EMPRENDIMIENTO

Cuatro emprendedoras colombianas dan un ejemplo de éxito

Cuatro mujeres colombianas les apostaron a los emprendimientos sostenibles con responsabilidad social y ambiental. Por esta labor fueron semifinalistas del Premio Empresario del Año en la categoría Colibrí Esmeralda, que otorga la Universidad del Rosario. Estas son sus historias.

11 de agosto de 2019
| Foto: iStock

El emprendimiento toma cada vez más fuerza en el país. Hay profesionales que deciden dejar sus trabajos y llevar a la realidad ideas de negocio que en algunos casos terminan siendo todo un éxito. Las ganas de dedicarse a lo que realmente les apasiona es el empuje de muchos para empezar y, sin importar si va a funcionar o si existen los recursos suficientes, deciden lanzarse al ruedo.

A este camino le han apostado cuatro mujeres colombianas que han creado emprendimientos sostenibles como: Esfera Viva, Diseclar, la Asociación Entidad Medioambiental de Recicladores (Emrs) y Baby Evolution. Con ellos, han hecho la diferencia al transformar el entorno con aportes a nivel social, ambiental y económico.

Por esta labor fueron nominadas al Premio Empresario del Año en la categoría Colibrí Esmeralda que otorga la Universidad del Rosario.

Para cada una de ellas, emprender en Colombia no es fácil, pues se requiere de esfuerzo y tomar riesgos.

Mobiliario sostenible

Juliana Quintero, cofundadora de Diseclar. Diseclar ha sido reconocida con 18 premios nacionales e internacionales.

Juliana Quintero, una abogada caleña, le apostó a transformar plástico reciclado y fibra vegetal en materiales para producir mobiliario.

La idea surgió en 2013, cuando su socio Juan Nicolás Suárez trabajaba en Bavaria y veía que las canecas de basura estaban llenas de envases plásticos. La inquietud de cómo podían ayudar al medioambiente reciclando plástico los impulsó a crear Diseclar.

Desde ese momento empezaron a estudiar la fórmula más apropiada para garantizar un producto duradero y amigable con el ambiente y encontraron una mezcla con cascarilla de café que funcionó.

En 2014 inició la producción de mobiliario –mesas, sillas–. Ahora es más fuerte en el material para construcción. En el último año, Diseclar ha logrado reutilizar 300 toneladas de plástico, se ubica en Cali y cuenta con 12 empleados directos.

Por su labor, ha sido reconocida con nueve premios nacionales y nueve más internacionales, cuyos recursos han permitido apoyar y mantener la compañía.

Para Quintero, no fue fácil empezar de cero y dejar su trabajo tradicional. “Todos los días despertarse para ir a trabajar a mi empresa es mucho más satisfactorio”, asegura.

En estos momentos, la compañía se enfoca en la instalación de maquinaria nueva para tener toda la producción directa y ser más competitiva en producto y precio. Tiene distribuidores en México, pero trabaja en abrirse nuevos espacios a nivel internacional.

Cambio climático y desarrollo

Valeria Zapata, directora de comunicaciones de Esfera Viva. Sin contar con una gran plataforma digital, Esfera Viva decidió salir al mercado con un prototipo rentable y vendible.

Nació en 2016 en Medellín, como respuesta a la falta de educación y cultura ambiental que vieron tres mujeres: una ingeniera forestal, una ingeniera civil y una comunicadora social. Desde sus profesiones le apostaron a Esfera Viva, un emprendimiento que crea comunidades sostenibles en Colombia y que tiene tres líneas de acción.

La primera es gestión sostenible, que se enfoca en acompañar las estrategias de sostenibilidad de las empresas públicas y privadas.

La segunda es la escuela de sostenibilidad, en la que realizan estrategias de educación ambiental a través de dos formatos: digital y presencial.

Y la tercera línea es Planetplan, una plataforma colaborativa en la que personas y empresas pueden conectarse con proyectos que son propuestos por diferentes organizaciones que apuntan a conservar la biodiversidad.

La empresa tiene presencia en Antioquia, Córdoba, Valle y Cundinamarca. Cuenta con un equipo base de cuatro personas que cambia, según el número de proyectos.

