Las cuencas de los ríos Cauca, San Jorge y Magdalena, continúan en emergencia por los bajos niveles en el río Cauca. | Foto: Adriana Noriega / Río Abajo

Ituango, Antioquia

Hidroituango y el Cauca: cómo el río nos cambió para siempre

Hacer una represa ya cambia el ecosistema, pero que el agua haya dejado de llegar a su cauce por la emergencia es un impacto indiscutible a largo plazo. ¿Qué implica que baje el nivel de un río de un día para otro?

12 de febrero de 2019

La semana pasada, millones de colombianos vieron, incluso en vivo, gran parte de la crisis ambiental que padeció el río Cauca, sus especies y las comunidades ribereñas, por cuenta de una nueva contingencia de Hidroituango, el proyecto energético que espera aportar el 17% de la energía del país y que, de hecho, debió empezar a hacerlo desde noviembre de 2018.

El ingeniero Julio Cañón, del Grupo de Investigación en Gestión y Modelación Ambiental – GAIA, de la Universidad de Antioquia, explica en primer lugar que en el momento en que se corta un paso de agua o se cambia el caudal, que circula bajo condiciones normales, se altera necesariamente la dinámica de los ríos. “Algunas de las especies pueden verse afectadas, otras se pueden beneficiar parcialmente por los efectos locales que generan en la represa”, asegura el profesor.

En cuanto a las especies que pueden verse beneficiadas, Cañón señala: “Si tienes un ecosistema y de repente reduces el número de depredadores, las especies consumidas por esos depredadores pueden verse beneficiadas en el corto plazo porque entonces no tienen quien se las coma y pueden desarrollarse y aumentar su población”, pero advierte que favorecer ese crecimiento desbordado y sin control puede hacer que eventualmente colapse esa población.

Un sistema biótico tan complejo como el río Cauca, con millones de años de historia, ya está más o menos balanceado entre productores y depredadores, “cuando se quita a uno de esos actores, o un nutriente, entonces todos van a sentir ese evento porque tienen que volver a un equilibrio. Es lo que pasa hoy en el Cauca”. El ingeniero, en todo caso, no se anima a vaticinar sobre lo que pasará, o cómo se reconfigurará el río pues las afectaciones, entre otras cosas porque pueden tardar años en notarse.
 

El transporte fluvial también se ve afectado por la crisis.  ©Adriana Noriega/ Río Abajo 


 

Estas alteraciones de los caudales también se observan en otras represas del país como la de Urrá, que represa el río Sinú a la altura del municipio de Tierralta, Córdoba, e Hidrosogamoso, que represa el río Sogamoso, en el departamento de Santander. “En algunas épocas de sequía se represa más agua y se libera con menor cantidad a los ríos, lo que altera la configuración tanto de la parte líquida, como de los servicios ambientales que presta ese río”, advierte Cañón.

El ingeniero asegura que ninguna obra similar es ‘limpia’ en este sentido, pues siempre hay un impacto. “Lo que sucedió en este caso particular es que no estaba planificado, y al no estarlo no se puede actuar con previsión para determinar cómo reducir el efecto sobre las dinámicas ecológicas”. Señala también que uno de los elementos más afectados en este conjunto de seres vivos que dependen del río, conocido como biota, son los más básicos de la cadena trópica o alimenticia.

En el sistema trófico, las especies productoras como plantas, algas y las especies y microorganismos que crecen allí, están en el primer nivel. Los peces, que las consumen, están en el más alto y se afectaron por la reducción del caudal. La dimensión del impacto solo se determinará con estudios concluyentes, pero por ahora lo que sí se puede afirmar es que habrá un trastorno considerable en el comportamiento de ese ecosistema.

El investigador señala que los estudios a corto plazo, entre uno o dos años, podrán señalar con mayor precisión los efectos en cuanto, por ejemplo, la migración de peces que habitan este caudal. También debe hacerse un seguimiento a interrupción general una vez Hidroituango opere de manera regular.

 

Según la Procuraduría  ya son 20 mil familias de pescadores afectadas. .©Adriana Noriega/ Río Abajo 


El agua baja más limpia y no son buenas noticias

Los inéditos efectos del secamiento temporal del Cauca siguen llamando la atención. Desde el 16 de enero, después del cierre de la primera compuerta, habitantes y medios comunitarios aguas abajo notaron con sorpresa la claridad del río. El ‘mono’, como le llaman al Cauca, había cambiado de color y se veía más cristalino. Lo que en principio se tomó como una buena noticia ha preocupado también a conocedores del afluente, pues el sedimento, que además le da el color al río, es crucial para el ecosistema.

