NACIÓN
Un fallo tiene en ascuas al uribismo y a casi todo el Congreso
La muerte política con la que el Consejo de Estado castigó a una representante de la U por ausentarse a la hora de votar proyectos de ley desató una ola de temor en el Capitolio. SEMANA le explica por qué.
El fallo del Consejo de Estado que le declaró la muerte política a Luz Adriana Moreno Marmolejo, representante del partido de la U, tiene a más de un legislador al borde de un ataque de nervios. La parlamentaria perdió su investidura por reiterar en una conducta que, aunque irregular, se ve con cierta cotidianidad en el Congreso colombiano: asistir a las sesiones, contestar el llamado a lista, pero desaparecer del recinto a la hora de la votación.
Esa es una vieja práctica que legisladores de todas los colores políticos han utilizado, pues al responder a la asistencia dejaban constancia de su presencia a las sesiones y, por ende, del cumplimiento de sus obligaciones laborales. No obstante, en el Capitolio hizo carrera la tesis no escrita de que abstenerse de votar también es participar, por lo que hasta ahora muchas bancadas se salían de los recintos para no validar con su voto -ya fuera positivo o negativo- el trámite de los proyectos de ley o reformas constitucionales.
Claro que otros parlamentarios acudían a esto solo para que se validara el pago de su sueldo y, sin explicación válida, se asutenaban de las votaciones. Eso es lo que le acaba de costar la investidura a Moreno Marmolejo, toda vez que la Constitución establece que si un parlamentario se ausemnta de seis sesiones en comisiones o plenarias, en las que se votan proyectos de ley, pierde su investidura.
Consulte aquí el fallo completo del Consejo de Estado
¿Por qué tiembla el Congreso? Sencillo, porque todos, casi que sin excepción, alguna vez han acudido a esta práctica. Pero, lo más paradójico de todo, es que esta sentencia del Consejo de Estado podría golpear y con fuerza a la principal bancada de oposición y al mismo tiempo a la más juiciosa: la del uribista Centro Democrático.
El alto tribunal revisó las actas de varias sesiones para corroborar una denuncia que indicaba que Moreno Marmolejo faltó a por lo menos 20 plenarias en la legislatura 2015-2016 y a otras 19 de la comprendida entre el 20 de julio del 2016 y el 20 de junio del 2017. Y -tras su investigación- no solo concluyó que las ausencias no estaban justificadas, sino que, además, planteó dudas sobre la calidad del trabajo legislativo y lo que se espera de quienes son elegidos por voto popular para ocupar una curul, y que en teoría son los ‘representantes del pueblo‘.
"La corporación consideró que el solo hecho de haber contestado a lista no prueba la asistencia de la congresista a las sesiones”, dice el fallo del Consejo de Estado que tuvo ponencia del magistrado Gabriel Valbuena Hernández. Y agrega el alto tribunal: "Quien abandona el recinto en donde va a realizarse la sesión, después de contestar el llamado a lista, no puede tenerse como asistente, más aún cuando hay una obligación de participar en la sesión que es inherente al deber constitucional de todo congresista".
Los fallos judiciales aplican a quien es objeto de decisión del mismo, pero cuando se trata de pronunciamientos de las altas cortes se configura una jurisprudencia que puede -y algunas veces debe- ser aplicada a quienes incurran en situaciones similares a las que motivaron la decisión. Así las cosas, y es lo que tiene pensando a todo el Capitolio, la muerte política de Moreno puede tener un efecto dominó en todas las bancadas.
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¿Y por qué el uribismo? Aquí hay que remontarse al reciente periodo parlamentario que se denominó fast track, durante el cual se tramitaron a través de un mecanismo abreviado todas las iniciativas que tenían que ver con el desarrollo legal de los acuerdos de paz con las Farc.
El Centro Democrático, con el expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez a la cabeza, participó de todas las discusiones, sus parlamentarios intervenían en el debate y prolongaban al máximo la discusión, pero a la hora del té se salían y no votaban, ni siquiera negativamente, los proyectos relacionados con la paz. En la práctica, algo similar a la conducta que le costó la investidura a la representante de la U.
Uribe y su bancada argumentaron en distintos escenarios que no validarían con su voto, así fuese negativo, ninguna de esas normas que el Gobierno de Juan Manuel Santos puso a consideración del Congreso para darle sustento jurídico a los acuerdos de La Habana. Se recuerda, incluso, que los 21 senadores uribistas acudieron a todas las sesiones, pero nunca sufragaron en el fast track.
Dice el Consejo de Estado en su fallo que "quienes han sido investidos por los cauces democráticos, de potestades legislativas y de representación política, asumen frente a los electores una serie de responsabilidades de las cuales no se pueden sustraer, y que tienen que ver con su participación en la formación o modificación de las normas constitucionales y legales".
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Si se interpreta esta sentencia, esto lo habría hecho el Centro Democrático en su estreno en el parlamento, pues siempre se registró a las sesiones relacionadas con los temas de paz, pero nunca votó. SEMANA consultó a varios directivos de esta colectividad sobre este tema y, argumentando que quieren saber qué pasará en segunda instancia con este fallo, prefirieron aún no referirse públicamente al tema.
Eso sí, en su mayoría admitieron que no es un tema menor, pues de ratificarse esta jurisprudencia podrían perder la curul. Y, como varios parlamentarios aspiran a reelegirse este domingo en las elecciones congresionales, pues esto es un baldado de agua fría porque la muerte política les impediría volver a aspirar o, en su defecto, posesionarse el 20 de julio.
Desde enero de este año los procesos de pérdida de investidura tienen doble instancia, por lo que Moreno puede apelar la decisión que la sacó del Congreso y, claro está, el resto de parlamentarios -incluyendo a los uribistas- están atentos a este segundo pronunciamiento para determinar qué camino jurídico seguir. Mientras eso pasa, literalmente, el Centro Democrático y el resto del Congreso están con los nervios de punta.