Perfil

El nuevo mejor amigo

Iván Rincón Urdaneta, embajador de Venezuela en Colombia, es el hombre escogido por el presidente Chávez para escribir la nueva historia de las relaciones entre los dos países.

27 de abril de 2011, 12:00 a. m.
El embajador de Venezuela en Colombia, Iván Rincón, trabajó durante 27 años en la rama judicial. Pasó de ser juez de primera instancia penal a ser presidente del Tribunal Supremo de Justicia y presidente de la Sala Constitucional, equivalente a la Corte Constitucional en Colombia.

Eran las 3:00 de la mañana del 10 de agosto de 2010, cuando el teléfono de la Embajada de Venezuela en el Vaticano sonó insistentemente. El entonces embajador Iván Rincón prendió la luz y contestó, entre asustado y sorprendido. Se trataba del presidente Hugo Chávez, quien emocionado le contó que las relaciones con Colombia se habían restablecido y que él sería la persona que tomaría las riendas de las renovadas amistades diplomáticas entre los dos países.

Rincón se quedó un buen rato sentado en su cama. Le costaba entender por qué el presidente Chávez lo había escogido a él, un hombre cuya carrera profesional había transcurrido entre los tribunales, las cortes y la academia y que jamás había estado metido en la política. "Sus razones debe tener", pensó. "Debe ser porque soy un hombre de frontera y porque mi carrera puede caer bien en Bogotá, ya que la ciudad tiene una tradición jurídica muy respetada en América Latina. También debe ser porque precisamente al no venir de la política, soy un hombre más ecuánime, prudente, que no me gusta protagonizar y ante todo un hombre obediente que respeta las decisiones del presidente", reflexionaba con su esposa.

El nuevo embajador de Venezuela en Colombia nació en 1950 en el municipio La Cañada de Urdaneta -un poblado campesino a treinta minutos de Maracaibo-, en una familia de tradición ganadera y en la que abundaban los abogados. "Desde muy pequeño -indica Rincón- las maestras me preguntaban qué quería ser cuando grande y yo, sin dudar, siempre contestaba que abogado". Estudió Derecho en la Universidad del Zulia y más adelante se doctoró con una tesis sobre el proceso penal venezolano y los derechos humanos. La academia siempre ha hecho parte esencial de su vida, con casi tres décadas como profesor de derecho internacional y de derecho penal.

Su carrera judicial comenzó en 1986, cuando fue designado juez de primera instancia penal de manera temporal, con motivo del caso Pozos de la Muerte, una investigación criminal llevada a cabo en el estado Zulia, que dejó al descubierto una serie de ejecuciones sistemáticas y extrajudiciales por parte de organismos de seguridad del Estado. Este fue el primer peldaño del trabajo en el que escalaría por 27 años más hasta llegar a ser el más alto responsable del poder judicial en Venezuela. 

En 1999, cuando Chávez asumió la presidencia, Rincón llevaba ocho meses como primer vicepresidente de la Corte Suprema de Justicia, y siete años detrás de las transformaciones del poder judicial en el país. "Estábamos todos expectantes de lo que iba a suceder, pues lo primero que hizo el presidente cuando llegó fue impulsar un referendo constituyente en el que el pueblo lo autorizara a disolver todas las ramas del poder. El referendo se aprobó y el presidente disolvió los poderes legislativo y ejecutivo, pero terminó respetando el judicial", explica.

No obstante, la entonces presidente de la Corte, Cecilia Sosa Gómez, no lo vio así y renunció argumentando que "el poder judicial en Venezuela estaba muerto". Ante esto, Rincón le replicó: "el poder judicial está lejos de estar muerto y acá estoy yo para asumir la presidencia". El nuevo presidente de la Corte Suprema de Justicia, entidad que luego sería sustituida por el Tribunal Supremo de Justicia, fue electo de manera consecutiva por cuatro periodos más, no solo para ese cargo, sino también para asumir la presidencia de la Sala Constitucional - el equivalente a la Corte Constitucional en Colombia-.

Con tan solo 54 años le llegó la hora de jubilarse. No quería quedarse sin hacer nada; sin embargo, pensó que al no ser político le iba a quedar difícil ocupar cualquier otro cargo. De todas maneras, el presidente Chávez, al saber que se retiraba, le preguntó si quería ejercer algún cargo público, pero Rincón le respondió que no estaba preparado todavía para la política. Fue entonces cuando le ofreció la Embajada en el Vaticano y, a Rincón, bien conocido por su tradición católica, le complació mucho la oportunidad.

