PERSONAJE

El gay de moda

Tras el éxito de Borat, su creador, Sacha Baron Cohen, vuelve a generar risas y controversia como Brüno, un excéntrico periodista de moda que se presenta como el austríaco más famoso después de Hitler.

18 de julio de 2009
En la premiere de la película en Londres, Brüno apareció vestido con una atrevida transformación del uniforme de la guardia real. A la revista ‘GQ’ le insinuó que había tenido una aventura con su paisano Arnold Schwarzenegger

Vestido con un traje de velcro, Brüno entró como cualquier reportero a la semana de la moda de Milán. Pero tras bastidores, rodeado de modelos que se preparaban para salir al desfile de la diseñadora española Ágatha Ruiz de la Prada, ocurrió lo peor: su chaqueta se pegó a una cortina, accesorios y ropa, y armó el desorden. Envuelto en esas prendas tomó el camino equivocado y ante la atónita mirada de los asistentes, apareció en la pasarela. En medio de la confusión los guardias sacaron al afeminado periodista y lo llevaron a una estación de Policía. "¿Tengo derecho a una llamada?", preguntó con un curioso acento alemán y voz chillona. No llevaba identificación y había usado entradas falsas para ingresar con su equipo de producción. Fue entonces cuando reveló su secreto: era Sacha Baron Cohen, el cómico inglés, transformado en uno de sus personajes para su nueva película, Brüno: deliciosa travesía a través de Norteamérica con el propósito de hacer un hombre heterosexual.

Difícilmente alguien podía haberlo sospechado. Hasta hace poco esta creación no era tan conocida como su anterior alter ego Borat, el periodista de Kazajstán, homofóbico, antisemita, racista y machista cuya película lo lanzó a la fama y recaudó más de 260 millones de dólares.

Precisamente por ese reconocimiento muchos pensaban que para Baron Cohen iba a ser imposible repetir la fórmula: engañar a sus entrevistados disfrazado de reportero real mientras los involucra en situaciones absurdas. Pero lo logró al punto de que pudo interrumpir el desfile de Stella McCartney, en un fashion show en París, cuando mezclado entre los asistentes dejó ver bajo su pantalón una tanga roja, al tiempo que chupaba un tampón, aplaudía al ritmo de la música y empujaba a los que estaban enfrente de él para poder ver a las modelos.

Tampoco podía adivinar que todo era una parodia el ministro evangélico al que Brüno visitó en busca de ayuda porque tenía fama de convertir gays en heterosexuales. Ni los líderes de la conservadora comunidad hasídica israelí que entrevistó, y mucho menos el extremista palestino con el que se reunió en Cisjordania, al que le dijo que Osama lucía como un "hechicero sucio". Y es que en esta película el reportero cree poder ser un buen negociador de paz en Oriente medio: "Ese conflicto no es tan malo. Es peor el de Angelina Jolie y Jennifer Aniston". "Involucrar el mundo de la moda es la única forma de detener la guerra. ¿Acaso alguien ha visto alguna vez a un suicida que se haya inmolado usando ropa de diseñador?" , dijo a la revista de moda gay Out, donde apareció en la portada.

Como en Borat, la idea con Brüno es dejar en evidencia los prejuicios de la gente con una terapia de choque basada en el humor. Pero no todos entienden sus exabruptos y mientras en Ucrania la nueva cinta fue prohibida por su explícito contenido sexual, Baron Cohen ya ha sido demandado varias veces. Lógicamente, su representación no ha caído bien en el país de origen del personaje. Después de todo, Brüno se jacta de ser "el austríaco más importante desde Hitler".En esta oportunidad sus blancos son la homofobia, el consumismo y el estilo de vida de las celebridades. Por eso adopta un niño africano al que llama O. J.: "La gente piensa que lo hice para copiarme de Madonna y Angelina, pero no fue así. Ellas adoptan por publicidad, en mi caso fue algo natural. Durante un viaje a África necesitaba monedas para una máquina porque quería una Coca Cola de dieta. Una mujer me las dio y me encimó a su bebé a cambio de mi iPod", cuenta ante el atónito público de mayoría afroamericana de un famoso talk show gringo. Demuestra que muchas mamás harían cualquier cosa por ver a sus hijos en televisión cuando ellas aceptaron en sus audiciones ficticias que los niños adelgazaran 10 libras y vistieran uniformes nazis. También se hizo pasar por luchador profesional y los espectadores le tiraron desde botellas hasta sillas cuando en vez de pelear, protagonizó una escena romántica con su adversario.

Otra de sus víctimas fue el congresista republicano y ex candidato presidencial estadounidense Ron Paul, quien recibió la llamada de una de las productoras de televisión falsas. Paul fue citado en un hotel con el pretexto de una entrevista sobre economía; pero lo que buscaba Brüno es que el septuagenario apareciera con él en un video sexual para convertirse en una celebridad. Cuando empezó a quitarse la ropa para seducirlo, Paul insultó al reportero y salió de la habitación. También cayó Paula Abdul, jurado del reality show American Idol, a quien invitó a una entrevista en un salón donde en vez de muebles, y con la pretensión de hacer una crítica a la actitud de los norteamericanos frente a los inmigrantes, usó trabajadores hispanos desnudos como mesa y sillas.

Tanto atrevimiento ha tenido sus consecuencias. Miembros de la comunidad homosexual opinan que lo que hace el comediante es afianzar los estereotipos negativos. Además habría puesto su vida en peligro, pues desató la ira de un cazador que le apuntó a él y al equipo de producción con un arma cuando Brüno entró a su carpa desnudo con la disculpa de que un oso se había comido todas sus cosas "excepto los condones". En California una mujer lo demandó por 25.000 dólares porque supuestamente la hizo caer en una de las grabaciones y la dejó confinada a una silla de ruedas.

Esta situación ya le es familiar a Baron Cohen. Con Borat estuvo a punto de ir a la cárcel acusado de tratar de llevarse los muebles de un hotel con la excusa de que debían estar incluidos en la exorbitante factura. Pero sus ayudantes suelen anticipar estas situaciones y le avisan para que huya. También generó un problema diplomático con el gobierno kazajo por presentar a sus habitantes "como salvajes". En ese entonces su respuesta fue más irreverente: dijo que apoyaba "cualquier medida que tomara su país de demandar a ese maldito judío de Sacha Baron Cohen, con quien no tengo conexión alguna". Y es que son muy pocas las entrevistas que ha dado en nombre propio, como una manera de proteger su privacidad y la de su familia, su prometida la actriz Isla Fisher y la hija de ambos. Dura meses convertido día y noche en su personaje y no se quita ese disfraz ni en los estrenos de las películas, ni en las ceremonias de Hollywood.

Pero cuando termina el proceso emerge Baron Cohen, un judío practicante de 38 años, que, a diferencia de sus personajes, es tímido e intelectual. Un hombre que cuando se graduó en historia en la Universidad de Cambridge se puso un plazo de cinco años para ganarse la vida como comediante y por poco fracasa, pues hasta trabajó como modelo.

Para muchos su éxito es a la vez su principal problema. Tanto Ali G, su primer personaje (un rapero que hacía preguntas estúpidas a personas famosas), como Borat tuvieron que ser enterrados por ser demasiado conocidos. "Lo mismo le pasará a Brüno", afirmó a SEMANA Dominick Miserandino, quien maneja la revista virtual de entretenimiento The Celebrity Cafe. Pero, como muchos, él apuesta a que "por su talento sin duda creará un nuevo personaje igual de impactante. Y así volverá a tomarse a Estados Unidos y al mundo por sorpresa".