FINAL FÚTBOL COLOMBIANO

El día que Junior dio un golpe en el Atanasio

Esta noche se define el campeón del fútbol colombiano. Para llevarse la estrella, Nacional necesita ganar por dos goles.

21 de mayo de 2014
Nómina del Junior campeona en el 2004. | Foto: Archivo

En el fútbol, como en pocas cosas en la vida, si uno se muere tiene que resucitar ahí mismo. Son las palabras del profesor Juan José Peláez, al recordar la final que perdió contra Junior, la tarde del 19 de diciembre del año 2004. 

“¿Que si duele perder así como perdimos? Claro, pero yo siempre he pensado que hay que hacer los duelos rápido, que uno tiene que tratar de que las levantadas no se demoren mucho, porque no hay otra opción”, dice.

Aquella fue una final sin libretos, de esas de leyenda. El Junior de Omar Pérez y Martín Arzuaga había ganado el partido de ida en Barranquilla por tres goles a cero. Los costeños, que eran dirigidos por el “Zurdo” López, ya tenían pinta de campeones.

Andrés Felipe Muñoz, miembro de la barra Los del Sur, recuerda que con el resultado del primer partido, muchos hinchas de Nacional se dieron por muertos. “Pero aún así, para el juego en Medellín hicimos una campaña muy fuerte para llenar el estadio. Y lo llenamos”.

Y los jugadores, empujados por el “Chicho” Serna en ese momento, entendieron el mensaje porque salieron a la cancha dispuestos a partirse la espalda. A los 24 minutos, Nacional ya iba ganando dos goles a cero. Faltaba solo uno para empatar la serie. Los recogebolas, se acuerda Peláez, tenían la orden de presionar devolviendo los balones a lo que sus pulmones les diera. “El partido había que comenzarlo a ganar desde afuera”, dice.

Y como si los milagros pudieran existir, Nacional remontó el marcador. En el minuto 85 los paisas iban ganando cinco goles por uno. El estadio se quería caer. En las graderías, a las afueras del estadio, en los bares, en las plazas públicas, los hinchas verdes ya se declaraban campeones. No era para menos. Para ese momento, solo era cuestión de que el árbitro pitara. Y listo, a celebrar.

Sin embargo, mientras medio Medellín cantaba la estrella y cuando solo faltaban dos minutos para que se acabara el partido, el delantero del Junior, Walter Ribonetto, aprovechó un descuido y empató la serie con un gol que dejó mustio al Atanasio. Fue tan repentino, tan sacado de la nada, que el gol no se alcanzó a ver en la transmisión de televisión, pues para ese momento el canal RCN estaba repitiendo los goles de Nacional. 

Al final, Junior ganó por penales. Su técnico, el “Zurdo” López, salió en hombros del estadio, diciendo que si bien estaba preparado para ganar o para perder, era difícil creer lo que había pasado. “Fuimos superados por Nacional, pero el fútbol no es de lógica. Es más de música, que de lógica”, dijo cuando Ricardo Henao Calderón le acercó el micrófono. 

Ahora que han pasado casi diez años, ahora que se repite la misma final, pero con jugadores de otra generación, Juan José Peláez dice que las cosas serán a otro precio. “El partido será totalmente distinto. El Junior de hoy es un equipo mucho más táctico, bueno en defensa. Y Nacional es muy intenso, muy sólido. Lo que tendrá que hacer es controlar el vértigo”, opina. 

En el juego de ida que tuvo como escenario el Metropolitano de Barranquilla, el Junior ganó con un gol de Edison Toloza, el moreno de la cresta rubia que, pese a no haber sido una ficha constante en el campeonato, estuvo ahí en el arco para el momento definitivo. Y tal vez ese triunfo fue lo que hizo revivir los fantasmas de hace diez años.

“Fue doloroso esa vez, pero estamos en otra época. Hoy los que tienen que estar nerviosos son los del Junior”, dice Muñoz. Porque si hay un consenso entre los hinchas de Nacional es que, más allá de los jugadores, la figura del equipo hoy por hoy es su técnico. El risaraldense Juan Carlos Osorio, un hombre al que pocos le creían cuando llegó en 2012, se ganó la confianza de la hinchada a base de resultados. Solo en la primera temporada, Nacional quedó campeón de la Copa Postobón, de la Copa Colombia y la Súper Liga.

Pero el Junior de hoy, por su parte, también tiene lo suyo. En las semifinales contra Millonarios demostró que en cuestiones de encerrase atrás para cuidar un resultado, no hay quien le gane. David Pinillos, el actual técnico, no ha dejado que los aires triunfalistas se cuelen en su camerino. En rueda de prensa dijo que entendía la euforia de los hinchas, pero que todavía no se había ganado nada. 

Esta noche se sabrá si Junior se cuelga la octava estrella. O si Nacional se viste con la decimo cuarta. O si los de Barranquilla vuelven a dar un “golpe de Atanasio”. Lo más prudente para ambos equipos será repetir las palabras del “Zurdo” López, esa tarde que no se creía lo había pasado. El fútbol no es de lógica. Es más de música, que de lógica.