BICENTENARIO
El viejo florero en nuevo lugar
Con motivo del bicentenario, Colombia estrenará Museo de la Independencia con lo último en tendencias museográficas.
Como el Divino Niño o el Señor Caído de Monserrate, el florero de Llorente fue durante décadas objeto de peregrinaciones de colombianos interesados en ver de cerca el objeto que generó la pelea que marcó el inicio de la lucha de los criollos por librarse del yugo español. Al ver el objeto y al enterarse de que solo era una réplica del original, muchos se desilusionaban y abandonaban el entusiasmo con el que comenzaban la visita a un museo cuya función se limitaba a exhibir esa pieza junto a otras opacadas por el objeto del fetiche histórico.
La proximidad del bicentenario del primer pedido de autonomía del Nuevo Reino de Granada fue la excusa para que, comenzando esta década, el Ministerio de Cultura, entidad a cargo del museo que alberga la pieza, formulara una iniciativa para transformar la forma de aproximarse a este hecho. El proceso, que comenzó en 2003, partió de la premisa de que un hecho tan central en nuestra historia debía tener lecturas desde diferentes orillas conceptuales, permitiendo la participación de antropólogos, artistas y expertos en estudios culturales.
Los visitantes también fueron tenidos en cuenta mediante una consulta pública en la que las respuestas de alrededor de 500 personas permitieron sondear por dónde estaban los imaginarios de los ciudadanos en relación con los sucesos que vuelven a salir a flote con el bicentenario. También se averiguó por sus expectativas en torno a esta conmemoración y por los personajes que merecían un lugar.
La primera fase de esta iniciativa concluirá este mes de julio con la reapertura del antiguo Museo del 20 de Julio, ahora con el nombre de Museo de la Independencia. Pero el cambio no se limita al nombre. La transformación del espacio fue total a partir de una propuesta museográfica acorde con las tendencias contemporáneas en este campo. Entre las novedades sobresale un espacio en el que los personajes de la época cobran vida gracias a técnicas de animación para explicar, con conocimiento de causa, algunos de los hechos que hacen parte del recorrido. Más adelante habrá una reconstrucción de la tienda del chapetón José González Llorente, con una mesa de cambios en la mitad en la que se podrá conocer cuál era el valor de las mercancías básicas que hacían parte de la canasta familiar de la época.
Al terminar el recorrido, el visitante encontrará unas hamacas en las que podrá recostarse para ver cómo se abre el techo y entre sonidos se proyecta, como en un planetario, un montaje audiovisual en el que se ponen en escena conceptos actuales y longevos ligados todos a la conmemoración del bicentenario como la libertad, la autonomía, la diversidad y la solidaridad.
Detrás de esta propuesta innovadora está el museógrafo brasileño Marcello Dantas, una autoridad en este campo, artífice del Museo de la Lengua Portuguesa de São Paulo y conocido en Colombia por su trabajo en el Museo del Caribe, inaugurado en Barranquilla el pasado mes de abril.
Como se pudo intuir, en la propuesta de Dantas el viejo adagio de 'mirar y no tocar se llama respetar' pierde vigencia para dar paso a un visitante activo que valiéndose de sus cinco sentidos reconstruye hechos históricos y, lo más importante, se pregunta cómo estos afectan su presente y si han dejado algún legado en su vida cotidiana.
"El concepto de independencia debe tener clave de actualidad. El museo no puede ser un túnel del tiempo. Al contrario, este es un espacio vivo, actual, dinámico, que tiene que producir diálogo e intercambio", asegura su director, Daniel Castro. Para él, ya es hora de que los museos dejen de ser un "ente autoritario que cree que debe entregar la verdad e impartir conocimiento".
Una pregunta obligada es por el origen de Dantas. ¿Qué hace un brasileño echándole bisturí a una fibra tan sensible de nuestra identidad nacional? En diálogo con SEMANA, Dantas aseguró que su condición de foráneo, al contrario, es una ventaja. "No ser colombiano me permite organizar ideas y priorizar los elementos narrativos sobre los temas que son tabú o que han sido narrados con tono maniqueo, de buenos contra malos. Mi percepción es menos convencional y más original."
Para Dantas, un objetivo del nuevo Museo de la Independencia es que los colombianos al recorrerlo reconozcan sus orígenes y el sentido de la ciudadanía mediante una interpretación más humana de la historia. Esto, para él, es algo que solo se logra valorando la historia de vida de cada uno e identificando la huella que en ella dejaron sucesos que parecían tan ajenos como lejanos. Sobre este punto coincide Castro, para quien uno de los retos del museo debe ser el desempolvar el contexto en el que hace 200 años surgió la figura del ciudadano para preguntarnos, desde el presente: "¿Cómo nos toca eso que pasó el 20 de julio de 1819? ¿Los problemas de hoy son los mismos? ¿Qué tareas están pendientes desde esa época?".
Un tema clave en este mismo sentido es el del origen de la nación colombiana, asunto sobre el que hoy los historiadores coinciden en que corresponde a otro momento.
Dantas lo sabe y por eso aclara que su propuesta se concentra sobre todo en el deseo de justicia, autonomía, libertad e igualdad de unos criollos que, en medio de vivas a Fernando VII, todavía no habían elaborado completamente la idea de separarse de la metrópoli. "La independencia fue una ruta que se desarrolló en el camino y que en algún momento se transformó en un punto sin retorno. Colombia no nació en 1810, pero su esencia más valiosa sí. Eso es lo que debemos celebrar, ese hecho inspirador".
Por último, queda el florero, epicentro de la anterior muestra. Dantas aclara que no quedará en segundo plano. "En el nuevo museo tendremos una sala dedicada exclusivamente al florero, en la que los visitantes podrán tener la vivencia del momento impactante en que este se rompe. El '¡basta!' que dijeron los criollos en 1819 representado en un lenguaje audiovisual".
Recrear, representar en nuevos lenguajes, nuevas gramáticas los hechos que muchos colombianos aprendimos a través de fríos textos escolares es una de las principales apuestas del nuevo museo. Dantas lo tiene claro: "El entretenimiento es una gran plataforma para el conocimiento. Un buen profesor puede contar buenos chistes sin dejar de ser un buen profesor. La vivencia de los hechos a través de la inmersión en ellos, la interactividad y la narrativa bien hecha son las mejores formas de contar una historia y provocar la reflexión. La historia es espectacular y debe ser contada de forma espectacular". Así se resume la esencia de una apuesta arriesgada que merece un reconocimiento por el solo hecho de intentar que la historia que se enseña en Colombia deje de ser la de las fechas, los héroes y los nombres de batallas aprendidos de memoria.