Para sus tres fundadoras, Lida Patricia Giraldo, Valeria y Juliana Zapata –madre e hijas–, tomar la decisión de emprender tardó cerca de dos años y fue solo hasta que se sintieron más fuertes que se dedicaron de tiempo completo al emprendimiento.

Según su directora de comunicaciones, Valeria Zapata, no hicieron grandes inversiones para empezar y salieron al mercado con un prototipo rentable y vendible.

Esfera Viva espera pasar de 4 a 20 proyectos a nivel nacional en los próximos ocho meses y en dos años le apuesta al mercado europeo con cerca de 50 proyectos.

Baby Evolution

Vanessa Blum, fundadora de Baby Evolution. “Después de mamá, el mejor alimento”, es el eslogan con el que busca que sus compotas sean el primer alimento de calidad que los niños consuman, diferente a la leche materna.

Hasta hace tres años, el tema orgánico en Colombia era muy nuevo y poco se le prestaba atención a las etiquetas de los alimentos, razón por la que Vanessa Blum se lanzó al mercado en 2016, con compotas orgánicas para defender la alimentación saludable de los niños.

Esta bogotana, profesional en negocios internacionales y mercadeo, logró convencer a las grandes superficies sobre la necesidad de contar con productos libres de azúcar para los bebés en su etapa complementaria de alimentación.

A Blum le rondaba la idea desde que trabajaba en Procolombia, en donde asesoraba empresas en su proceso de exportación. Su amor por los niños la llevó a hacer una maestría de gerencia sostenible en la Universidad de Columbia, en Nueva York.

Mientras estudiaba, empezó a montar la empresa y, cuando llegó a Colombia, con ahorros propios y todo listo decidió emprender. “Nunca con la teoría vas a poder saber si un producto te va a funcionar o no”, explica.

Lanzó compotas con frutas orgánicas, cultivadas sin químicos, ni insecticidas. Le apostó a proteger el medio ambiente con empaques libres de BPA y las tapas y pitillos son reciclables.

A pesar de tener competidores como Alquería, Baby Evolution ha vendido más de 1 millón de compotas orgánicas a la fecha, lo que la convierte en la número uno en venta de este producto en Colombia.

Pero el emprendimiento no para ahí. Hace tres meses lanzó galletas para bebés, ‘bocados inteligentes’. Son las únicas libres de gluten y sus cajas son hechas con tinta vegetal.

Baby Evolution tiene siete trabajadores directos y más de 50 indirectos. Sus productos están en más de mil puntos de venta en todo el país y vende en Aruba, Panamá, Costa Rica y República Dominicana.

Una para todos

Anny Romero, cofundadora y administradora de Emrs. Tras varios años de reciclar en las calles, en 2012 nació la idea de Romero junto con su familia y amigos de oficio, de crear Emrs.

La falta de oportunidades laborales impulsó a Anny Romero, a reciclar desde hace 12 años; una labor que ejerce su familia hace más de 20 años.

En 2012 conoció cómo hacer una organización de recicladores. Desde ese momento nació la idea de crear la Asociación Entidad Medioambiental de Recicladores (Emrs). Inició con 30 personas y en la actualidad son 70 que realizan esta labor en Bogotá y Soacha.

El emprendimiento consiste en que los recicladores llegan a la fuente –conjuntos residenciales– para recolectar el material, que luego es trasladado a la estación de plastificación y aprovechamiento ubicada en el sector de Corabastos. Lo pesan y según la cantidad obtenida, lo venden a la industria.

Hacer tangible la idea les costó $700.000 de arriendo, pues contaban con el material y, aunque Romero señala que les ha faltado un músculo financiero, han logrado sacar adelante su iniciativa. “Lo que queda de la comercialización se va a la formalización” que comenzó en 2016 con el Decreto 596 que dictaba un régimen transitorio para los recicladores de oficio.

Pero el tema financiero no ha sido el único reto, el de las tecnologías ha hecho que esta emprendedora y quienes son parte de la asociación tengan la oportunidad de prepararse. El año pasado junto con tres personas del área administrativa hizo el bachillerato y ahora piensa en profesionalizarse. “No sabíamos cómo coger un computador y ahora nos hacemos cargo de la parte administrativa”, asegura.

Para Romero, emprender es “aprender de todo sin saber qué se viene encima”.