El ingeniero Cañón, del Grupo de Investigación en Gestión y Modelación Ambiental, explica desde la hidráulica las implicaciones de los sedimentos retenidos en la presa, como ahora ocurre. La primera es que la represa puede perder vida útil a medida que acumula cada vez más sedimento, pues su capacidad del embalse disminuye. Esto ocurre en todas las represas donde la carga de nutrientes y demás compuestos se va asentando.


“Cuando el agua baja limpia se tendrá que configurar una nueva situación para esas comunidades, ahí vamos a ver un cambio que se verá al largo plazo pero que va a ser evidente”.


 

Sin sedimentos, el agua cae más clara pero con mayor capacidad de erosión y hasta con más fuerza, lo que en una zona montañosa no es preocupante pero que sí lo es en la planicie, pues el río buscará nuevamente sedimento y gastar la energía extra con la que cae del vertedero.

El efecto, hay que insistir en esto, llega mucho más allá del Cauca. Su desembocadura en el Magdalena le aportará menos nutrientes y eso necesariamente cambiará la configuración de los flujos de agua. Los cambios artificiales de “hoy le boto mucha agua y mañana lo dejo sin agua, eso lo afecta en todo”, dice el geólogo Germán Vargas, jefe de la oficina de Estudios ambientales de la Universidad Nacional y añade, en cuanto a las especies de peces que habitan el río, que estas seguramente se vieron afectadas en su próximo periodo de desove por cuenta de la interrupción de su ciclo natural biológico, lo que puede generar una disminución de la cantidad de peces.

EPM aseguró que hará una “resiembra significativa” de peces en este caudal, con la que se espera que el río vuelva la normalidad. En todo caso, los efectos serán inevitablemente a largo plazo. 

“Cuando el agua empieza a fluir acordemente con el sistema empiezan unos periodos de recuperación del río”, explica el profesor Vargas e indica que “algunas especies requieren más tiempo que otras para adaptarse, por ejemplo, todo el ciclo de la subienda de peces se vio interrumpida, se afectó totalmente y seguramente el próximo año se verá el efecto, al igual que de la baja carga de sedimento”.
 


Los  pescadores son los principales afectados tras la mortandad de peces por la sequía temporal del río. ©Adriana Noriega/ Río Abajo 


 

En medio de esta nueva contingencia, ingenieros de la Escuela Ambiental de la Universidad de Antioquia señalaron que la repentina reducción de un río, cualquiera que sea y justamente en medio de un periodo de aguas bajas, implica un "impacto grave, con consecuencias difícilmente reversibles sobre la integridad de los ecosistemas acuáticos y terrestres, incluyendo las ciénagas asociadas”.

El río Cauca es la arteria de todo un ecosistema fluvial que en este caso comprende los últimos 400 kilómetros que sirven de zona de transición entre cordillera y llanura (Bajo cauca y La Mojana), por lo que “hay un traumatismo total con el cierre y corte del agua del río”. El profesor Vargas explica que todo el complejo de ciénagas, en estas llanuras de inundación, se afectan cuando se tapona esta arteria pues este las alimenta y no solo a las especies animales sino a la vegetación asociada.

“Si no hay agua, no alimentas todas las relaciones hidrológicas de lo que es río, llanura, ciénaga. Cuando eso pasa se interrumpen todos los procesos biológicos sobre toda la parte baja del Cauca”, indica el geólogo, doctor en Ciencias de la Tierra de la Universidad Pierre et Marie Curie.
 


A pesar de la insistencia de la comunidad, EPM todavía no ha hecho presencia en la Ciénaga. ©Adriana Noriega/ Río Abajo 

 



El daño social de 'secar' un río

Desde el 16 de enero de 2019, los pescadores de La Mojana, subregión geográfica entre las cuencas de los ríos Cauca, San Jorge y Magdalena, están en emergencia por los bajos niveles en el río Cauca, como consecuencia del cierre de las compuertas de Hidroituango.

En este paisaje dominado por ciénagas y caños que sirven como canales de evacuación de excesos de agua y sedimentos del Río Cauca, integrantes de la Asociación de pescadores de Montecristo,se quejan porque no tienen cómo pescar. Los niveles de la Ciénaga Grande han bajado hasta 6 metros y no han sido escuchados ni atendidos por EPM.

