EL PASTOR Y LA OVEJA NEGRA

Minuto a minuto, la crónica de la entrevista entre el padre García Herreros y Pablo Escobar Gaviria.

17 de junio de 1991

UN DIA ALGUIEN, CUYO NOMBRE NO QUIEre revelar el padre Rafael García Herreros, se presentó ante él. Durante una breve entrevista le planteó que si alguna posibilidad existía de que se entregara Pablo Escobar, sería sólo ante la mediación del sacerdote . Le garantizó que tenía información de la disposición real del jefe del cartel de Medellín de entregarse a las autoridades. Solamente faltaba un intermediario que le diera garantías durante el proceso. Y esa persona sólo podía ser Rafael García Herreros. El padre lo escuchó con atención. A los 84 años han sido muchas las cosas que inicialmente se consideraron imposibles y que él logró volverlas realidad. Por lo tanto es un optimista y cree en causas antes de que los otros se le sumen. Inmediatamente tomó el asunto en serio. El hombre que había hablado con él lo había convencido. El padre manifiesta que no va a revelar el nombre, pero aclara que no se trata de un narcotraficante. Que se trata de una persona de bien, que considera que la situación del país se puede arreglar.

Como consecuencia de esa reunión, el 18 de abril, al comenzar el tradicional espacio de televisión El Minuto de Dios, los colombianos escucharon la más enigmática de las oraciones que habían sido pronunciadas en el cuarto de siglo que este breve programa lleva al aire. Entre las muchas cosas que dijo el padre señaló: ¡Oh¡ mar, ¡oh¡ inmenso mar. ¡oh¡ solitario mar, que lo sabes todo. Quiero preguntarte unas cosas, contéstame. Tú que guardas los secretos, quisiera hacer un gran instituto de rehabilitación de sicarios en Medellín. Te parece bien. oh¡ mar? Háblame, tú que guardas los secretos, quisiera hablar con Pablo Escobar, a la orilla del mar, aquí mismo, sentados los dos en esta playa....

Me han dicho que quiere entregarse. Me han dicho que quiere hablar conmigo. Oh¡ mar, ¡oh mar de Coveñas a las cinco de la tarde, cuando el sol está cayendo. ¿Qué debo hacer? Me dicen que él está cansado de su vida y con su bregar, y no puedo confesárselo a nadie, mi secreto. Sin embargo,