EDUCACIÓN

Tras seis años de la crisis, ¿llegó el resurgir de la Fundación Universitaria San Martín?

Debido al caso de corrupción que se conoció en 2014, la Universidad perdió 55 de los 60 registros calificados y muchos de sus 26 mil estudiantes quedaron a la deriva. Actualmente la institución tiene poco más de 4.000 matriculados y su panorama es muy diferente. ¿Qué ha cambiado?

4 de febrero de 2020
| Foto: Semana

La Fundación Universitaria San Martín protagonizó, en 2014, uno de los peores escándalos de corrupción del sector educativo colombiano. Luego de tener 26.000 estudiantes matriculados a lo largo y ancho del país, perdió 55 de los 60 registros calificados de sus programas y recibió cientos de demandas por parte de docentes y administrativos que no recibían salarios ni aportes de seguridad social a raíz de los malos manejos y la presunta desviación de recursos por parte de los directivos de la institución.

¿Qué ocurrió tras las medidas de inspección vigilancia que impuso el Ministerio de Educación Nacional para reestructurar la institución en 2015? El alma máter no cerró sus puertas. Con la puesta en marcha de un plan de mejoramiento para subsanar los hallazgos administrativos y financieros, en 2018 se dio la transformación del gobierno institucional, que quedó en manos de la comunidad académica, con representación de decanos, docentes, estudiantes, egresados y la rectoría, actualmente encabezada por Lina Marcela Escobar Martínez, designada en octubre de 2019 por el Consejo Superior para suceder a Mayra Vieira Cano. Escobar es la primera mujer elegida de manera democrática para este cargo, que tiene voz pero no voto en ese órgano de dirección universitaria.

Semana Educación conversó con Escobar, quien se venía desempeñando como miembro del Consejo Superior, es abogada de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, magíster en derecho público de la Universidad Externado de Colombia, doctora en derecho de la Universidad del País Vasco y docente universitaria. 

Según explica la rectora, la institución ha consolidado un proceso de crecimiento estructurado tras seis años de la crisis. “Mucha gente pensaba que la Fundación Universitaria San Martín estaba cerrada. Pero es clave recordar que desde 2015 hay medidas de inspección y vigilancia, lo que garantiza calidad académica, aseguramiento financiero, buen gobierno y todo un proceso de transformación que le ha permitido a la institución ser resiliente”.

Todos los programas cuentan con registro calificado 

El trabajo de su antecesora, Mayra Vieira Cano, fue “maravilloso”, dice la rectora de la San Martín. Pese a que falta un largo camino por recorrer, cuenta que “el Ministerio de Educación ha levantado los correctivos impuestos y hoy en día solo hay una delegada de la ministra María Victoria Angulo en el Consejo Superior y un inspector in situ. Juntos velan por la correcta administración de la universidad”.

“La opción más fácil era cerrar la universidad. Por eso, este puede ser un referente para otras instituciones del país”, afirma la rectora Escobar. A su llegada a la rectoría, dice que encontró un sólido capital humano. “Alrededor de un 80 por ciento de trabajadores se mantuvieron en estos seis años o han regresado poco a poco a las cinco sedes (Bogotá, Cali, Pasto, Puerto Colombia y Sabaneta)". 

Ese compromiso con la fundación universitaria por parte de sus integrantes, así como un trabajo juicioso para subsanar los factores administrativos y financieros que terminaron por afectar a la comunidad académica, han permitido tomar las riendas de la San Martín nuevamente. “En este momento llegamos casi a los 4.000 estudiantes a nivel nacional y en noviembre pasado nos otorgaron el registro calificado de Negocios Internacionales en Pasto. Todos los programas cuentan con registro calificado. Esto es prueba de que las situaciones anómalas están superadas”, continúa Escobar. 

Recuperar la confianza, paso clave 

Escobar tiene claro que recibió una persona jurídica con procesos abiertos, pero también una academia, un proyecto apasionante que se debe robustecer. Aunque actualmente hay unos 400 procesos en instancias judiciales, la rectora resalta que del 2015 en adelante hay cumplimiento total con las obligaciones laborales de los empleados.

En consecuencia, dice que uno de los mayores retos en educación superior es la transparencia en el manejo de recursos. Para el caso de la San Martín, esta premisa se cumple con el denominado instituto de salvamento, que obliga a que los recursos de la fundación pasen a una fiducia que permite usar los fondos solo para funcionamiento, cualificación y calificación de la academia.

“Queremos que nos vuelvan a ver como una institución de proyectos académicos y sociales, no de procesos judiciales; como una institución con programas innovadores y nuevos escenarios de aporte a la construcción de sociedad”, puntualiza la doctora en derecho. 

Lograr el anterior objetivo es una tarea tan ambiciosa como necesaria. ¿Cómo se logrará? "A través de una cultura de mejoramiento continuo desde lo académico, lo administrativo y la calidad humana. Voy a impulsar y renovar lo que se ha hecho desde el origen de la fundación, desde hace 38 años”, responde la rectora. 

A este resurgir de la Fundación Universitaria San Martín se le podría sumar la caída de las matrículas en educación superior. De acuerdo con el último reporte del Sistema Nacional de Información de la Educación Superior, para 2018 se matricularon 2.408.041 estudiantes, 38.000 menos que el año anterior. Esto ha encendido las alarmas en las universidades que buscan explicaciones a esta tendencia que se viene registrando en los últimos años.

A propósito, Lina Marcela Escobar Martínez considera que las instituciones de educación superior deben hacer una profunda caracterización sobre las necesidades de formación de los jóvenes bachilleres y sus expectativas. Es decir, “en la medida en que pensemos en los requerimientos de nuestros estudiantes, los índices de deserción bajarán. Desde bienestar universitario hay que generar campañas de acompañamiento académico y sicológico, así sabremos qué se debe potencializar, reforzar y enseñar”. Y concluye: “en el caso de la fundación San Martín, estamos adelantando un proceso de transformación curricular que nos permite mayor flexibilidad e inclusión de herramientas tecnológicas”.