Los medios de comunicación llegaron hasta las instalaciones de esta hidroeléctrica llamados por la necesidad de cubrir una de las contingencias ambientales más importantes que ha generado el proyecto hidroeléctrico, pero los pescadores de esta región ubicada entre los departamentos de Antioquia, Bolívar, Sucre y Córdoba, sienten que su voz y sus quejas no han sido escuchadas en medio de esta crisis.

“Nos ha afectado la cuestión de la sequedad de la ciénaga”, explica Pablo Espitia, vicepresidente de esta asociación de pescadores que tiene apenas 30 asociados pero que también habla por los más de 600 que viven en Montecristo y que se han quedado sin sustento por casi un mes de esta sequía provocada, que se agravó con el cierre de la segunda compuerta el pasado cinco de febrero.

 “La ciénaga Montecristo surte de pescado al río Cauca. En este momento está totalmente seca, se ha empozado y se han muerto los peces ahí, no tienen para dónde salir”, explica Espitia de 50 años, quien como otros pescadores del lugar han expresado su preocupación porque están ante una crisis “ignorada por EPM”. Siguen esperando presencia de la empresa para ayudarlos.
 


©Adriana Noriega/ Río Abajo 


Como consecuencia de la sequía del río, los habitantes de la zona pueden caminar bajo el puente sin ningún riesgo. ©Adriana Noriega/ Río Abajo 



Nolberto Beltrán, alcalde de Montecristo, expresó también su preocupación ante esta crisis que afecta no solo a los pescadores sino también al transporte que suele ser fluvial por el complejo de ciénagas. Pese a que el agua del Cauca empezó a salir por el vertedero de Hidroituango desde este fin de semana, esto aún no representa un alivio para la comunidad montecristiana. Por esto, Beltrán aseguró, en un medio local que, con la Gobernación de Bolívar y los demás municipios afectados, emprenderán acciones legales para que “esto no pase de agache como si nada estuviera pasando”.

Pablo Espitia asegura que el nivel de la ciénaga ha disminuido seis metros desde el 16 de enero y que apenas si logran pescar uno o dos peces diarios y que cuentan con tal mortandad de peces que es imposible calcular el número.

Actualmente piden que EPM los indemnice por las afectaciones, pues cientos de familias viven de la pesca en este municipio. “Antes del 16 de enero diariamente uno se ganaba entre 100 y 200 mil pesos pescando y ahora no se consigue ni para la comida. Ya el daño nos lo hicieron. Exigimos a EPM que nos repare porque es un daño ecológico”, reitera Espitia.

Los pescadores de la zona lamentan que los manatíes huyeran, que se perdieran el bagre, el sábalo, bocachico, y otras que se nadaban en estas aguas. “Nunca se había dado esta situación. De pronto para los meses de marzo bajaba hasta dos metros, pero nunca este fenómeno”, concluye Espitia.
 


¿Quién responde?

EPM se defiende. Jorge Londoño de la Cuesta, gerente de la empresa, aseguró en entrevista con Noticias Caracol, el pasado domingo, que los embalses que tiene EPM en la cuenca del río Nechí los intervinieron para que nutrieran el caudal de Nechí hasta La Mojana: “Concentrábamos el problema entre el sitio de presa y el municipio de Nechí”. 

La Procuraduría anunció una investigación disciplinaria contra los miembros de la Junta directiva de EPM y algunos funcionarios de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), la autoridad ambiental que otorgó las licencias ambientales para este megaproyecto.

Hidroituango debería estar generando energía desde noviembre de 2018, según la Procuraduría este proyecto ya ajusta tres años de retraso y un costo de recuperación que supera los 2 billones de pesos. El ente encabezado por el procurador Fernando Carrillo anunció que para el 26 de febrero se espera una audiencia donde estarán afectados por esta crisis ambiental y representantes de la empresa y de las autoridades para una rendición de cuentas.

El presidente Iván Duque también visitó personalmente el proyecto y aunque resaltó que hay una recuperación importante en el caudal, más del mínimo ambiental exigido por la autoridad ambiental, le pidió a la ANLA a investigar el origen de esta contingencia que lleva más de 10 meses afectando a las comunidades ribereñas y el normal funcionamiento del ecosistema.

 


POR: Yénifer Aristizabal | Corresponsal en Antioquia