Su llegada al Vaticano en mayo de 2005 coincidió con el nombramiento del Papa Benedicto XVI.  "El día que fui a presentar credenciales nos quedamos hablando por más de media hora. Tenía que aprovechar un espacio con quien era reconocido por ser el mejor teólogo de toda Europa. Al salir, las personas del despacho del Papa me preguntaron qué era todo lo que hablábamos, pues normalmente las visitas de los embajadores no duran más de diez minutos", recuerda.

Hoy Rincón se siente complacido de ser el embajador de Venezuela en Colombia, cargo que ocupa desde hace cuatro meses. Más aún cuando ve que los presidentes Santos y Chávez han puesto a los dos países por encima de sus ideas y convicciones personales y se están convirtiendo en los dos grandes ejes para la unión latinoamericana. "Por supuesto, las relaciones vienen de una historia bastante difícil y no es tan fácil como abrir o cerrar un grifo de agua para restablecerlas o quitarlas. Lo importante es que los dos presidentes han pactado no mirar atrás y solo hablar del futuro", sostiene.

Uno de los grandes pasos se dio en la cumbre en Cartagena, el 9 de abril. Allí se firmaron 16 acuerdos de cooperación y se logró una prórroga de tres meses al acuerdo comercial entre los dos países, que vencía el 21 de abril. En reuniones privadas, dice Rincón, los dos presidentes han coincidido en que el nuevo acuerdo tendrá que ser muy superior al que se tenía bajo la Comunidad Andina de Naciones (CAN).

Según el embajador de Venezuela en Colombia, uno de los acuerdos más relevantes es el de infraestructura. Allí se estarían estudiando proyectos de gran envergadura, tales como un gasoducto para ir a Centroamérica y a Ecuador, líneas férreas que conecten a los dos países, un nuevo puente en Santander para la salida y la entrada de carga y un oleoducto-poliducto en el Orinoco que le dé salida al Pacífico a Venezuela.

Otro fue el convenio de complementación económica y productiva, en el que se habló de conformar empresas de capital asociado con el gobierno venezolano. Después de la cumbre, la intención se materializó con el anuncio de que un empresario farmacéutico colombiano y el gobierno venezolano iniciarían en Caracas el montaje de una planta para la producción de medicamentos genéricos.

En el caso de las deudas de los empresarios venezolanos con los colombianos, según él, de un monto total de US$990 millones, ya se han desembolsado cerca de US$550 millones. "Parte de lo que falta obedece a varias razones: a que no todos los empresarios han cumplido con los requisitos, a que los empresarios venezolanos no han ido a comprar las divisas que ya les reconoció el gobierno para los pagos a sus contrapartes colombianos o a que, en algunos casos, se trata de dineros ilícitos".

De otro lado, ya se reactivó el suministro de gasolina en la Guajira y Norte de Santander y el gobierno colombiano pidió un aumento en el cupo que se envía a Colombia para solucionar el problema de la ilegalidad también en el Cesar, un hecho que preocupa a Venezuela, pues cada año pierde US$1.000 millones por el contrabando en la frontera. El gobierno venezolano está estudiando el tema y en 30 días responderá.

Sobre otras decisiones bilaterales que está tomando Colombia, como el TLC con Estados Unidos, el embajador es enfático en que no es muy amigo de ese tipo de acuerdos cuando se hacen con un país más grande; sin embargo, respeta la decisión de Colombia de seguir adelante. "De todas maneras, los países siempre tomamos prevenciones de exigir los certificados de origen, por lo que la libre entrada de productos estadounidenses a Colombia no tiene por qué afectar las relaciones comerciales entre Venezuela y Colombia", señala.

Rincón agrega que en lugar de que cada país siga negociando por su lado, América Latina tiene que unirse, porque unidos somos más fuertes. "No es lo mismo discutir de país a país que si se discute en bloque. Por esto es indispensable el paso hacia la Unasur y, por suerte, Colombia y Venezuela están teniendo un papel protagónico", señala.

Gracias a la voluntad de los presidentes Santos y Chávez de ser los "nuevos mejores amigos", el embajador Rincón se topó con un ambiente de trabajo bastante favorable y con la disposición de pasar la página y escribir una nueva historia. En sus manos está gran parte de la responsabilidad de que esto sea sostenible y de volver a levantar la confianza que se perdió por muchos meses. El camino no será fácil, pues aún hay muchos que están renuentes pero, como él mismo lo afirma, "los retos difíciles son los que más motivan a seguir adelante". Por supuesto, agrega, está de por medio que cada país tiene su forma de trabajar, Chávez con el socialismo del siglo XXI y Santos con la prosperidad democrática, y hay que apostarle a que cada uno desde su sistema sepa cuál es la mejor manera de resolver los problemas. "Lo importante es apelar a la soberanía, el respeto y la transparencia".