Erno Rubik, el profesor húngaro que lo diseñó, cree que su universalidad radica precisamente en su naturaleza contradictoria: cualquiera con sentido común puede intentar resolverlo, pero muy pocos lo logran de manera intuitiva. “Es un juguete pero también un acertijo que ha inspirado a la sociedad en muchas áreas”, señala Paul Hoffman, director del Liberty Science Center, de Nueva Jersey, que organizó una gran exhibición para celebrar el cumpleaños número 40 del cubo.
Nada de este futuro glorioso pasó por la cabeza de Rubik en 1974. En ese entonces ganaba 200 dólares al mes como profesor de diseño y su motivación era demostrar que una estructura en tercera dimensión podía mover sus partes de forma independiente sin desbaratarse. Con cubos de madera, cable y un par de clips creó el prototipo, pero solo comprendió que se trataba de un interesante acertijo cuando cada uno de los pequeños cubos que lo conforman se desorganizaron y no tuvo idea de cómo volverlos a poner en su lugar.
Luego de patentar el invento, el reto más grande fue convencer a sus posibles comercializadores de que el juego se podía resolver. El mismo Rubik tardó un mes en lograrlo. Finalmente se lanzó en Hungría en 1977 y en 1980 en Estados Unidos y Europa, donde generó un furor sin precedentes.
Rubik se convirtió en una celebridad que recibía regalías mensuales por 300.000 dólares, lo que lo llevó a convertirse en multimillonario en su país.
Aunque la popularidad del cubo se desvaneció, en los últimos años ha logrado conquistar públicos más jóvenes. Esto no habría sido posible sin internet, desde donde los fanáticos del juego han compartido a través de videos las instrucciones para resolverlo. Solo en 2008 se vendieron 15 millones de ejemplares, un aumento vertiginoso en las cifras que el año anterior habían registrado apenas tres millones. Gracias a ese nuevo aire, cada dos años la Asociación Mundial de Cubistas organiza una competencia en la que jugadores de muchos países participan en varias modalidades: armarlo con una mano, con los ojos vendados o con los pies.
Anthony Brooks es uno de ellos. Nació en 1983 en pleno auge del cubo, y aunque se interesó en el juguete desde muy pequeño, como la mayoría, lo abandonó por la frustración de no poder resolverlo. Solo a los 14 años redescubrió su magia. “Un amigo de bachillerato me enseñó a solucionarlo y seguí practicando. Desde que escuché sobre las competencias he estado involucrado en el tema”, le dijo a SEMANA. Su récord está entre 8 y 9 segundos en 45 movimientos. Ese número fue superado en 2013 por el holandés Mats Valk, quien logró la hazaña en 5,5 segundos. Como el reto es resolver el acertijo en el menor tiempo posible, los cubos de hoy se fabrican para que el roce entre las partes sea mínimo. La mayoría de estos artefactos son copias chinas que le drenan a SevenTowns, dueña de la licencia, 500.000 dólares al año en costos legales para proteger la marca.
El cubo ha sido utilizado por educadores para fomentar la confianza entre los niños. “La sensación de seguridad cuando un estudiante lo resuelve sin guía les hace cambiar su disposición frente al estudio”, dice Scott Mercer, director de la campaña que busca introducir estos juguetes en las aulas de clase de los colegios de Nueva York. Su referencia en la cultura popular también es inmensa. En la película The Pursuit of Happiness, sobre un brillante pero desafortunado personaje, Will Smith, el actor que lo interpreta, soluciona el acertijo en menos de dos minutos.
Pero los más engolosinados, sin duda, son los matemáticos para quienes uno de los impactos más importantes del cubo ha sido en una rama conocida como teoría de grupos. Así mismo, el juguete ha generado una serie de interrogantes que muchos de ellos se han empeñado en resolver, como por ejemplo, cuántas posibles configuraciones puede tener. La cifra no solo es impronunciable sino inimaginable: hay 43,252,003,274,489,856,000, o 4,3 quintillones de formas diferentes de ordenarlo. Si se hiciera una hilera de cubos de Rubik con cada una de estas configuraciones, habría suficiente para ir y volver al sol ocho millones de veces.
Desde 1981 los científicos también han debatido cuántos movimientos se necesitan para resolver el acertijo desde la configuración más desordenada posible, algo que se conoce como el número de Dios. La respuesta es 20 y la obtuvo Tom Rokicki en 2010 luego de 15 años de trabajo. “Se necesitó de la ayuda de amigos, de ideas muy geniales y de tiempo de los computadores para saber que se necesitan como mínimo 20 movimientos para resolver el cubo desde cada configuración”, dijo a SEMANA.
Los interrogantes matemáticos están lejos de acabarse. Rokicki señala que aún lo desvela saber cuánta gente puede resolverlo sin ayuda y en cuánto tiempo. En 1982, Jessica Fridich encontró una técnica que consiste en hacerlo capa por capa, que sigue siendo la más sencilla, pero hoy existen otros caminos. Tampoco cree que el cubo pase de moda algún día, y menos con la asombrosa histeria que genera hoy en entre jóvenes que, como Brooks, todavía se fascinan con la simple ingeniería del invento. “El cubo no tiene límites porque inspira a músicos, artistas, matemáticos por igual”, dice. “Es un artefacto que estaba esperando ser descubierto, como la rueda”, agrega Rokicki. “Deben existir civilizaciones de extraterrestres compitiendo con este juego ahora mismo, en algún lugar del universo”.
Estas son algunas cifras curiosas del cubo de Rubik en sus 40 años de vida.
Datos básicos
Fecha de creación: 1974
Autor: Erno Rubik, arquitecto húngaro de 69 años
Fecha de comercialización: 1980
Ventas: 350 millones en el mundo
Copias ilegales: 5 por cada cubo legal
La matemática
Configuraciones posibles: 43 quintillones
Movidas mínimas para resolverlo: 20
Descubridor del Número de Dios: Tomas Rokicki
Las competencias
El más joven en armarlo: 5 años
Participantes por género: 4 hombres por una mujer
Récord actual: Mats Valk, de Holanda: 5,55 segundos
Récord de un robot: Cubestormer II, que tardó 5,27 segundos en marzo de 2014.