El diablo viste a la moda

La gran actuación de Meryl Streep nos devuelve, por momentos, al Hollywood de aquellas glamorosas comedias satíricas.

21 de octubre de 2006
La periodista Andy Sachs (Anne Hathaway) es absorbida por el extraño infierno de la moda que preside la editora Miranda Priestly (Meryl Streep).

Titulo original: The Devil Wears Prada.
Año de estreno: 2005.
Dirección: David Frankel.
Actores: Meryl Streep, Anne Hathaway, Emily Blunt, Stanley Tucci, Adrian Grenier, Tracie Thoms, Rich Sommer, Simon Baker.

Tiene algo de comedia clásica de Hollywood. Su personaje principal, una periodista recién graduada llamada Andy Sachs, es interpretada por Anne Hathaway con la misma inocencia inteligente con la que la habría interpretado Audrey Hepburn. Su puesta en escena a la antigua, sin alardes, no sólo garantiza el lucimiento de sus estrellas sino que hace sentir cómodos a los espectadores que pretenden pasar un par de horas entretenidas. Su trama, un relato de iniciación que avanza como si estuviera cumpliendo con los requisitos de siempre (presentación de la heroína adolescente que cree que lo sabe todo, encuentro con el sujeto poderoso que le revelará las verdaderas reglas del mundo, descenso a los infiernos que transforma poco a poco a la protagonista, reconocimiento de los errores cometidos y conformación de la decepcionada pero optimista personalidad adulta), es una de las tramas más repetidas en la historia del cine norteamericano. Mientras uno ve El diablo viste a la moda, se siente, en resumen, frente a una de esas glamorosas comedias satíricas, tipo Ernst Lubitsch, que han sobrevivido al paso del tiempo. Lo único que le hace falta es el sarcasmo, la mala leche, la ironía.

Que aparece, eso sí, cuando la gran Meryl Streep entra en escena. Streep, una malabarista de gestos, interpreta a Miranda Priestly, la fría directora de la revista de modas Runway, como si se tratara de un demonio que jamás eleva la voz. Sin ella, sin esa habilidad para contener el drama de una mujer atrapada en su propio personaje, la fábula se habría quedado en pasatiempo.