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Burton le dio acceso total a sus archivos a los curadores del MoMa, y creó siete esculturas especialmente para la exposición

ARTE

El extraño mundo de Tim Burton

Una exposición plástica en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa) confirma que el maestro del cine gótico es una figura multidimensional.

28 de noviembre de 2009

Las películas de terror fueron el primer amor de Tim Burton. Desde cuando era un niño introvertido y silencioso, los monstruos y los fenómenos de la pantalla grande lo hacían sentir a gusto, como si su lugar estuviera junto a ellos en esos paisajes siniestros del horror clásico. Pasaba sus días dibujando las oscuras criaturas que imaginaba, personajes que eran desadaptados como él, y jugaba en el cementerio que quedaba junto a su casa para alejarse de la gente normal. Su sueño en ese entonces era convertirse en el actor que llevaba el traje de Godzilla. Y aunque nunca llegó a encarnar al rey de los monstruos, Burton se convirtió en un aclamado director y sus extraños dibujos cobraron vida en el macabro mundo que él creó para ellos en películas como La leyenda del Jinete sin cabeza, El extraño mundo de Jack y El hombre manos de tijera.

Ahora, después de 27 años de carrera, Burton se ha ganado a lo grande el estatus de artista gracias al espacio que el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa) le dedica a una mirada retrospectiva de su trabajo. Muchos se atreven a decir que las películas de Burton son obras de arte, pero imaginárselo al lado de maestros como Monet, Van Gogh, o incluso Warhol, es diferente, o, en palabras del propio Burton "completamente surrealista, como muchas cosas en mi vida". La exposición de más de 700 piezas originales, entre esculturas, dibujos y elementos de sus películas, cuenta la historia del director en tres etapas, desde sus primeros años hasta hoy. La entrada a la exhibición a través de la boca de un extraño ser lleva a los espectadores en un viaje al interior del extraño mundo de Burton. Según Ron Magliozzi, curador y gestor de la exposición, "todo gira alrededor de Burbank, su ciudad natal, y de los orígenes que determinaron su genialidad y lo hacen ser quien es. Él sobrevivió a Burbank, lo embelleció con sus nociones únicas del arte y luego fue más allá de éste, más de lo que jamás hubiera imaginado".

Después de su solitaria niñez en un vecindario de casas idénticas, Burton empezó a estudiar en el Instituto de Artes de California. Allí lo descubrió Disney Company y entró a ser animador, pero sus creaciones poco convencionales y demasiado oscuras nada tenían que ver con los estándares de esa empresa. Ello lo sumió en una depresión profunda, y en esa época solía esconderse bajo su escritorio o en el clóset de la oficina. Desde ese entonces, Burton sentía la necesidad compulsiva de dibujar con cualquier cosa que tuviera a la mano. Cientos de estos dibujos en cuadernos argollados, páginas de periódico, pañuelos y servilletas, están expuestos en el MoMa junto a algunos cortometrajes que Burton filmaba en esa época con sus amigos en el patio trasero de su casa. "Sus personajes se ven angustiados, están literalmente remendados o reconstruidos, y todos poseen características fantásticas tras las que esconden algo que los atormenta. Para Burton, eso es un reflejo de su propia vida, de su deseo de catarsis", dice Richard Lacayo, periodista y crítico de arte de la revista Time.

También hay bosquejos de las pequeñas y desconocidas producciones Vincent y Frankenweenie, que le permitieron a Burton salir de su agujero y lo llevaron a trabajar con Paul Reuben para su primer largometraje exitoso, La gran aventura de Pee-Wee, que atrajo la atención sobre el joven director. Beetlejuice, Batman y su emblemática película El hombre manos de tijera, le proporcionaron a Burton la oportunidad perfecta para dar rienda suelta a su imaginación y construir los escenarios de pesadilla que lo han convertido en un referente del cine. "Tiene un talento increíble para transformar nociones aterradoras como la muerte y la soledad en algo supremamente encantador que logra conmover a los espectadores", dice Anna Carnick, escritora estadounidense y periodista independiente.

Una figura de cera de tamaño real de Edward manos de tijeras cuelga de una pared en frente a un árbol cuyo follaje ha sido podado en forma de venado, tal como en la película. Las cuchillas del barbero Sweeney Todd descansan en una caja de vidrio junto al sombrero de Willy Wonka y unos muñecos a escala de una novia muerta y su aterrado prometido. Y si no fuera suficiente para los fanáticos de Burton, hay esculturas y dibujos de personajes nunca antes vistos, ya que muchas de las creaciones expuestas son proyectos que el director abandonó, o apenas semillas en el proceso de transformación de las ideas que lleva a la pantalla grande. "Hay cosas tan personales aquí, que ni siquiera puedo mirarlas", dijo Burton en su rápido paso por la exposición. Antes de dejar Nueva York para darle los toques finales a Alicia en el país de las maravillas, que se estrena el próximo año, llamó a los curadores, "quiero agradecerles - les dijo-, por tratar de darle sentido a esto que ha sido mi vida".